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| domingo noviembre 24, 2024

En el país de los sumisos


Mario Satz

Porisrael.org

iran-sumisosAntes de que alguna tercermundista universidad argentina obsequie  al cretino de Ahmadineyad con el premio al esclarecimiento de los pueblos, y  antes aún que sus palabras arrastren a las masas estúpidas hacia su propia ceguera, precisemos que su odio a Israel y Estados Unidos no tiene ni tendrá cura. La gente con una sola neurona en la cabeza, y además monocorde, es incapaz de cambiar su punto de vista. Bush se equivocó invadiendo Irak, el verdadero enemigo es Irán, el Irán de los ayatolás. Una vez que los teócratas se montan al caballo de Troya del poder-y ojalá eso no ocurra en el mismísimo Israel-estamos ante el dualismo zoroástrico, yo soy la luz y tú la sombra. Se acabaron los matices, la compasión, la solidaridad y, sobre todo, se acabó la verdad. Yo soy la Ley y tú la transgresión. Yo soy la voz del pueblo, el clamor de las  masas  oprimidas y tú el que cuenta su dinero.

Eso es lo que lleva tiempo diciendo el enano de ojos mínimos sin que nadie lo tome, aquí en Occidente, verdaderamente en serio. Decir que Occidente y Estados Unidos se han montado lo de Libia para defender a Israel no sólo es una aberración sino una mentira podrida. Incluso si se tratase de una intervención colonialista, que ya no puede serlo, las razones para acorralar y, de ser posible, echar a los Gadafi del poder son bien claras ahora: la miseria moral y física de los libios o su empuje hacia un mañana más democrático y justo. El problema es que se trata de un avispero salvaje, no de una rica colmena fácil de desplazar de un campo a otro. La opción de un país dividido en dos es pésima, pero peor aún sería perder la batalla contra el tirano después de todo lo que de él sabemos.

Cuando oímos decir al gobernante de Teherán que la voz y el voto lo deben tener los pueblos es imposible no  preguntarse por qué no sostiene lo mismo fronteras adentro. El pueblo en  el que piensa ese cretino en el país de lo sumisos, es una entelequia, un abstracción, no la gente real que sufre, grita, protesta, se oculta y finalmente, si es detenida, padece castigo y tortura hasta desaparecer del mapa. Que  A. aproveche cualquier desorden internacional para cargar contra Israel es un recurso fácil por el que pagará un alto precio, seguramente inclinando a una parte de la juventud iraní hacia Israel más por necesidad que por verdadero interés. Querrán saber cómo es ése país del que se dice que debe desaparecer y cada día está más afianzado en su lugar natal; querrán, las mujeres, averiguar cómo viven en el estado de los judíos las madres, las novias, las profesoras, las soldados, hasta que, habiéndolo visto, se percaten de que el gran mentiroso ha estado cavando su tumba con las palas de la falsa información.

No debemos preguntarnos por qué tenemos determinado enemigo sino qué programa tiene, a qué aspira, cuáles son sus sueños, desenmascarado lo cual habremos fortalecido tanto la verdad como nuestra capacidad de defenderla. ¿Qué diferencia hay entre el capitalismo duro y puro y el capitalismo de estado a la iraní? Que el nuestro intenta corregir sus defectos una y otra vez poniendo coto a sus excesos y criticando sus propios resortes,  mientras el iraní  invierte en terror y en propaganda sin que de sus estamentos y proyectos salga una sola idea verdaderamente potable excepto velos y prohibiciones. Nosotros, que creemos menos en los rezos que en nuestra voluntad, empeñémonos en que en el país de los sumisos encuentren cuanto antes el camino para liberarse cuanto antes de su cretino. Si un mundo sin  Gadafi será sin duda un mundo mejor, un mundo sin Ahmadineyad será espléndido.

Fuente y difusion: www.porisrael.org

 
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