A fines del pasado marzo, nuevamente oímos un discurso cargado de incitación, calumnias y odio de la ya conocida neonazi española, Isabel Peralta. En esta ocasión, se unió a una turba radical pro palestina que manifestó frente a la “embajada” palestina en Madrid, para conmemorar el mal llamado día de la tierra y acusar a Israel de querer destruir el mundo. Esta joven, con información incoherente y que expresa una confusa mezcla ideológica, propia de la distorsión con la que fue adoctrinada, señaló falazmente a Israel de usurpar el territorio que “le pertenece al pueblo palestino”. Su ofuscación es de tal magnitud que no se da cuenta que, del modo como iba vestida, no se le permitiría asomarse en Cisjordania y menos en Gaza.
Hermanados por el odio
Estas experiencias históricas nos advierten de la necesidad de combatir a los extremismos a través de una educación que revele las dañinas manipulaciones de los hechos y, al mismo tiempo, una legislación que alcance a estos generadores de odio.
Podría sorprendernos que las bandas neonazis se asocien a hordas radicales árabes-palestinas, pues los extremistas blancos no admiten la inmigración proveniente del Medio Oriente y la rechazan en su “espacio vital” europeo. Sin embargo, la historia refiere que los nacionalistas e islamistas árabes han estado aliados al nacional socialismo de Hitler. Recordamos que, el Mufti de Jerusalén, Hajj Amin al-Huseini, instigó y organizó entre 1929 y 1936, numerosos pogromos contra la población judía durante el Mandato Británico de Palestina, destacándose la matanza de los judíos de Hebrón; cumplió un papel relevante en la formación de las primeras pandillas terroristas árabes que asaltaron a los judíos. Durante la II Guerra Mundial, fue aliado del Tercer Reich; en 1941, tras la invasión de Yugoslavia por los nazis, realizó funciones activas, entre las cuales reclutó musulmanes bosnios y albaneses para las SS, con quienes formó una división. Se reunió con Hitler en noviembre de ese año y trató de convencerlo para que ampliase el exterminio de judíos a las comunidades del norte de África; también le propuso bombardear Tel Aviv. En 1946 huyó a Egipto y desde allí, en 1948, persistió para que los países árabes atacaran al renacido Estado de Israel; se opuso con tenacidad a cualquier negociación.
Estas experiencias históricas nos advierten de la necesidad de combatir a los extremismos a través de una educación que revele las dañinas manipulaciones de los hechos y, al mismo tiempo, una legislación que alcance a estos generadores de odio.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.