James Bone
De: The Times
14 de abril 2011
Los palestinos no tienen muchas cartas para jugar en la mesa de póquer de la diplomacia internacional. Una declaración de condición de estado, la carta que la delegación palestina planea someter a la Asamblea General de la ONU en septiembre, es su as de espadas.
Ellos han jugado ese as antes. El 15 de noviembre de 1988, el Consejo Nacional Palestino proclamó la condición de estado y la Asamblea General, que en ese momento consideraba al sionismo como «una forma de racismo», adoptó la Resolución 43/177 reconociendo el nuevo estado.
La resolución decía que los miembros de la ONU «reconocen la proclamación del Estado de Palestina» y, de acuerdo a eso, el nombre de la misión de observadores de la Organización para la Liberación de Palestina en la ONU fue modificado a «Palestina».
A diferencia del póquer, en la diplomacia se puede jugar la misma carta dos veces y los palestinos vuelven a amenazar con buscar, en la ONU, el reconocimiento de la condición de Estado.
La medida podría parecer redundante. El Estado de Palestina ya está reconocido por 118 de los 192 estados miembros de la ONU. Así que esta vez el plan de los palestinos es lograr la membrecía de la ONU, en lugar de la condición de observador que tienen desde 1974. Al igual que en 1988, la iniciativa es una evidente táctica de presión en contra de Israel. Sin embargo, es poco más que simbólica y, probablemente, no se adecuará a la carta de la ONU.
El artículo 18 dice que la admisión de nuevos miembros de la ONU requiere una mayoría de dos tercios, o 128 votos – más de los que en la actualidad reconocen a Palestina. Y el artículo 4 dice que la admisión de nuevos miembros requiere «una decisión de la Asamblea General por recomendación del Consejo de Seguridad».
Para calificar como miembro de la ONU, Palestina, por lo tanto, necesita la aprobación de las 15 naciones del Consejo de Seguridad en el cual Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y EE.UU. tienen el poder de veto.
EE.UU. siempre ha ejercido su derecho de veto para asegurarse que exista un acuerdo negociado entre Israel y los palestinos, no una solución impuesta por una de las partes.
Cualquier cambio en la posición de EE.UU. sería un cambio histórico de la administración Obama, el cual sería mucho más peligroso para Israel que cualquier cosa que jamás haya sucedido en la ONU. Es casi impensable en el período previo a las elecciones presidenciales de EE.UU.
Los diplomáticos palestinos podrían obtener un voto de confianza de la Asamblea General, pero no pueden esperar cambiar su placa de identificación a «Palestina» – ya han hecho eso.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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Palestine card may not be trumps
James Bone
The Times
April 14, 2011
THE Palestinians do not have very many cards to play at the poker table of international diplomacy. A declaration of statehood, the card the Palestinian delegation plans to place before the UN General Assembly in September, is their ace of spades.
They have played that ace before. On November 15, 1988, the Palestinian National Council proclaimed statehood and the General Assembly, which at the time saw Zionism as «a form of racism», adopted Resolution 43/177 recognising the new state.
The resolution said the UN membership «acknowledges the proclamation of the state of Palestine» and the name of the Palestine Liberation Organisation’s observer mission at the UN was accordingly changed to «Palestine».
Unlike poker, in diplomacy you can play the same card twice and the Palestinians are again threatening to seek UN recognition of statehood.
The move might seem redundant. The state of Palestine is already recognised by 118 of the 192 UN member states. So this time the Palestinians plan to seek UN membership rather than the observer status they have held since 1974. As in 1988, the initiative is an obvious pressure tactic against Israel. However, it is little more than symbolic and will probably fall foul of the UN Charter.
Article 18 says the admission of new UN members requires a two-thirds majority, or 128 votes – more than currently recognise Palestine. And Article 4 says admission of new members requires «a decision of the General Assembly upon the recommendation of the Security Council».
To qualify as a UN member, Palestine will thus need the approval of the 15-nation Security Council on which Britain, France, China, Russia and the US hold veto power.
The US has always exercised its veto to ensure there is a negotiated settlement between Israel and the Palestinians, not a solution imposed on one side.
Any change in the US position would be a historic shift by the Obama administration that would be far more perilous to Israel than anything that ever happens at the UN. It is almost unthinkable in the run-up to the US presidential election.
Palestinian diplomats might get a vote of confidence from the General Assembly but they cannot look forward to changing their nameplate to «Palestine» – they have already done that.
The Times
A la ONU no le puede interesar por varias razones ceder a las peticiones del CNP, primero por que invadiría las razones que pueda tener el Gobierno de Israel para considerarla viable, ya que una de las razones que impiden este proceso es la seguridad de sus ciudadanos.
Tampoco le interesa a la ONU hacerse responsable del transcurso de estas decisiones, que pueden dar como resultado algo muy diferente a lo esperado.
Por otro lado a la ONU tampoco le interesa mostrarse claramente en desacuerdo con las peticiones de la CNP.
La solución debe surgir de entre ambos pueblos, israelíes y palestinos, el papel de la ONU esta mas bien destinada a favorecer que se cumplan los compromisos de paz y en apoyar la construcción de ese nuevo Estado Palestino, siempre dentro de estos margenes de reconocimiento y respeto reciproco.