Eva Bes
Primero, los israelíes son personas que detienen a una mujer con un cochecito de bebe en un día invernal para indicarle que sería bueno colocarle un gorrito a la criatura. Segundo, los israelíes son los que toman 300 bolsitas de nylon del supermercado para “tener” en casa. Tercero, los israelíes son aquellos que creen que una fila en un aeropuerto (de hecho, en todos lados), debe verse como una pirámide. O sea, una persona en el mostrador, detrás de ella dos, luego tres acompañando y así sucesivamente.
Israelíes son los que circulan con sus coches a las dos y media de la mañana en una carretera oscura y, de todos modos, se detienen para ayudar a un desconocido a cambiar sus neumáticos. Los israelíes son los que controlan cada año la lista de los Premios Nobel y de los Premios Oscar para verificar cuántos apellidos judíos han sido galardonados.
Los israelíes están convencidos que la palabra “político” es algo malo que sirve como un insulto. Los israelíes son los que entienden de todo y son hábiles en todos los ámbitos. Cada israelí podría haber escrito Harry Potter, podría haber sido Primer Ministro y Jefe del Estado Mayor del Ejército, y hasta entrenar a un campeón olímpico… pero no tienen tiempo para eso…
Los israelíes son personas que suponen que la palabra “fiesta” (Jag) es el apodo en código de “vamos a tirar a la basura la dieta que estamos haciendo”. Los israelíes son los que hablan a los gritos vía su teléfono celular con sus ex parejas, sobre el acuerdo de pensión, incluso si están en medio de un autobús repleto de gente y todos lo observan con interés (y hasta opinan sobre lo justo o injusto del acuerdo).
Los israelíes compran cada año, en la semana del libro, libros que nunca van a leer pero que siempre tienen la intención de leer. Los israelíes son los que insultan en tres idiomas: inglés, árabe e idish, nunca en hebreo. Los israelíes son los únicos en el mundo que besan a una persona que no conocen y que se asombran porque el susodicho se sorprende.
Los israelíes se despiden de alguien que tienen que encontrar de nuevo dentro de tres días con un abrazo, besos y promesas de mantener el contacto. Los hombres israelíes creen que si se pierden un noticiero el mundo se desplomará. Las mujeres creen que si escuchan todo el día noticias en la casa, su matrimonio se irá al trasto.
Cada israelí tiene un hijo que seguramente sabe más que su maestro. Los israelíes pueden llegar a pelearse por aupar a un nene gritón y rojo de rabia por el hecho de tratarse de su sobrino. Los israelíes son los que son capaces de escribir respuestas a artículos de prensa que son más largos que los originales.
Los israelíes son los que hablan a los gritos desde ambos lados de la calle con tal de no cruzar. Los israelíes pasean por la India pero hablan en hebreo con todas las personas que se encuentran. Los israelíes son los que se pasan todo el secundario en la playa pero luego de servir el ejército le pagan a un instituto que los ayude a dar libres el examen final del bachillerato.
Los israelíes contratan un hotel en Jerusalén para quejarse en la recepción: ¿Por qué no se ve el mar desde la ventana? (no hay mar en Jerusalén). Los israelíes son los que ven un cartel que anuncia “pintura fresca”, apoyan su mano para luego decir asombrados “¡opa… de verdad está fresca esta pintura!”.
Los israelíes son los que escuchan el megáfono de una patrulla de la policía que dice: “los civiles… por favor no acercarse a esta zona”, y a las corridas se acercan para ver de qué se trata. Los israelíes son los que llegan a una fila y preguntan ¿quién es el último?, y tras recibir la respuesta agregan, “¡estoy detrás de ti OK!” y parten rumbo a sus otros trámites.
Los israelíes siempre conocieron a alguien famoso cuando eran chicos y no tendrán ningún reparo en comentarte lo poco agraciado que era esta persona. Los israelíes escuchan la sirena del Día de los Soldados caídos y saldrán de un negocio para pararse firmes en medio de una calle y de paso controlar que todos también cumplen con el ritual.
Los israelíes están convencidos que cuando en un hotel se señala que es “pensión completa” uno puede llevarse las toallas y los jabones a casa”. Los israelíes le contaran a todos el “milagro” que les ocurrió ya que el atentado sucedió en el mismo número de autobús que ellos tomaban hace tres años. Los israelíes escriben en sus curriculum vitae que eran “vice directores de distribución y marketing de una importante empresa alimenticia” siendo que, de verdad, ellos trabajaban llevando pizzas a domicilio. Más aún, en un poster personal señalarán que poseen “basta experiencia en relaciones públicas”.
Los israelíes se quejan del calor que se siente en el centro del país entonces se toman vacaciones en Eilat (45 grados a la sombra con suerte). Los israelíes se compran zapatillas deportivas de marca para caminar desde el estacionamiento hasta la oficina.
Los israelíes siempre llegan al médico “solamente para recoger una receta, ¿puedo pasar primero?”. Una pareja de israelíes formada por un judío llegado de Marruecos y una mujer de Rusia tiene un hijo que le ponen “John” para que lo tenga fácil cuando, quizás, se vaya a vivir a los Estados Unidos. Todos los israelíes que saben solucionar el conflicto en el Medio Oriente trabajan de taxistas.
Los israelíes lloran con facilidad en las películas porque simplemente hay oscuridad en la sala. Los israelíes te comentaran sobre la calidad de la comida ante la pregunta ¿cómo estuvo el casamiento? Los israelíes escuchan el comienzo de la canción “Jerusalén de Oro” y se pondrán a buscar pañuelitos de papel. Y por último… los israelíes son los que afirman que el país está en la lona pero no dudarán de llamar “antisemita” a quien se atreve a criticarlo.
Una crónica traducida y mejorada de aish.co.il
todo estereotipo tiene algo de cierto.