El Ministro de Educación israelí Gideon Saar ha estado esta semana de visita en España y he tenido la suerte de escucharlo. Cuando uno sienta que todo está perdido en política, debería tomarse un café con Gideon Saar. Apenas pasa de los cuarenta, pero ha sido varios años diputado en el Parlamento, ha estado en el Ejército, ha trabajado en el Gabinete de Ariel Sharon y ha sido ayudante del Fiscal General del Estado. Israelí, orgulloso de su servicio en el Ejército, demócrata convencido y Ministro en el Gobierno de Benjamín Netanyahu, sería el malo perfecto de los delirios de Ahmadineyad o de Ismail Haniyeh. Es lo que tienen las verdaderas democracias: el que gobierna tiene una legitimidad que el tirano jamás gozará. Y de esas cosas ha hablado el Ministro: de libertad y de futuro; de la importancia de la escuela y las universidades en la educación de los jóvenes; y de la fuerza de las democracias. Casi nada.
El Ministro habla con pausas y mira a su alrededor como si contara una historia. La Universidad debe racionalizar el gasto y los maestros deben recuperar su autoridad. Hay que estudiar Historia y ciencias. El Holocausto debe recordarse. Alguien tiene que decir estas cosas. Dicen que es de Boca. Yo no lo sé, pero desde luego merecería serlo.
He aquí el fondo de la tristeza de Occidente. Decía Joseph Roth que los escritores judíos de lengua alemana fueron los primeros caídos defendiendo la cultura liberal, la alta cultura alemana, es decir, europea. Las orquestas judías siguieron tocando en los ghettos a Mendelsohn cuando los arios habían declarado prohibida su música. Desde Elie Wiesel a Irene Nemirovski , la literatura europea es incomprensible sin los judíos. ¿Hay que recordar a Max Reinhardt en el cine y el teatro? Esa Europa murió en Auschwitz y desde entonces debatimos si puede revivir en este continente.
Ahora bien, no todo desapareció entre las cenizas. Los valores de Occidente inspiraron al joven Estado de Israel. Nacido contra todo pronóstico, defendido por los supervivientes de los Campos y por muchachos pobremente armados lograron resistir y derrotar a los ejércitos árabes que buscaban echar a los judíos al mar. El que piensa que todo se debió al apoyo estadounidense, que se repase los acontecimientos. Los primeros fusiles que defendieron al joven Estado llegaron desde Europa oriental, no desde Washington. Desde 1948, Israel ha luchado, ha vencido y ha firmado tratados de paz con Jordania y Egipto. Es miembro de las Naciones Unidas desde antes que España. Cambia a sus gobernantes sin traumas y les exige responsabilidades con firmeza. El debate público es vivísimo y las posturas encontradas desatan encendidas polémicas. Nadie puede imaginar el repertorio gestual de dos israelíes que discuten de política; menos retos a duelo, uno puede presenciar casi cualquier cosa.
De esas cosas habló Gideon Saar y eso es lo que nos jugamos todos en Oriente Medio. El terrorismo islamista y el régimen de los ayatollahs no odian a Occidente por Israel sino que odian a Israel porque es el escaparate de la libertad – es decir, de Occidente- en una región que ha padecido tiranías y teocracias durante demasiado tiempo.
¿Acaso no han cometido errores los Gobiernos de Israel? Por supuesto, y por eso cada cierto tiempo los cambian. En realidad, la democracia trata de eso. Quizás por eso los países democráticos no suelen hacerse la guerra entre sí. Los ciudadanos libres no tienden a aprobar las atrocidades propias ni ajenas. La libertad de expresión implica la libertad de hacer autocrítica y en eso los israelíes son expertos.
Gideon Saar tiene una tarea bien difícil. Confía en que España e Israel estrecharán lazos académicos. El Presidente del Gobierno tenía diseñado un viaje protocolario de un día, pero con la que está cayendo hay que hablar también de cosas prácticas. El intercambio comercial entre España e Israel es provechoso para ambos países y puede ser aún más fructífero. Casa Sefarad-Israel realiza una labor encomiable por estrechar lazos entre ambas orillas del Mediterráneo. La Historia de España es también la de sus judíos; su presencia y su ausencia nos han acompañado durante siglos. Por eso, son incomprensibles las manifestaciones de judeofobia que cada cierto tiempo vemos en España, pero de eso hablaremos otro día.
Hoy celebramos que un amigo -Gideon Saar- ha estado entre nosotros.
*RICARDO RUIZ DE LA SERNA es analista político, abogado y profesor de técnicas de la propaganda y de la comunicación política de la Universidad CEU-San Pablo.
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