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| martes diciembre 3, 2024

Regreso a casa


El judaísmo es más que una religión. El judaísmo es una civilización, un modo de vida, una concepción del mundo, una forma conjunta de reacción ante una historia y, lo que es más importante, ante un destino común. Es el conjunto del pensamiento, del sentimiento y del esfuerzo del pueblo judío.

Comprendí que hay que tener demasiada fuerza para querer y estar preparado para vivir bajo el signo de una mezzuzah, cuando somos una sociedad dedicada solamente a disfrutar. No a ser mejor gente.

Me di cuenta que yo era un judío que había perdido mi sentido de memoria, de historia, de trascendencia y de misión. 

Me di cuenta del sentido de lo repentino y de lo imperceptible. De repente, un latigazo. Una enfermedad. Una muerte. Una visita de rutina al médico y la noticia terrible. Lo repentino.

¿Cuándo vamos a comprender que los de Israel no son “ellos” y aquí soy  “yo”? ¿Cuándo vamos a comprender que somos “nosotros” y que, pase lo que pase, nuestra historia y nuestro destino es común?

Y razoné. No recé. Razoné.

Razoné que prefiero el espíritu de Vilna o de Alepo o de Tanger o de Smirna que el de New York o el de París, porque ese espíritu que creó New York y París puede crear lo que generó la caída de Roma.

Razoné que el sueño sionista de ser un pueblo “normal”, IRONICAMENTE, se confunde con no tener el derecho de ser diferente.

Pensé que, antes, ser judío era “esta es la forma que lo hizo mi familia”. Pero que hoy requiere conocimiento y CONVENCIMIENTO PERSONAL.

Hoy se niega el holocausto. Ganan los neonazis. Se violan cementerios a pesar que sólo pasó una generación desde Auschwitz. En una encuesta reciente en Alemania, 30% contestó que el holocausto fue por culpa de los judíos.

Recuerdo y, al recordar, pienso en nuestras historias. NUESTRAS HISTORIAS.

Historias NUESTRAS – y sólo NUESTRAS- como la de que fueron creados Adán y Eva para que nadie pueda decir que su antecesor fue más grande que el de otro.

Historias NUESTRAS –y sólo NUESTRAS- como la del jardín del Edén. Para recordarnos que cuando todos eluden la responsabilidad del mundo, el bien se termina.

Historias NUESTRAS –y sólo  NUESTRAS- como la de Abel y Caín. Para que no olvidemos que somos los guardianes de nuestros hermanos y que la sangre derramada clama desde la tierra.

Historias NUESTRAS –y sólo NUESTRAS- como la del Exodo. La historia fundadora de la idea de la libertad.

Historias NUESTRAS –y sólo NUESTRAS- como la del Sinaí. La demostración de que el mundo no puede existir sin ley moral, superior a los vaivenes del tiempo, del lugar y de la gente.

Historias como la destrucción del templo con la revolución de Bar Kojba contra Roma.

Historias como el mensaje de Rosh Hashaná. El ejemplo de Abraham que no abandona la fe en D-s a pesar de que parece pedirle lo imposible: el sacrificio de su hijo Itzaac.

Generaciones y generaciones de nuestras familias se volvieron a parar en los altares del sacrificio con el puñal elevado y mantuvieron su fe.

Lamentablemente, en la nuestra, el puñal pareciera que está cayendo y que va a morir Isaac.

Pero tenemos OTRA HISTORIA, porque SOMOS LA HISTORIA.

Empezaron las historias que vivimos nosotros en carne y sangre propia.

La creación del Estado de Israel. La guerra de la Independencia. El milagro de la Guerra de los 6 días del 67. El sonido penetrante del shofar de Rabbi Goren en el Kotel. El juramento del ejército israelí en las ruinas de Masada, último símbolo de la resistencia contra Roma. De que Masada nunca volverá a caer.

Los últimos 50 años han sido uno de los períodos más grandes del pueblo judío.

El holocausto fue peor que Egipto.

Muchos más judíos pelearon por la libertad en la Segunda Guerra Mundial y en las guerras de Israel que los 600.000 soldados de Joshua.

Somos la generación que creó y que defendió el Estado de Israel.

Todos conocimos sobrevivientes de los campos. No compusimos el Talmud, pero dimos a la humanidad nuestra vida.

SOMOS LA HISTORIA.

Todas estas historias le dieron respuesta a todas las generaciones.

Pero parece que empezaron a fracasar.

Ya no guían nuestras vidas.

Pero la historia, para muchos, no es SU historia. Ya no me importa. ¿A mí qué?

Y esto me dio el hambre y la necesidad profunda de sentir que la vida tiene un sentido. Que no puede ser que sea lo mismo la historia de la humanidad que la historia de las hormigas. Que tiene que haber un camino.

Un camino. En hebreo, HALAJÁ. La senda a seguir. Que este camino tiene tres estaciones. Pertenecer, Comportarse y Creer.

Pertenecer es sentir aunque sea un mínimo de tradición. Nacimiento. Casamiento. Muerte. Tenemos tradiciones en los momentos críticos de la vida. Nacer en una comunidad unida por un compromiso de SENTIDO. Esto puede ser ignorado, rechazado, incomprendido. Pero es lo que NOS DISTINGUE.

Pertenecer lleva a COMPORTARSE. “Todos los israelitas son responsables por cada uno”. IDENTIDAD!!! Hicimos de los judíos de Rusia un tema internacional (Let my people go) con el que comenzó la caída de la Unión Soviética! El judaísmo nos pide COMPORTARNOS haciendo que CADA ACTO sea sagrado. Que todo lo que hacemos tenga sentido y no trivialidad.

Pero “CREER”  no se puede ordenar, decretar ni obligar.

Es MUY DIFICIL creer en D-s. Hay que haber estudiado mucha ciencia para poder lograrlo. Para darnos cuenta de que la vida NO PUEDE SER CASUALIDAD.

Vivimos APOSTANDO todo el día. Cada vez que cruzamos la calle. Seguimos una carrera apostando a que va a ser la vía de nuestro futuro. Elegimos una pareja apostando que va a ser la base de nuestra felicidad. Armamos un negocio apostando que va a ser nuestro éxito.

¿Qué nos cuesta apostar a D-s? Dudamos. Somos científicos racionalistas que queremos soportar nuestras creencias en observaciones demostrables y repetibles. Pero, ¿qué nos cuesta apostar a D-s? Peor todavía. ¿Qué nos demuestra que no debemos apostar a D-s?

Apostar a D-s implica tres ideas básicas. Esto hace más rica mi vida.

La primera es que el universo no es un accidente sino el resultado de una inteligencia creativa.

La segunda es que el ser humano es diferente de todo lo demás porque tiene cualidades espirituales.

La tercera es que tenemos un impulso moral hacia la justicia, hacia la hermandad y hacia la paz.

Los más racionalistas me dicen que cómo puede haber un D-s si un chico se cae a un precipicio y se muere y ninguna mano divina lo salva. ¿Cómo le explico a este racionalista que si D-s creó la ley de gravedad, El no la puede violar?

Y los más racionalistas me dicen que cómo puede haber un D-s si hubo Auschwitz. ¿Dónde estaba D-s en los campos? D-s estaba llorando entre nosotros en los trenes y en las cámaras. D-s nos dio el libre albedrío. El bien y el mal. La vida y la muerte. Y nos enseñó que eligiéramos el bien y la vida.

Elie Wiesel contó la historia de la segunda guerra mundial en la que un grupo de partisanos judíos persiguen a alemanes derrotados en Ucrania. El grupo de partisanos entra en una villa y encuentran un grupo de chicos judíos con los alemanes que los habían esclavizado. El jefe de los partisanos le da su ametralladora a uno de los chicos y le dice “Tomá. Fuego!” Y el chiquito le responde “No puedo”.

Miren esto. Son nuestros hijos. Son nuestro orgullo.

Entonces quiero pensar en cómo se mide la vida. ¿Por el éxito? ¿Por la felicidad? ¿Por el tiempo que hemos vivido?  Creo que nada de esto es una medida del éxito. Que el éxito es qué aprendo a hacer de mí mismo.

Cuidá tus valores porque se convierten en tus pensamientos.

Cuidá tus pensamientos porque se convierten en tus palabras.

Cuidá tus palabras porque se convierten en tus actos.

Cuidá tus actos porque se convierten en tus hábitos.

Cuidá tus hábitos porque se convierten en tu carácter.

Cuidá tu carácter porque se convierte en tu destino.

Entonces no me queda más remedio que comprender que no debemos buscar sumar años a nuestra vida sino vida a nuestros años.

Que -aunque no nos demos cuenta-  el ser humano está en una búsqueda desesperada de D-s (después de siglos de D-s buscando desesperadamente al ser humano).

Que no es ser “observante” ir al templo. Que ser observante es cómo nos comportamos con la gente y cuánto nos hacemos respetar como personas.

Pero, además, siento que nos necesitan. Creo que el mundo nos necesita porque, en medio de tanta miseria, el judío propone “TIKUN OLAM” el ennoblecimiento de la humanidad.

Porque nuestro llamado es de autoconquista. No de conquista de otros.

Porque nosotros descubrimos la visión mesiánica de que el mundo puede ser perfecto y que nosotros tenemos que completar la tarea de D-s.

Que el mundo NECESITA de gente que quiera perfeccionar la sociedad.

Que el mundo necesita de gente que cree que D-s es UNO y que los ídolos deben ser derribados.

Que, a pesar de que todas las lanzas de casi todas las naciones se clavaron en nuestros cuerpos, siempre la respuesta ha sido “Shemá Israel, AD’I Eloheinu. AD’I ehad. “Oye Israel. El señor es nuestro D-s. El señor es UNO”.

Creo que el mundo necesita judíos. Judíos que no sienten que están esperando al Mesías, sino que el Mesías nos está esperando a nosotros.

No hace falta recordar a ningún judío que en todos los “departamentos” de los desafíos del ser humano, lo científico, lo comercial, lo cultural, lo militar o lo social, es raro que pase una década sin que un judío reciba una aclamación universal, y que ese judío se siga declarando judío.

El mundo  necesita un pueblo que en el seder de Pesaj –el festejo del triunfo contra Egipto y la liberación de la esclavitud- sea obligatorio derramar vino como lamento POR LA MUERTE DEL ENEMIGO.

Es glorioso vivir sabiendo que pasaron años, décadas, siglos, milenios y “yo”  estaba allí. Yo estaba entonces.

Y me doy cuenta que el corazón del judaísmo es el corazón. Que es preferible un corazón sangriento que un alma helada.

El mundo necesita de un pueblo  que descubrió que D-s creó a Adám no judío, no cristiano, no blanco, no negro, no capitalista, no comunista. Simplemente un hombre. Ninguno podemos argumentar que nuestro antepasado fue superior.

El mundo necesita de un pueblo que descubrió la regla de oro:  VEAVTA LE REAJA CAMOJA del Levítico. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

El mundo necesita de un pueblo que cree que quien destruye un hombre, destruye a la humanidad y que quien salva un hombre salva a la humanidad.

Ser judío es sentirse convocado por más de 3000 años de historia con el propósito de ennoblecer la humanidad.

En definitiva, no me desespero en estos tiempos peligrosos. No me da miedo porque sé que, pase lo que pase, nuestra gente no va a sucumbir. En algún lugar y de alguna forma, van a quedar judíos que van a tomar los fragmentos rotos de sus vidas para construir arcas para la Torá y le van a enseñar a sus hijos el shemá.

Vamos a construir un gran nuevo mundo judío del que nuestros antepasados van a estar orgullosos.

No quiero que me pregunten dónde están mis heridas y que no  pueda mostrar que no peleé por algo.

No quiero decir “No sé y no me importa”.

No vamos a olvidar a nuestros mártires enterrados en tumbas anónimas o quemados en el fuego.

Que su recuerdo nos dé la fuerza de convertir muerte en vida, de amar cuando otros odian, de tener esperanza cuando los otros no dan más, de traer razón a la locura.

Vamos a sobrevivir para que Hitler no gane.

Esto es lo que llevó a los israelíes a hacer actos de heroísmo en Entebbe o en un fin de semana transportar 15.000 judíos de Etiopía. Esta fue la primera vez en la historia en la que 15.000 negros fueron transportados de un continente a otro no con cadenas sino con amor.

2010: Peligro otra vez

Por los que no comprenden el resultado de la lucha entre hermanos (sos ruso/sos turco, sos conservador/sos ortodoxo, sos likud/sos avodá/sos kadima/sos shalom ajshav, sos polaco/sos ieque, sos esmarlí/sos jalabí, sos jabad/sos, sos, sos. Por los que no saben decir SOMOS. Por los que repiten orgullosos “no sé y no me importa”. Por nuestros hermanos judíos que critican a Israel por ideología, sin preocuparse seriamente de analizar TODA la información, por ejemplo, todos sus esfuerzos por firmar la paz, sin darse cuenta que son el blanco principal de los titiriteros que desde hace treinta años, constante, implacable y brillantemente logran romper nuestra unidad. Por los que ni saben qué quiere decir “Am Israel Jai”. Por los que en el sonido del silencio de su sangre ya ni resuena el eco de “Shemá Israel!”.

Mientras se combata la discriminación de cualquier humano por ser distinto, por no ser más, por no ser menos

Mientras el hombre sienta que no tiene intermediarios con el Creador porque el Creador no los precisa.

Mientras cada uno crea que si nació es porque a D-s le importaba que naciera.

Mientras la humanidad comprenda que debe ennoblecer la humanidad.

Mientras la prioridad sea la libertad y la justicia.

Mientras cada uno se pregunte día a día qué otro ayer quiere mañana.

Mientras se sienta la obsesión por aprender, por saber más, por tener el derecho de dudar.

Mientras el ser humano crea que debe completar la obra de D-s.

Mientras el pacto del pasado sea la misión para el futuro.

Mientras Israel sea lealtad y Jerusalem un sentimiento.

Mientras se sienta la pasión de honrar la vida, habrá un judío.

Heredo el pasado de mi familia.

Heredo mi pueblo, mi ciudad, mi tribu, mi nación.

Heredo sueños, ilusiones y esperanzas.

Heredo el orgullo de mi gente.

Heredo deudas y patrimonio.

Heredo expectativas y obligaciones.

Heredo no el ayer sino el mañana.

Esto constituye lo dado de mi vida.

Mi punto de partida moral.

Jamás permitas que se apague la llama.

Avi Levy

Esh HaKavod

 
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