George Friedman
Stratfor
12 de abril de 2011.
Hay una cosa llamativa que falta en los acontecimientos de los últimos meses en Medio Oriente: Israel. Aunque ciertamente mencionado y condenado, ninguna de las manifestaciones se centró en la cuestión de Israel. Israel fue una cuestión secundaria para los manifestantes, con el foco puesto en reemplazar a gobernantes impopulares.
Esto es extraño. Incluso desde antes de la creación del Estado de Israel, el anti-sionismo ha sido una fuerza motriz entre el público árabe, quizá más de lo que ha sido respecto de los gobiernos árabes.
Mientras que unos pocos han estado dispuestos a desarrollar relaciones diplomáticas abiertas con Israel, muchos más han mantenido relaciones informales: numerosos gobiernos árabes han estado dispuestos a mantener relaciones secretas con Israel, con una amplia cooperación en inteligencia y asuntos relacionados. Sin embargo, no han estado dispuestos a provocar el disgusto de las masas árabes por causa de una cooperación abierta,
Eso hace que sea aún más extraño que los movimientos de oposición árabes – desde Libia a Bahrein – no hayan hecho un tema central de la abierta y encubierta cooperación con Israel, si no por otra razón, para movilizar a las masas árabes. Permítanme enfatizar que Israel fue a menudo un problema, pero no el problema central. Si nos retrotraemos a la ascensión del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y su revolución para el panarabismo y el socialismo, sus cuestiones contra el rey Faruk estaban fuertemente ligadas con el anti-sionismo. Del mismo modo, los islamistas radicales siempre han hecho de Israel un tema central, sin embargo no lo fue en esta ronda de disturbios. Esto fue particularmente sorprendente con regímenes como el de Egipto, que tenía relaciones formales con Israel.
No está claro por qué Israel no fue un punto de reunión. Una posible explicación es que las manifestaciones en el mundo islámico se centraron en líderes y regímenes impopulares, y la cuestión del gobierno local estaba en sus corazones. Eso es posible, pero cuando las manifestaciones tambaleaban, invocar a Israel, sobre todo, habría parecido lógico como una forma de legitimar su causa. Otra explicación podría haberse apoyado en la razón por la que la mayoría de estos levantamientos fracasaron, al menos hasta ahora, en lograr un cambio fundamental. No fueron movimientos de masas que involucraron a todas las clases de la sociedad sino, en gran medida, a los jóvenes y los mejor educados. Esta clase era más sofisticada acerca del mundo y comprendía la necesidad del apoyo estadounidense y europeo en el largo plazo; comprendieron que incluir a Israel en el conjunto de sus quejas probablemente reduciría la presión occidental para lograr los objetivos de los levantamientos. Sabemos de varios dirigentes del levantamiento egipcio, por ejemplo, que estaban cerca de Hamas pero que, deliberadamente, optaron por minimizar sus relaciones. Eran, claramente, intensamente anti-israelíes, pero no quisieron hacer de esto una cuestión crucial. En el caso de Egipto, no quisieron alienar a los militares o a occidente. Fueron lo suficientemente sofisticados como para llevar el asunto paso a paso.
La oportunidad de Hamas
Una segunda cosa que faltó en los disturbios: no hubo levantamientos ni Intifada en los territorios palestinos. Dado el malestar general que barría la región, parecería lógico que el público palestino hubiera presionado, tanto a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como a Hamas, para que organizara manifestaciones masivas en contra de Israel. Esto no sucedió.
Esto, claramente, no desagradó a la ANP, que no tenía ganas de suscribir otra intifada, lo que habría dado lugar a una masiva respuesta de Israel y al trastorno de la economía de la Margen Occidental. En cuanto a Hamas en Gaza, sin embargo, fue un caso diferente. Hamas está atrapado por el bloqueo egipcio-israelí. Este bloqueo limita su capacidad para acceder a las armas, así como también a suministros básicos necesarios para construir una economía mínimamente en funcionamiento. También limitó la capacidad de Hamas para construir un fuerte movimiento en la Margen Occidental que desafiara ahí el liderazgo de Fatah de la Autoridad Nacional Palestina.
Hamas ha estado aislado y atrapado en Gaza. El levantamiento en Egipto representaba una gran oportunidad para Hamas, ya que se comprometió a crear una nueva realidad en Gaza. Si los manifestantes hubieran logrado, no sólo el derrocamiento de Hosni Mubarak, sino también forzado un cambio real de régimen – o al menos obligado a los militares a cambiar su política en relación a Hamas – la puerta podría haberse abierto para que Hamas hubiera incrementado espectacularmente su poder y su margen de maniobra. Hamas sabía que tenía partidarios dentro de un segmento de los manifestantes y que querían un cambio de la política egipcia cobre Israel y Gaza. Sin embargo, se contentaron con esperar, especialmente porque la ANP no estaba preparada para lanzar una intifada en la Margen Occidental y porque una intifada limitada a Gaza habría tenido poco efecto. Así que esperaron.
Para Hamas, un cambio en la política egipcia era la apertura que le permitiría convertirse en, militar y políticamente, más eficaz. No ocurrió. Los acontecimientos de los últimos meses han mostrado que, a pesar de que los militares querían fuera a Mubarak, no estaban dispuestos a romper con Israel o cambiar su política acerca de Gaza. Más importante, los acontecimientos, hasta el momento, han mostrado que los manifestantes no estaban en condiciones de obligar a los militares egipcios a hacer algo que no quisieran hacer. Más allá de obligar a renunciar a Mubarak, y tal vez someterlo a juicio, las políticas básicas de su régimen se mantuvieron.
Durante las últimas semanas, se hizo evidente, para muchos observadores incluido al liderazgo de Hamas, que lo que se esperaba en Egipto, no iba a suceder en el corto plazo o quizás nunca. Al mismo tiempo, era obvio que el movimiento en el mundo árabe todavía no había muerto. Si Hamas pudiera combinar la animosidad histórica hacia Israel en el mundo árabe con los disturbios actuales, podría ser capaz de producir cambios en la política, no sólo en Egipto, sino también en el resto del mundo árabe, una región que, más allá de la retórica, se había convertido en cada vez más indiferente a la causa palestina.
Gaza se ha convertido en un símbolo, en el mundo árabe, de la resistencia palestina y de la opresión israelí. La última guerra en Gaza, la Operación Plomo Fundido, se ha convertido en un símbolo, utilizado en el mundo árabe y en Europa, para generar un sentimiento anti-israelí. Curiosamente, Richard Goldstone, autor principal de un informe sobre la operación que criticó duramente a Israel, la semana pasada se retractó de muchos de sus cargos. Uno de los importantes logros palestinos fue conformar la opinión pública en Europa sobre «Plomo Fundido» por medio del Informe Goldstone. Su retractación fue, por lo tanto, una derrota para Hamas.
Frente a la decisión de los manifestantes árabes de no hacer hincapié en Israel, frente al evidente fracaso del levantamiento egipcio en lograr cambios definitivos de política y frente a la retractación por parte de Goldstone de muchos de sus cargos, Hamas sintió claramente que no sólo se enfrentaba a una oportunidad perdida, sino que era probable que se enfrentara a un retroceso en la opinión pública occidental (aunque esta última era una consideración secundaria).
La ventaja, para Hamas, de otro conflicto de Gaza
Otro ataque israelí en Gaza podría generar fuerzas que beneficien a Hamas. En Plomo Fundido, el gobierno egipcio fue capaz de esquivar los llamados a poner fin a su bloqueo de Gaza y a romper relaciones con Israel. En 2011 podría no serle tan fácil resistir, en el caso de otra guerra. Además, con el levantamiento perdiendo vapor, una guerra en Gaza, podría reactivar de nuevo a Hamas, usando lo que se afirmaría ser la unilateral brutalidad de Israel, para llevar a multitudes mucho más grandes a la calle y obligar a un debilitado régimen egipcio a hacer el tipo de concesiones que le importan a Hamas.
Egipto es la clave para Hamas. Vinculada a un El Cairo anti Israel y pro Hamas, la Franja de Gaza volvería a su viejo estado como una bayoneta apuntando a Tel Aviv. Por cierto, sería una base para operaciones y una importante alternativa a Fatah. Pero una guerra beneficiaría a Hamas más ampliamente. Por ejemplo, la visión que Turquía tiene de Gaza ha cambiado, significativamente, desde el incidente flotilla de 2010, en el que comandos israelíes mataron a nueve civiles turcos en un barco con rumbo a Gaza. La relación de Turquía con Israel podría debilitarse más y, con Egipto y Turquía convertidos en hostiles a Israel, la posición de Hamas mejoraría. Si Hamas pudiera hacer que Hezbollah se uniera a la guerra desde el norte, entonces Israel estaría colocado en una posición militar desafiante, tal vez con Estados Unidos, temeroso de una crisis total de su sistema regional de alianzas, obligando a Israel a aceptar un acuerdo desfavorable.
Hamas tiene los mismos medios para iniciar una guerra que los que tenía antes de Plomo Fundido y los que tenía Hezbollah en 2006. Todavía puede disparar cohetes contra Israel. En su mayor parte, estos cohetes de artillería – Qassam de fabricación casera y morteros – no hacen daño. Pero algunos golpean objetivos israelíes y, bajo ninguna circunstancia, los constantes lanzamientos le remarcan, a un inquieto público israelí, los límites de la inteligencia israelí – Israel no sabe dónde se almacenan los misiles y no los puede quitar.
Añádase a esto el cohete que cayó 30 kilómetros al sur de Tel Aviv y la percepción pública israelí sobre la muerte de la mayoría de una familia judía en la Margen Occidental, incluyendo un bebé, y queda claro que Hamas está creando las circunstancias para que los israelíes no tengan otra opción que atacar a Gaza.
Fuera de la intervención
Después de la primera serie de ataques con cohetes, intervinieron dos naciones. Turquía intervino bastante públicamente, a través de Siria, para persuadir a Hamas que detenga sus ataques. Turquía comprendió la fragilidad del mundo árabe y no estaba interesado en que el levantamiento recibiera un impulso adicional de una guerra en Gaza. Los sauditas también intervinieron. Los sauditas proporcionan la principal financiación a Hamas a través de Siria y ellos mismos estaban tratando de estabilizar la situación desde Yemen hasta Bahrein, en sus fronteras sur y este; no querían que nadie echara más leña al fuego. Hamas, consecuentemente, se calmó.
Hamas reanudó sus ataques este fin de semana. No sabemos cuál es su razonamiento, pero lo podemos inferir: sea lo que fuere lo que Turquía, Arabia Saudita, Siria o cualquier otro quiera, ésta es la oportunidad histórica para Hamas. Si Egipto vuelve al status quo, Hamas vuelve a su trampa. Sea lo que fuere lo que sus amigos o aliados puedan decir, perder esta oportunidad histórica sería tonto para Hamas. Una guerra haría daño, pero una derrota podría convertirse en una victoria política.
No está claro cuál es el límite de los israelíes. Claramente, están tratando de evitar un ataque total contra Gaza, limitando su respuesta a unos pocos ataques aéreos. La existencia de la Cúpula de Hierro, un nuevo sistema para detener cohetes, le proporciona a Israel algún consuelo psicológico, pero faltan años para un despliegue completo, y su eficacia es aún desconocida. Los cohetes pueden soportarse sólo hasta antes de un ataque. Y la retractación de Goldstone les proporciona a los israelíes un sentimiento de reivindicación que les da más margen de maniobra.
Hamas parece poseer un montón de cohetes, y los usará hasta que Israel responda. Hamas usará la respuesta de Israel para tratar de poner en marcha un movimiento árabe más amplio, centrado tanto en Israel como en los regímenes que, abierta o encubiertamente, colaboran con Israel. Hamas espera, sobre todo, derrocar al régimen egipcio con un nuevamente vigorizado movimiento. Israel, sobre todo, no quiere que esto suceda. Resistirá el responderle a Hamas, siempre y cuando pueda, pero dada la situación política en Israel, su capacidad para hacerlo es limitada – y es eso con lo que Hamas está contando.
Para Estados Unidos y Europa, la fusión de islamistas y demócratas es una combinación explosiva. Separados, hacen poco. Juntos, realmente podrían desestabilizar la región y socavar aún más los esfuerzos de EE.UU. contra los jihadistas. Estados Unidos y Europa quieren que Israel se contenga, pero no pueden contener a Hamas. Otra guerra, por lo tanto, no está fuera de la cuestión – y al final, la decisión de iniciarla depende de Hamas.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Nota de Porisrael. Al dia de hoy 13/4/2011 se ha demostrado que kipat barzel (cúpula de hierro) es efectivo por lo que se ubicara otra batería en la frontera con Gaza para protección de los kibutzim.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.