Hace algunos años, Juan Carlos Rey de España invita al Gran Rabino de Israel Rav Yonah Metzger para conmemorar el 800* aniversario de la muerte de Maimónides, el ilustre Rabí Moshé Ben Maimón (el Rambam), médico filósofo Talmudista que nació en Córdoba, España. Durante la ceremonia, Rav Metzger ofreció al Rey un magnífico Shofar, muy largo y encorvado, engastado de plata y con la corona real grabada.
El Rey Juan Carlos la examinó durante un largo tiempo y preguntó por su origen. Rav Metzger hablaba en hebreo mientras que el embajador de Israel en España, Don Víctor Harel, traducía al español -¿Viene este objeto de África? preguntó el Rey – No Majestad, viene de la Tierra de Israel. Cada vez más perplejo, el Rey preguntó si aquel objeto se atizaba en las corridas y Rav Metzger explicó cortésmente que el judaísmo impedía hacer sufrir de manera inútil a los animales.
– ¿Pues de qué sirve este cuerno de animal?
Rav Metzger aprovechó esta conversación para recordar al Rey un capítulo doloroso de la historia de los Judíos de España. El Rey le escuchó atentamente: – «Majestad, este regalo va a permitirnos terminar de manera definitiva con la historia. Hace más de quinientos años, la Edad de Oro del Judaísmo terminó bruscamente cuando sus antepasados, el Rey Fernando y su esposa Isabel, incitados por el Inquisidor Torquemada, expulsaron a mis antepasados. Los judíos que tanto habían contribuido al desarrollo de su país tuvieron que huir, abandonando todos sus bienes para instalarse en países más hospitalarios.
Algunos se quedaron en España y se convirtieron guardando en secreto sus leyes y sus costumbres. Actuaban como católicos devotos pero respetaban las leyes de la Torá, encendiendo sus velas de shabat en los armarios para que nadie se de cuenta. En los días de fiesta aquellos Marranos se reunían en los sótanos para rezar. Nuestro rezo de Kol Nidre, al principio del oficio del Yom Kippur está atribuido a esos Marranos que anulaban de esta manera sus declaraciones de pertenencia al catolicismo.
Rezaban con fervor y voz muy baja para que la inquisición que sabía torturar y quemar a los heréticos no los descubriera. Para Rosh Hashaná, se enfrentaban a un dilema: podían rezar con voz baja pero ¿y el Shofar? Un jefe de orquesta de origen judío, encontró una solución original. Propuso al rey organizar un concierto gratuito para presentar diversos instrumentos de viento, venidos de todos los países y de todas las épocas. El Rey quien adoraba la música quedó encantado. El jefe de orquesta propuso la fecha de Rosh Hashaná. El Rey, la Reina los ministros y los cortesanos se sentaron en la primera fila; todos los demás se pusieron atrás y entre ellos los Marranos. Los músicos presentaron diferentes instrumentos, desde la flauta del pastor hasta la trompeta del soldado; el jefe de orquesta propuso de soplar el mismo en un cuerno de morueco, que presentó como el más antiguo de los instrumentos de viento conocidos.
El Rey y la Reina se interesaron por aquella curiosidad, contemplaron ese instrumento; el maestro se lo llevó a la boca mientras que, en el fondo de la sala, los marranos pronunciaban con voz baja las dos bendiciones:
«Bendito seas Dios, Rey del Universo, que nos ha santificado con sus Mandamientos y nos ha ordenado de escuchar el Shofar» «Bendito seas Dios, Rey del Universo que nos ha hecho vivir, nos ha mantenido y que nos ha hecho llegar hasta esta época».
El jefe de orquesta sopló en el Shofar como lo exige la Halaja y todos los espectadores se callaron. Estuvo muy aplaudido. Hoy, Majestad, prosiguió Rav Metzger, nos volvemos a encontrar, quinientos años más tarde, de manera más amistosa. Como Gran Rabino de Israel, me siento muy feliz de volver a España. En nombre de mi pueblo le doy las gracias pues ahora los Judíos pueden vivir libres en su país. Gozan de una libertad de culto y el día de Rosh Hashaná, pueden tocar el Shofar en las sinagogas restauradas. Gracias a Dios, puedo, hoy, ofrecerle este Shofar sin esconderme pues es usted un soberano atento a la democracia. Ahora en España todos pueden rezar sin miedo.
Aceptando el Shofar, dijo el Rey Señor Gran Rabino:-» He recibido muchos regalos y trofeos de muchos hombres de Estados del mundo entero. Pero este regalo es portador de un significado histórico y le agradezco este Shofar y su historia. Rav Metzger declaró al Rey que quería darle una bendición, como está encomendado por los Sabios.
Los dos se pusieron de pie, Rav Metzger cerró los ojos, levantó las manos hacia la cabeza del Rey y dijo la bendición con gran fervor. Cuando terminó Rav Metzger abrió los ojos y vio que el Rey lloraba sin querer esconderse…
Según la historia, la madre de Fernando I, Rey que firmó la expulsión de los judíos en el año 1492, y que dejó la Inquisición instalarse durante siglos, era judía. Se llamaba Juana Enríquez, y su madre era Paloma bat Guedaliah (Paloma hija de Guedaliah). El abuelo paterno de Juana Enríquez es Alonso Enríquez, señor de Medina de Rioseco (1354-1429) cuyo padre es Fabrique de Castilla y cuya madre es Paloma bat Guedaliah, nieta de Shlomo Ha-Zaken ben David, descendiente del rey David.
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Shalom Ovrajam,
Baruj HaShem
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