David Harris
Director Ejecutivo del AJC
The Huffington Post
17 de abril de 2011
Merecidamente, mucha atención se le ha prestado al «momento ajá» del Juez Richard Goldstone, cuando se dio cuenta de que no había hecho del todo bien, para la ONU, su informe condenatorio sobre Gaza.
Por supuesto, el daño al buen nombre de Israel ya había sido hecho con creces, por lo que las palabras del jurista en el Washington Post, aunque bienvenidas, llegaron demasiado tarde como para poner de vuelta en la botella al genio anti-Israel.
Pero Goldstone no debería ser el único que debe mirarse al espejo y preguntarse cómo se las arregló para equivocarse tanto y con tamaño costo.
Tomemos la agitación en el mundo árabe. Muchos de los llamados expertos no empezaron a verlo venir, ni siquiera cerca.
¿Por qué? Porque muchos, como Goldstone, estaban mirando en la dirección equivocada. Lo que debería haber sido evidente – es decir, las condiciones sociales que engendraron el creciente descontento a lo largo de muchos años – fue todo menos eso.
Sin embargo, a diferencia de Goldstone, ni siquiera intentaron una disculpa, por lo menos hasta ahora. Por el contrario, siguen apareciendo en los programas de entrevistas, en los atriles, en las páginas editoriales y de opinión y en toda la blogosfera con sus «expertos» puntos de vista, a pesar de que fueron totalmente sorprendidos por los dramáticos acontecimientos.
Su inquebrantable obsesión ha sido Israel y todas sus supuestas transgresiones. Tejieron una historia que atribuye todos los males de la región al estado judío. Si no fuera por Israel, han sugerido, el paraíso perdido se habría convertido en el paraíso encontrado. Pero esos israelíes y su pretendido militarismo, colonialismo, expansionismo y cualquier otro «ismo», podía ser inventado para adaptarse a la explicación de cada problema en Medio Oriente. Realmente no importaba nada más. Ni siquiera contaba nada más.
Por lo tanto, aquellos de nosotros que nos atrevíamos a sugerir que había otras maneras de ver la región éramos simplemente descartados como títeres y apologistas de Israel. Que pudiéramos haberlo hecho por una genuina creencia de que sólo una evaluación realista podría ayudar a que las cosas se movieran en la dirección correcta – es decir, sacar al Medio Oriente fuera de su estancamiento y llevarlo a una nueva era de paz y prosperidad – era visto como nada más que un ardid de distracción por ese, ya sabe, «lobby».
Vean el tema de los refugiados judíos de los países árabes.
Durante un lapso de dos décadas, cientos de miles de judíos fueron obligados a abandonar sus tierras ancestrales como consecuencia de la violencia y la discriminación, sin embargo, apenas hubo un atisbo por parte de la comunidad internacional.
La ONU se mantuvo en silencio. La mayoría de los gobiernos miraron para otro lado. Editorialistas y periodistas de noticias perdieron muy poco tiempo sobre el tema. Y pocos estudiosos se apresuraron a hablar claro en sus habituales informes intelectuales.
Pero debería haber sido claro que este éxodo masivo no era sólo de judíos. De hecho, se trataba de la intolerancia de sociedades que rechazaban nociones básicas de pluralismo y respeto de las minorías.
Bueno, nadie dijo nada y entonces, ¿Qué pasó? Sin judíos como blanco, esas mismas sociedades comenzaron a centrarse en otras comunidades, especialmente en los cristianos, pero también en sectas minoritarias musulmanas.
Pero una vez más, el mismo universo que miraba para otro lado cuando se trataba de los judíos no se desenvolvió mejor, para nada, cuando se trató de los coptos en Egipto o los caldeos en Irak.
Después de todo, si no se lo podía cargar sobre Israel, ¿Por qué molestarse?
O miren el anual Informe sobre Desarrollo Humano Árabe de la ONU. Sin pestañear identifica los tres déficit dominantes – libertad, género y conocimiento – que son la plaga del mundo árabe. Los hechos y las cifras cuentan una historia deprimente de una región que se ubica cada vez más lejos, por detrás del resto del mundo en desarrollo, en casi todos los índices claves.
Pero aquellos de nosotros que hemos señalado al informe como una herramienta de diagnóstico clave para entender lo que está pasando, fuimos desdeñados.
Lo mismo con la encuesta anual de los países del mundo de Freedom House, dividida en tres categorías – libre, parcialmente libre, y no libre. Eso, también, cuenta una poderosa historia sobre un mundo árabe donde no existen países «libres».
No, en lugar de ver los problemas tal como son, esta comunidad de «expertos» optó por concentrar toda su considerable energía en Israel, como el núcleo del problema de Medio Oriente.
Es por eso que los estados miembros de la ONU pudieron establecer un elaborado aparato permanente para examinar y poner en la picota a Israel, mientras que no hacen lo mismo en relación a ningún otro país de la región – o más allá de ella.
Y es por eso que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU creó una agenda separada y permanente para asediar a Israel, mientras que incluye en sus filas como incondicionales de los derechos humanos a países tales como Libia y Arabia Saudita. De hecho, la Libia de Gaddafi se desempeñó como Presidente del Consejo durante un año, y también presidió la Asamblea General de la ONU durante un año.
Es por eso que los medios de comunicación globales se instalaron en Israel, sabiendo que la democracia de Israel los protegería, para examinar microscópicamente cada alegada mala acción israelí, pero mayormente ignoraron o, llanamente, se perdieron las historias que se desarrollaban en el mundo árabe, que culminaron con la agitación actual.
Y es por eso que un importante segmento de la comunidad académica no obtuvo ningún honor, al permitir que sus estudios sobre Medio Oriente fueran tan politizados, tan obsesionados con Israel, que tampoco ofrecieran ninguna pista sobre los próximos acontecimientos en la región, cuando tunecinos, egipcios, sirios, libios, yemenitas y otros, salieron a las calles, no para denunciar a Israel, sino a sus propios represivos y retrógrados gobiernos.
Éstos son sólo algunas muestras del tipo de «sabiduría» de la que estoy hablando.
El ministro turco de relaciones exteriores, Ali Babacan, dijo en 2007, en lo que ha sido una fórmula bastante típica: «La cuestión palestina está en el epicentro de todos los problemas de Medio Oriente».
¿Realmente?
Ya ven, no se trata del déficit de libertad, del déficit de género, o del déficit de conocimiento, como lo reveló el Informe sobre Desarrollo Humano Árabe de las Naciones Unidas. No se trata de amiguismo y corrupción. No se trata de intolerancia de las minorías. No se trata de la ausencia de puestos de trabajo e inversiones. No se trata de aquellos que transforman la fe en fanatismo. No, no se trata de ninguna de esas cosas. Sólo existe un problema en Medio Oriente, dijo el funcionario turco, en una opinión compartida por su primer ministro, y ésa es la «cuestión palestina», que, por supuesto, significa Israel.
En una vena similar, el ex asesor de seguridad nacional de EE.UU., James Jones, afirmó que:
«Soy de la creencia de que si Dios hubiera aparecido frente al Presidente Obama, en el año 2009, y le dijera si podía hacer una cosa sobre la faz de la tierra, y sólo una cosa, para hacer del mundo un lugar mejor y dar a la gente más esperanza y oportunidades para el futuro, me atrevería a decir que tendría algo que ver con la búsqueda de la solución de dos estados para Medio Oriente».
¿Podría ser en serio? El Cielo sabe que a muchos de nosotros nos gustaría ver una solución de dos estados en un conflicto que ha durado demasiado tiempo y resultó tan costoso. Pero sugerir que este es el problema central del mundo y el mayor obstáculo para la «esperanza y oportunidad», simplemente empobrece y revela la miope mentalidad con la que estamos tratando.
Es como si el problema nuclear de Irán no existiera, ni las ambiciones de al-Qaeda, ni el precario futuro de Pakistán armado nuclearmente, ni las dinastías despóticas en Medio Oriente que niegan la libertad humana y los derechos humanos, ni las aspiraciones de aquellos que desean restaurar el califato – por no hablar de los problemas de una escala más global, desde la pobreza hasta las enfermedades. No, una vez más, todo vuelve a Israel.
Para no ser menos, el financista George Soros escribió a principios de este año, en el Washington Post, que el «principal obstáculo» para el progreso de la libertad en Egipto y más allá – usted lo adivinó – es Israel. No son, como ve, las dañadas culturas políticas ni las osificadas economías sino, más bien y por supuesto, los largos tentáculos de Israel.
Y el asediado presidente yemenita metió conspirativamente la cuchara, diciendo que todas las protestas en el mundo árabe, por las que muchos ya han dado su vida, incluso en su maltratado país, en realidad eran orquestadas por «un centro de operaciones en Tel Aviv con el objetivo de desestabilizar el mundo árabe» y con la ayuda, naturalmente, del viejo aliado de Israel, Estados Unidos.
Bueno, nadie esperaba que el juez Goldstone reconociera que cometió algunos errores muy graves en su evaluación de la guerra de Gaza, de la naturaleza de Hamas, de los esfuerzos del ejército de Israel para evitar atacar a civiles, y del número de muertos. Pero finalmente lo hizo.
No contendría mi respiración esperando que, todos aquellos que han hecho una industria casera de culpar de los males de Medio Oriente a Israel, comiencen a retractarse, incluso frente a hechos bastante obvios, desde Misurata hasta Latakia, desde el Informe sobre Desarrollo Humano Árabe hasta Freedom House.
Pero espero que los editores del Washington Post den cabida a cualquiera de ellos que lo haga.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
difusion: www.porisrael.org
LOS COMENTARIOS DEL Sr. Golstone demuestran una vez mas el cuidado que se debe tener al emitir una opinión acerca de cualquier tema mas cunando uno es un funcionario de algún organismo internacional, o de algún país del primer mundo,o periodista etc que sabe como puede influir su comentario en las mente de las personas o en el caso del periodismo de sus lectores. Si así no se hiciese solo resta pensar que una vez mas estamos ante la puesta en practica del famoso lema NAZI «MIENTE MIENTE QUE ALGO QUEDA» y así una vez mas el pueblo hebreo se ve acusado de ASESINO una vez mas se ha buscado poner un manto de duda acerca de la honra, moral y amor por la vida y el prójimo que tiene este pueblo, vasta leer un poco de su historia y nos daremos cuenta de que por ejemplo no hay nación en el mundo que conozca mejor el significado de la palabra LIBERTAD ya que fueron esclavos de Babilonia,Filisteos,Egipcios,Romanos etc y en el siglo XX un LOCO mato 6000.000 de ellos QUE VIVA ISRAEL