El 11 de abril de 1909, un grupo de 66 judíos se reunieron en algunas dunas de arena, al norte de la antigua ciudad portuaria de Jaffa para participar en una de las loterías de propiedad inmobiliaria más improbables de la historia.
Un relojero de Lodz, Akiva Weiss, pasó una lata llena de conchas numeradas designando las parcelas en las que se esperaba que los participantes se construyeran sus viviendas. Muchos eran inmigrantes de Europa del Este que vivían en los abarrotados barrios árabes de Jaffa.
Les atraía aquella lotería no sólo por la promesa de casas con jardín y brisa del mar, sino también por el sueño de renovación nacional -aunque los aspectos estrictamente sionistas del proyecto tuvieron que ser minimizados.
A final de cuentas el terreno en el que los judíos esperaban construir era parte del Imperio Otomano. Hubiera sido imprudente desagradar al sultán turco, el pretendiente del califato musulmán y defensor del Islam. El folleto para la urbanización, sin embargo, señalaba su propósito histórico.
Declaraba que el nuevo barrio junto al mar Mediterráneo con el tiempo se convertiría en la «primera ciudad hebrea», donde, gracias al trabajo duro, los judíos podrían refutar los estereotipos antisemitas que les representan como parásitos urbanos.
Se trataba de una iniciativa polémica incluso entre los judíos que vivían en Palestina. Muchos temían que la urbanización lo convirtiera en un gueto judío vulnerable. El proyecto se volvió aun más improbable después de que estallara la Primera Guerra Mundial y las autoridades otomanas evacuaran a los residentes judíos de la zona costera.
Sin embargo, menos de 40 años más tarde, David Ben-Gurión leyó la declaración de independencia de Israel en el Museo de Tel Aviv sobre el majestuoso y arbolado Boulevard Rothschild, no muy lejos del lugar en la playa donde el sorteo había tenido lugar.
El padre fundador de Israel pudo apostar por la proclamación de independencia en parte porque la población de la primera ciudad hebrea había crecido a más de 250.000 habitantes y se había convertido en el baluarte económico y político del estado judío naciente.
Tel Aviv, a continuación, serviría como centro de mando militar durante la guerra de 1948, que duró un año, en la que Israel combatió contra cinco ejércitos árabes invasores.
En 1933, los nazis cerraron la escuela de arte Bauhaus de fama mundial. Varios arquitectos judíos asociados con el movimiento modernista emigraron a Tel Aviv y fueron los pioneros en una ola de construcción de la Bauhaus en la ciudad. Hoy en día más de 3.000 edificios Bauhaus todavía permanecen allí, más que en cualquier otra ciudad del mundo.
Es la ciudad designada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad por su abundante arquitectura Bauhaus. En 1923, Meir Dizengoff, uno de los promotores de la lotería en las dunas, se convirtió en el primer alcalde de la ciudad. Fue una figura destacada, autocrática, que a diario recorría a caballo su ciudad en expansión.
Dizengoff respaldó la comunidad empresarial, incluso cuando la línea oficial sionista proclamaba la superioridad moral de los kibutzim y el «movimiento de los trabajadores.»
Contra las acusaciones socialistas de que el materialismo descarado de Tel Aviv reflejaba los valores corruptos que los judíos habían aprendido durante su exilio, Dizengoff promovió abiertamente la iniciativa empresarial y el capital privado. Creer que el comercio deforma el carácter judío, argumentó, era aceptar los estereotipos anti-semitas.
«Tel Aviv fue fundada por la iniciativa de los particulares», escribió. «La victoria de Tel Aviv es la victoria de la clase media.» En noviembre de 1947, la Asamblea General de Naciones Unidas votó la partición de Palestina en dos distintos estados, árabe y judío.
Casi de inmediato, unidades del Ejército de Liberación Árabe entraron en Jaffa y lanzaron ataques contra la vecina Tel Aviv. Durante la posterior Guerra de la Independencia, aviones de guerra egipcios bombardearon Tel Aviv, y el ejército egipcio avanzó hasta un punto a 20 millas al sur de la ciudad. Desde entonces, en los últimos 62 anos, la ciudad tiene fama de ser un autentica isla.
Incluso en la segunda guerra del 2006 un millón de israelíes que viven a tan solo 70 kms en el norte del país pasaron 5 semanas en los refugios mientras que en Tel Aviv la vida continuaba como siempre.
Muchos del norte fueron invitados a la ciudad para ahorrar los traumas de la guerra. El año pasado la primera ciudad hebrea celebró su centenario. Famosos y dignatarios de todo el mundo se unieron a las festividades, a menudo expresando admiración por la ciudad mas dinámica y cosmopolita de Israel.
En contra de los pronósticos de los escépticos, el barrio en las dunas no se convirtió en un gueto: Tel Aviv es ahora la ciudad más próspera, tolerante, y empapada de cultura de Oriente Medio. La reciente explosión cultural de Tel Aviv, fue posible en gran medida por el éxito de la clase empresarial y comercial de la ciudad.
Durante las dos últimas décadas el área metropolitana de Tel Aviv se ha convertido en el centro israelí de las start ups de alta tecnología. De hecho, Tel Aviv se ha convertido en una de las ciudades tecnológicamente más influyentes en el mundo.
La revolución económica de la ciudad ha contribuido a que muchos israelíes mejoraran su situación económica. El PIB de Israel alcanzó los 200 billones de dólares en 2008, con un ingreso per cápita de alrededor de 28.000 dólares.
Para sus 400.000 habitantes, la ciudad ofrece ahora más de una docena de orquestas sinfónicas y conjuntos de cámara, numerosos grupos de teatro y compañías de danza, un sin número de galerías de arte, museos y librerías, y una legendaria vida nocturna que no para.
Y Tel Aviv todavía ama a sus poetas: los mejores versos hebreos del siglo XX, de Bialik a Yehuda Amijai, han sido grabados en las fachadas de cristal de las paradas de autobús públicas. A pesar de los altos precios de sus casas y de sus rascacielos, Tel Aviv ha vuelto a ser el lugar donde quieren vivir numerosos jóvenes israelíes ambiciosos y talentosos.
Tel Aviv es la ciudad más socialmente liberal de Oriente Medio, en algunos aspectos, es incluso socialmente más tolerante que el Nueva York de Michael Bloomberg, el faro auto-nombrado de la tolerancia urbana.
La revista Out, por ejemplo, llama Tel Aviv «la capital gay de Oriente Medio». Es también la capital de las mujeres solteras. Según las últimas estadísticas, se trata de un 44% de las mujeres .La cifra es de 8% en Ashdod, 12% en Petah Tikva, 14% en Rishon LeZion, 21% en Jerusalén e 23% en Haifa.
En 1921 cuando la ciudad tenía 11 años, el entonces ministro británico de las Colonias, Winston Churchill visito Tel Aviv y expreso su estupefacción por el desarrollo de la ciudad. El alcalde había ordenado traer palmeras de poblados vecinos y plantarlas en las arenas de la avenida Rothschild.
Churchill no pudo contener la risa, cuando los árboles empezaron a derrumbarse uno tras otro. Y es que los niños, que le querían aplaudir, habían trepado a las palmeras…Churchill recomendó al alcalde: «Hace falta raíces más profundas, para poder resistir»…Muchas aguas corrieron en el rio Hayarkon desde entonces.
En la «ciudad que nunca se detiene» muchos pubs, discotecas y restaurantes están abiertos toda la noche. Muchos de ellos son pick-up bars, o sea lugares de ligue. Los israelíes le llaman el «estado de Tel Aviv».
Las comparaciones con la sagrada Jerusalén, situada solo a 90 Kms de distancia son inevitables. El alcalde Ron Juldai resume a La Vanguardia:»Tel Aviv no tiene historia ni futuro. Es la ciudad del ahora, del presente. A diferencia de Jerusalén, no está atrapada por su pasado y se reinventa a cada momento, ya que sus ciudadanos constantemente rehacen sus vidas».
Difusion: www.porisrael.org
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