Sal Emergui
Jerusalén
Elmundo.es
28/01/2011
Netanyahu (izqda.) saluda a Mubarak, en una reciente reunión en Egipto. | Efe
«Vivimos en un vecindario muy complicado que no concede a los más débiles una segunda oportunidad. Por eso, debemos estar muy atentos a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Si queremos proteger nuestra casa, no podemos permitirnos el lujo de confiarnos ni un segundo». Así define el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, la situación de su país en Oriente Próximo. Un vecindario, siguiendo su símil, en estado de máxima tensión y ebullición.
La actual convulsión en el mundo árabe ha provocado que la ‘casa’ de Israel tenga las antenas más activadas que nunca. Los escenarios bajo seguimiento se han multiplicado: la revolución en Túnez, el vuelco del Gobierno libanés protagonizado por el grupo chií Hizbulá, los indicios de protestas en Jordania, la crisis palestina por las filtraciones de Al Yazira y, sobre todo, las manifestaciones que tambalean lo que parecía el eterno régimen de Hosni Mubarak en Egipto.
Oficialmente, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu mantiene el silencio aunque sigue con mucha atención y preocupación los acontecimientos en la región, básicamente en dos frentes, Beirut y El Cairo.
«Egipto es el país árabe más importante y la caída del régimen de Mubarak podría provocar un caos total en toda la región. Egipto es un ancla central de EEUU que le otorga una generosa ayuda militar. Su alianza estratégica se basa, entre otras cosas, en la estabilidad y la vigencia del acuerdo de paz con Israel», opina Zvi Mazel, el ex embajador israelí en Egipto, que, junto a Jordania, es el único país árabe que mantiene relaciones diplomáticas con Israel.
El general en la reserva y analista israelí, Yaacov Amidror, es más contundente: «La consolidación de las protestas callejeras contra las dictaduras relativamente moderadas árabes no significa necesariamente la llegada de más democratización y libertad. En Irán, muchas fuerzas entre ellas las más liberales iniciaron la revolución contra el Sha y al final el movimiento islamista y los ayatolas crearon un ente totalitario y mucho más bárbaro que el del Sha».
Los dirigentes israelíes temen que la caída de Mubarak -su gran aliado regional- provoque una peligrosa incertidumbre en su frontera y ponga en peligro el acuerdo de paz firmado en 1979. Una paz fría pero vital para los intereses israelíes. A nivel declarativo, Israel cree que el silencio es la mejor forma para ayudar al veterano presidente egipcio. Lo último que éste necesita ahora mismo es una palabra elogiosa de Israel. En cualquier caso, expertos y ex ministros israelíes no creen que Mubarak caiga en los próximos días.
Uno de los oficiales del Ejército israelí más importante afirma a ELMUNDO.es que «lo que pasa en Egipto y Líbano son temas internos de esos países, aunque evidentemente nuestra obligación es estar muy atentos y seguir los acontecimientos desde la distancia». Según él, «Hizbulá, como ‘brazo armado’ e ideológico de Irán, es mucho más fuerte que el Ejército libanés. Su poderío militar es superior al de muchísimos países y no sólo de la región. Si Hizbulá quiere, puede ocupar y controlar todo el Líbano pero no está muy claro que quiera ahora una guerra civil», explica el militar descartando también un inminente enfrentamiento armado con Hizbulá.
La creciente tensión en los países árabes y el efecto dominó de las protestas callejeras generan horas extra de trabajo e inquietud en los servicios de Inteligencia de Israel.
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