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| domingo noviembre 24, 2024

El Frente Amplio, Israel y la Cuestión Palestina


Dr. Julio María Sanguinetti

El Correo de los Viernes

PalestinaMixIsrael

Nuestro gobierno ha terminado por reconocer “al Estado” palestino, luego de varios anuncios que tempranamente comenzaron en abril del año pasado.

Hemos comentado el tema más de una vez, pero bien cabe subrayar lo que esto significa en términos de la política exterior uruguaya.

Esta decisión representa una fractura en la tradición diplomática nacional, un agravio inútil a un país tradicionalmente amigo como Israel, el desconocimiento de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un total desprecio al Derecho Internacional y, como si fuera poco todo esto, un tácito apoyo al terrorismo que representa sin duda la organización Hamas.

Ante todo un quiebre, entonces, sin motivaciones y fundamentos de fondo.

¿Cuál es la razón de este acto apresurado?

¿Qué es lo que mueve en el terreno político esta decisión?

Que la paz de Medio Oriente requiere dos Estados lo sabemos desde 1948, en que se crearon y los países árabes barrieron de un plumazo el “Estado árabe” definido en la misma resolución que Israel. Lo supimos entonces y lo sabemos ahora y sólo el violentismo antijudío ha demorado este logro. En esa dirección se han venido dando pasos y la creación de la Autoridad Nacional Palestina fue muy importante.

Pero da la casualidad que su mandato está desconocido en la franja de Gaza, donde gobierna un régimen islamista de Hamas, impone su ley de la fuerza y proclama su voluntad destructiva de su vecino Israel.

¿Cuál es entonces la razón de este reconocimiento sin compromiso ninguno del reconocido?

Desde ya que hablar de un “Estado” es un grueso error jurídico y político.

Los clásicos elementos de un Estado no están dados. El territorio no está definido ni mínimamente. El poder soberano o capacidad de autogobernarse tampoco, porque tenemos dos gobiernos palestinos, uno en Cisjordania y otro en Gaza.

Lo único que existe es una población, pero también fragmentada y dividida. Es una fantochada entonces hablar de un Estado cuando estamos ante una situación muy lejana a una configuración de este tipo. Nuestro país históricamente ha sido muy cuidadoso en estas situaciones.

 

Ahora marchamos detrás del bombo propagandístico.

La resolución 242 de Naciones Unidas, por otra parte, fue bien clara en requerir un reconocimiento de “la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenaza o actos de fuerza”.

Es evidente que Israel no es reconocido por el grupo que de facto gobierna en Gaza, que continúa proclamando su destrucción, en acuerdo con las organizaciones terroristas y aún Estados como Irán.

Mientras no se dé una situación mínima de respeto al otro y de reconocimiento de su existencia, ¿Cómo puede otorgarse ese reconocimiento de modo tan gratuito? ¿Qué clase de paz vamos a edificar sobre la base de que una parte no reconoce la existencia de la otra?

No hay entonces el menor sustento jurídico para este reconocimiento. Mucho menos lo hay en el terreno político.

Se sabe lo difícil que es seguir avanzando en este proceso. Adelantarse a este reconocimiento es disminuir el interés en negociar de la parte Palestina. Si ya obtiene un reconocimiento internacional, ¿Para qué va a seguir negociando?

Israel, que existe y es una notable realidad, lo hace para vivir en paz, para tener fronteras reconocidas, ese es su interés, proclamado y reconocido. A su vez los palestinos lo hacen para ser reconocidos como un Estado. ¿Por qué se le adelanta, entonces ese reconocimiento a cambio de nada, cuando ni siquiera pueden ofrecer la seguridad de que no van a agredir a Israel, como lo hicieron la semana pasada, sin ir más lejos, desde Gaza?

Este reconocimiento no es inocuo.

Le va quitando sustancia a la negociación, porque una de las partes va consiguiendo sus objetivos por afuera de la mesa de tratativas y no se compromete a nada. Eso es lo peor, lo que no puede mirarse distraídamente por Cancillerías como la nuestra o la de nuestros vecinos.

Este es un modo de cohonestar la acción terrorista, de darle reconocimiento y validez, incluso de desalentar a las fuerzas pacíficas que existen desde el lado islámico y que pierden capacidad para argumentar a favor de la concesión mínima de renunciar a la violencia.

El argumento de que muchos países ya han hecho ese reconocimiento no nos arrastra a nosotros. Que Brasil lo haya hecho, mucho menos, cuando Brasil ha seguido en los últimos años una política internacional errática, sin consulta a los socios del Mercosur, que le llevó incluso a la aventura de los abrazos con Irán y aquel extravagante plan que asoció a Turquía.

Como se aprecia, esto es algo más que una declaración. Es actuar directamente en contra de Israel y a favor de los grupos terroristas, no ya del pueblo palestino que es la víctima de la intolerancia de estos violentos. El pueblo palestino en Cisjordania empieza a vislumbrar el valor de la paz. En Gaza está peor que nunca y todos quienes le alaban y adulan, no hacen nada por ayudarles a tener inversiones y trabajo. Es realmente criminal el uso que se hace de esa gente pobre, a la que se inculca el fanatismo como si por esta vía pudiera encontrar alguna solución. De este modo se está apoyando a quienes van obteniendo objetivos políticos importantes sin una palabra de compromiso en cuanto a la paz.

Nuestro Frente Amplio nunca fue favorable a Israel, por su viejo antiyanquismo y, en el caso comunista, por el antijudaísmo del régimen soviético que tanto alabaron durante años y años. De la boca para afuera, han ido acompañando la tradición nacional en la materia, pero en cuanto se da la ocasión, aflora el viejo sentimiento. ¿No hemos visto, desde siempre, las banderas palestinas en los actos frentistas? ¿No hemos visto como toda la izquierda latinoamericana se ha sumado al “antisionismo”, que es la nueva máscara del antijudaísmo?

Los que hemos estado desde hace largos sesenta años, defendiendo la causa israelí, sabemos de qué modo estos grupos hacen contorsiones para esconder su verdadero sentimiento y tratar de engatusar a quienes no deberían caer en esa trampa.

Pero, cada tanto, la hilacha se muestra…

Y no puede dejarse pasar por alto, así como así, sin más trámite. Este es un bache grave en nuestra política exterior y debería tener consecuencias políticas más rotundas y claras.

 
Comentarios
Raquel Gunzburger

de haber reconocido a los palestinos,lo que me hace sentir avergonzada de haber pertenecido a ese partido

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