Rubén Kaplan
El 16 octubre de 2009, en una sesión especial, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, consecuente con su tradicional postura antiisraelí, aprobó el infamante informe elaborado por el jurista sudafricano Richard Goldstone, que condenaba a Israel y a Hamas, equiparando a la única democracia de Medio Oriente con una organización terrorista, por haber cometido ambas partes «crímenes de guerra» durante el conflicto en que contendieron en la Franja de Gaza entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009.
Para el gobierno israelí, el objetivo de la ofensiva denominada «Operación Plomo Fundido» era, en primera instancia, proteger a su población y, asimismo, una respuesta al lanzamiento incesante de cohetes y proyectiles de mortero contra objetivos civiles israelíes por parte de terroristas palestinos desde la Franja de Gaza. Cabe recordar que, desde que acabó el alto el fuego que precedió al conflicto hasta el inicio de la ofensiva, más de 200 proyectiles impactaron en ciudades del sur de Israel, tales como Ashdod, Ashkelon y Beer Sheva.
El operativo de las fuerzas militares del Estado hebreo, fue dirigido contra objetivos de la infraestructura de la organización terrorista Hamas, principalmente puertos, sedes ministeriales, cuarteles de policía, depósitos de armas y los túneles subterráneos que comunican la Franja de Gaza con Egipto. Los palestinos que con sus continuos e injustificados ataques a civiles (Israel se había retirado unilateralmente de Gaza) desencadenaron el conflicto, llamaron a esa nítida acción defensiva israelí la «Masacre de Gaza», slogan falaz que se acuñó en gran parte del mundo.
Como consecuencia del enfrentamiento hubo 11 bajas entre soldados y 3 civiles por parte de los israelíes. Según el Centro Palestino para los Derechos Humanos, de los 1.434 palestinos fallecidos durante el conflicto, 960 eran civiles, 288 de ellos menores de dieciocho años, mientras que un informe presentado por el ejército israelí reconocía 1.166 palestinos muertos, entre 457 y 295 de ellos víctimas civiles. La desproporción en las cifras obedece a varios factores: a la diferencia de poderío bélico entre Israel y el Hamas, al hecho que los terroristas no usaran uniformes distintivos y que se mezclaran con la población civil para utilizarla como escudos humanos, lanzando desde casas particulares, escuelas u hospitales ataques con misiles a Israel, sabiendo que la réplica del ejército hebreo sería lógicamente al lugar de donde procedían los ataques.
Que hayan habido muy pocas víctimas civiles entre los israelíes, se debe a que su gobierno los protege, construyendo refugios para que prontamente se puedan guarnecer en caso de ser objetos de ataques de misiles y por supuesto, no usándolos como escudos como hacen los palestinos con su propia gente.
Esta diabólica estrategia del Hamas, también es compartida por el movimiento terrorista Hezbollah en Líbano. En agosto de 2010, las reiteradas denuncias acerca de la perversa metodología de Hezbollah de utilizar como escudos humanos a civiles en el Líbano, en la guerra que sostuvo con Israel en 2006, al montar una vasta estructura militar en áreas populosas, quedaron fidedignamente corroboradas por la inusual revelación del IDF (Israel Defense Force) a la prensa, de la ubicación precisa de los escondites y refugios del grupo terrorista chiíta armado y financiado por Irán, en el sur del País de los Cedros. Un oficial del Comando Norte israelí exhibió a la agencia de noticias Associated Press fotos de puestos de avanzada del Hezbollah ocultos en zonas civiles, lo que constituye una flagrante violación de la Convención de Ginebra para la Protección de Víctimas de Conflictos Armados, cuyo protocolo estipula que no se pueden utilizar a civiles como escudos en contiendas militares. Otras pruebas aportadas por el ejército israelí, destacaban que muchos almacenes de armas se encuentran en casas de civiles.
A fines de marzo pasado, un alto funcionario de Defensa israelí difundió un detallado mapa que señala por lo menos 1000 búnker, puestos de vigilancia y otras 100 instalaciones armadas que el Hezbollah tiene en zonas densamente pobladas en el Líbano.
La mayoría de los sitios marcados en el mapa, que publicó el diario Washington Post, están ubicados al sur del río Litani. Mientras, en otro mapa que muestra una vista área de la aldea Al Khiam, en el sur del Líbano, se observan diez depósitos de armas. Los polvorines o arsenales están ubicados en las proximidades de centros médicos y escuelas. El diario citó a un alto comandante israelí: «Nuestro interés es mostrar al mundo que la organización Hezbollah transformó a estas aldeas en zonas de combate».
El viernes 1 de abril, Richard Goldstone, escritor, juez retirado de la Corte Constitucional de Sudáfrica y ex fiscal de los tribunales penales internacionales de las Naciones Unidas para la ex Yugoslavia y Ruanda, que presidió a la misión de las Naciones Unidas de investigación sobre el conflicto de Gaza, en una nota escrita en el Washington Post, hizo un tardío mea culpa sobre el informe de la guerra de Gaza y las responsabilidades compartidas de Israel y el Hamas en los «crímenes de guerra» y de «lesa humanidad», del que transcribo algunos puntos destacados: «Sabemos hoy mucho más sobre lo que sucedió en la guerra de Gaza de 2008-09 cuando presidí la misión de investigación designada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que produjo lo que ha llegado a ser conocido como el informe de Goldstone. Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el informe habría sido un documento diferente.» «Israel ha dedicado importantes recursos para investigar más de 400 denuncias de conducta operacional en Gaza» mientras que «las autoridades de facto (es decir, Hamas) no realizaron ninguna investigación sobre el lanzamiento de ataques de mortero y de cohetes contra Israel.»
Una de las conclusiones del mendaz informe Goldstone, que dañó enormemente a Israel, al ser aprovechado por la propaganda palestina y la izquierda aliada que lo parangonaba como nazi, fue que hay pruebas concluyentes que el Hamas atacó expresamente a civiles, mientras que las víctimas civiles causadas por Israel no fueron un política de ése Estado. «Insistí en cambiar el mandato original aprobado por el Consejo de Derechos Humanos, que fue sesgado contra Israel. Siempre he sido claro que Israel, al igual que cualquier otra nación soberana, tiene el derecho y la obligación de defender a sí mismo y a sus ciudadanos contra ataques desde el exterior y dentro».
«Algo que no ha sido reconocido con suficiente frecuencia es el hecho de que nuestro informe marcó los primeros actos ilegales de tiempo del terrorismo de Hamas estaban siendo investigados y condenados por las Naciones Unidas. Yo esperaba que nuestra investigación sobre todos los aspectos del conflicto de Gaza comenzara una nueva era de imparcialidad en el Consejo de derechos humanos de las Naciones Unidas, cuya historia de sesgo contra Israel no puede ponerse en duda».
«Algunos han sugerido que es absurdo pretender que Hamas, una organización que tiene una política para destruir el Estado de Israel, investigara lo que dijimos fueron graves crímenes de guerra. Era mi esperanza, que Hamas lo haría, especialmente por el hecho que Israel realizó su propia investigación. Por lo menos esperaba que en frente de una clara evidencia que sus miembros estaban cometiendo graves crímenes de guerra, Hamas limitaría sus ataques. Por desgracia, no ha sido el caso. Cientos más de cohetes y granadas de mortero han sido dirigidos a objetivos civiles en el sur de Israel.
Que comparativamente pocos israelíes han sido asesinados por los ataques ilegales de cohete y mortero desde Gaza en absoluto minimiza la delincuencia. El Consejo de derechos humanos de la ONU debe condenar estos actos atroces en los términos más enérgicos. Al final, pidiendo a Hamas que investigara puede haber sido una empresa equivocada. Así, también, el Consejo de Derechos Humanos debe condenar la masacre reciente, inexcusable y a sangre fría de una joven pareja israelí y tres de sus hijos pequeños en sus camas».
Es sabido que una denuncia como la que produjo oportunamente el informe Goldstone, ocupa la primera plana de los periódicos de casi todo el mundo, mientras que las desmentidas o rectificaciones posteriores, pasan casi inadvertidas en los medios. Tal es así, que el diario The New York Times, que le dedicó amplia cobertura cuando se difundió por primera vez, en esta ocasión se negó a publicar el artículo rectificatorio de Richard Goldstone, el que siendo judío, sobreactuó su equidistancia, dejándose manipular y creyendo las mentiras de los terroristas de Hamas.
El Estado de Israel, celebró la retractación tardía de Goldstone y pretende que la ONU desestime el falaz informe, a lo que se niega el Hamas. El gobierno israelí, cuyo manejo del esclarecimiento y comunicación es muy deficiente, tiene una responsabilidad concomitante en el daño que sufrió el país, al no haber hecho en tiempo y forma la investigación que, oportunamente, le fue requerida.
Rubén Kaplan
Autor «Tras el velo»- La mujer en el Islam
http://www.rkpress.com.ar/
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