Clawson Patrick y Singh Michael
24/04/2011
Análisis: Si la cooperación bilateral cesara, la PA no estaría en condiciones de pagar salarios ni cumplir con sus otros compromisos.
En la reunión del 13 de abril, en Bruselas, del grupo de donantes Margen Occidental/Gaza, conocido como el Comité Especial de Enlace, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial presentaron informes alegando que los palestinos están listos para la condición de estado. Sin embargo, ese juicio requiere tres advertencias importantes.
Primero, depende de la cooperación palestino-israelí; segundo, está supeditada a que Gaza vuelva a estar bajo control de la Autoridad Palestina; y tercero, no tiene en cuenta la más amplia preparación política de la AP para la condición de estado, en lo que sigue estando rezagada.
El informe del FMI señala acertadamente que Israel jugará un papel central en el futuro económico de la AP: «para mantener el ritmo de crecimiento, reequilibrar la composición de la producción, reducir las disparidades regionales [es decir, en Gaza, en comparación con la Margen Occidental], y acelerar el proceso de construcción del estado, es esencial que [Israel] elimine paulatinamente todas las restricciones tan pronto como sea posible».
Esto implica que una declaración unilateral de la condición de estado no sería la culminación de los esfuerzos de la AP para la construcción del estado, sino más bien su perdición, ya que en ese escenario no se podría contar con la cooperación israelí.
Tengamos en cuenta el enorme aumento de los ingresos fiscales de la AP, que han reducido el exceso de dependencia de los palestinos en la ayuda extranjera. Profundizando en las tablas que acompañan al informe del FMI, se observa que dos tercios de los actuales ingresos de AP son «ingresos de aduana», es decir, los impuestos recaudados en nombre de los palestinos por Israel y que se transfieren a la AP. Estos incluyen los impuestos sobre las mercancías enviadas desde Israel a la Margen Occidental y Gaza, tales como derechos de aduana y altos aranceles sobre productos ??derivados del petróleo. En 2010, la AP recibió $1.260 millones en ingresos de aduana, en comparación con los $750 millones en ingresos internos que recaudó por sí misma.
En otras palabras, la AP puede pagar sus cuentas sólo por el dinero transferido por Israel. Si la cooperación bilateral cesara, la AP no estaría en condiciones de pagar salarios ni cumplir con sus otros compromisos.
La situación en Gaza pone de relieve la centralidad de Israel para la economía palestina. Como lo documentan los informes del FMI y del Banco Mundial, una vez que Israel permitió que más bienes se enviaran a Gaza, a pesar del control de Hamas ahí, la economía se recuperó muy bien.
El informe del FMI también elogia un sorprendente ejemplo de la cooperación israelí en Gaza, a saber, la manera en que los bancos comerciales israelíes han trabajado con los bancos palestinos para facilitar las «oportunas y regulares» transferencias de efectivo al territorio, superando las preocupaciones israelíes sobre las «implicancias jurídicas» de llevar a cabo negocios con la organización terrorista Hamas.
De acuerdo con el informe del FMI, «La AP está ahora en condiciones de llevar a cabo las políticas económicas racionales que se esperan del futuro estado palestino, funcionando bien, dada su sólida trayectoria en las reformas y la creación de instituciones en las áreas financieras y de finanzas públicas».
El informe pasa luego a enumerar una serie de actividades que la AP ha llevado a cabo en los últimos años, la ausencia de los cuales el FMI criticó severamente durante la presidencia de Yasser Arafat. En particular, la AP ha sido capaz de «mejorar la transparencia», «preparar y ejecutar presupuestos anuales», «preparar estados financieros anuales» y «controlar estrictamente y establecer la prioridad de sus gastos» – todos logros significativos.
Desafortunadamente, este progreso sólo se aplica a la AP, no a las autoridades de Hamas que controlan Gaza. Los métodos tributarios y de gastos de estos últimos, son exactamente lo contrario de lo que el FMI recomienda: No son transparentes, no se llevan a cabo de acuerdo con un presupuesto, no están acompañados por estados financieros, y no son estrictamente controlados ni se establecen prioridades.
El informe del FMI elogia el continuo fortalecimiento del sistema de gestión financiera pública de la AP, pero no menciona cómo Hamas controla las considerables sumas que están completamente fuera de este sistema y fuera del control de la AP.
El informe del Banco Mundial hace notar los graves problemas en Gaza, como el caso de jueces que no aplican el derecho comercial.
Pero no dice nada sobre la falta de transparencia, de rendición de cuentas y racionalidad de la gestión financiera pública del territorio.
Tanto el FMI como el Banco Mundial deberían haber hecho notar que el progreso que se ve en la Margen Occidental no es igualado en Gaza, lo que hace difícil imaginar el establecimiento de un estado palestino unificado, que incorpore a ambos territorios, sin que la AP vuelva a tener el control total sobre Gaza.
El informe del Banco Mundial hace la afirmación de largo alcance que, si la AP «mantiene su performance en la construcción de instituciones y la prestación de servicios públicos, está bien posicionada para el establecimiento de un estado en cualquier momento en el futuro cercano».
Esa afirmación va más allá de la experiencia del Banco Mundial, dado que la condición de estado implica muchas otras cuestiones más allá de la esfera económica.
En la superficie, el informe del banco parece tratar algunas de estas cuestiones: «Si bien no existe receta para la construcción de un estado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha identificado ciertas funciones clave como estratégicamente importantes. Así, en su orientación política de 2011 «Apoyo a la Construcción de un Estado en Situaciones de Conflicto y Fragilidad», la OCDE describe estas funciones clave como seguridad y justicia; gestión de ingresos y gastos; desarrollo económico, especialmente la creación de empleos; y la prestación de servicios”.
El banco llega a la conclusión que «ha documentado algunos de los logros de la AP en las funciones clave de un estado, planteadas por la OCDE».
Sin embargo, la evaluación del Banco Mundial sobre la AP es limitada, de hecho, en comparación con los criterios de la OCDE. El informe no considera – ni debería hacerlo, dados el mandato y la experiencia del banco – las cuestiones de «seguridad y justicia» más allá de la estricta discusión sobre cumplimiento de contratos y derecho comercial. Sin duda, el Primer Ministro de la AP, Salam Fayyad, ha hecho grandes progresos en la construcción de las capacidades de un estado, y la ley y el orden se han restablecido en gran medida en muchas ciudades. Sin embargo, se necesita más progreso en otros aspectos de «seguridad y justicia», incluyendo el cumplimiento de las normas de derechos humanos, el liberarse de la violencia política, y la prevención del terrorismo, particularmente en Gaza.
En términos más generales, los criterios que puntualiza el banco comprenden sólo una de las tres dimensiones para la construcción de un estado, descriptos en la orientación política de la OCDE: «la aptitud del estado y capacidad de respuesta».
La AP ha hecho relativamente pocos progresos en las otras dos dimensiones – «acuerdos y procesos políticos» y «expectativas sociales» de la relación estado-sociedad, los cuales están en el centro de las revueltas que barren al mundo árabe. Los esfuerzos en estos frentes han sido bloqueados por la tenaz resistencia de Fatah y los demás partidos políticos que dominan la AP, que son reacios a reformarse o abandonar la corrupción y el amiguismo que impulsó a Hamas a sus victorias electorales en 2006.
El Banco Mundial y el FMI están en lo correcto al alabar a la AP, y particularmente a Fayyad, por su duramente ganado progreso en la construcción de los aspectos económicos de un futuro estado. Los logros de Fayyad llegaron contra todos los pronósticos y serán vitales para el éxito y la sustentabilidad de cualquier acuerdo de paz palestino-israelí. Pero han sido puestos en riesgo por el estancamiento de las negociaciones de paz y la inminente perspectiva de una declaración unilateral palestina de la condición de estado. Además, no son suficientes sin una mayor atención a los aspectos políticos de la construcción del estado.
Sería sensato que la AP y sus Socios del Cuarteto – la ONU, la UE, Estados Unidos y Rusia – pongan el mismo tipo de trabajo constante y decidido, en estas áreas, que el que puso Fayyad en la economía palestina.
Patrick Clawson es director de investigación en The Washington Institut. Michael Singh es el director gerente del instituto.
http://www.jpost.com/MiddleEast/Article.aspx?id=217691
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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