Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo. Uruguay
De entrada hubo discrepancias. Ya desde un primer momento, los propios árabes estaban divididos acerca de si las revueltas que estaban estallando en su seno eran el comienzo de una primavera política que terminaría en democracia y plena libertad, o sólo una transición hacia otro tipo de falta de libertades.
En medio de la “euforia” que embargó a muchos-la verdad es que resulta imposible no entusiasmarse ante la ilusión de que las cosas cambien para bien-, nos surgen algunos pensamientos sobre las buenas y las malas señales de todo esto.
*La osadía de quienes salen a las calles armados más que nada con su arrojo- salvo en Libia, donde los rebeldes han logrado hace tiempo hacerse de armas y municiones, al asaltar con éxito depósitos del ejército – demuestra que la población está dispuesta a arriesgar su propia vida, con tal de intentar vivir mejor. Eso confirma tanto la valentía de los insurgentes como el carácter deplorables de sus gobiernos. Al juntarse estos dos elementos, el resultado es en efecto un intento de cambio, un mensaje a los dictadores dondequiera que estén.
* El rol de las mujeres. Cuando hay mujeres en papeles activos, ante las cámaras, sin temor, hay una señal positiva y alentadora porque dice algo sobre los que llevan a cabo la revuelta. Por este elemento, precisamente, son varios los expertos que consideran que donde parecería más factible una verdadera apertura-aunque no llegue a ser democracia en términos occidentales-es en Túnez.
El destacado especialista en el mundo árabe e islámico, Profesor Bernard Lewis de la Universidad de Princeton, declaró días atrás en una interesante entrevista a Bari Weiss del “The Wall Street Journal”: «Que yo sepa, Túnez es el único país musulmán que tiene educación obligatoria para las chicas desde el principio hasta el final. Y en el que se pueden encontrar mujeres en todas la profesiones». Eso, lo comentaba, opinando justamente que Túnez presenta mayores probabilidades que otros países de éxito en su revolución en cuanto a una apertura democrática.
Lewis agregó en ese reportaje: «Mi impresión es que el mayor defecto del islam y la principal razón por la que se quedaron rezagados respecto a Occidente es el trato a las mujeres. Imaginemos un niño que crece en una familia musulmana en la que la madre no tiene ningún derecho, donde está oprimida y está sometida. Eso es una preparación para una vida de despotismo y sumisión. Allana el camino hacia una sociedad autoritaria».
*Las revueltas dejan al descubierto ciertas verdades. Dejan en evidencia que los problemas principales de los pueblos de la región, pueden ser resueltos por ellos mismos..Porque no son culpa de los demás- o al menos no sólo de ellos. Sin olvidar ni el colonialismo, ni las petroleras…lo que está sucediendo demuestra que de no ser por los regímenes dictatoriales, a menudo sangrientos o al menos autoritarios, y su irresponsabilidad económica, los pueblos del mundo árabe vivirían mejor.
Lo planteó categóricamente, con su estilo abierto y directo, el filósofo y pensador Henri Bernard-Levy, en una entrevista al periódico español ABC: “¿Podrá decirse, después de todo esto, que Occidente es la única fuente de desgracias para el mundo árabe y su cultura? ¿Podremos, como hacían los tiranos y la opinión europea mal informada, echar a los «otros» —América, Israel, los inmigrantes — la culpa de todo lo que va mal entre nosotros?”.
Pero lo que podría parecer lo básico, lo más evidente y por ende lo más prometedor-la posibilidad misma de cambio-no tiene una garantía de desenlace para bien.
*Una clara señal preocupante al respecto, es la serie de posturas que se están oyendo en Egipto respecto a la paz con Israel. Según una encuesta publicada días atrás por el PEW Research Center de Estados Unidos, el 54% de los egipcios quisieran que sea anulado el acuerdo de paz que su país firmó con Israel en marzo de 1979. O sea, sólo el 36% quiere que este se mantenga.
Y nos preguntamos: más allá de la problemática política y social que supone la hostilidad básica de la región hacia Israel, inclusive en el que fue el primer Estado árabe en firmar la paz con Israel ¿Cuál es la lógica que un país con tantos problemas apueste por la guerra y no por la paz? Aunque nos parece anormal que tanto tiempo después de la firma del acuerdo de paz, cuyas condiciones fueron cumplidas en forma estricta por Israel, siga habiendo en Egipto un ambiente tan hostil y negativo respecto a Israel, más anormal todavía nos parece que alguien que tiene tantas preocupaciones en su cabeza-si no fuera así ¿Por qué se rebelaron los egipcios?- considere que la paz con un país vecino no es su mejor opción.
* Otro problema, es el de la alternativa. Es que el derrocamiento de un régimen autoritario, no conduce automáticamente a una democracia del estilo que nosotros conocemos. La prueba está ya ahora en Egipto, donde el Consejo militar que rige los destinos del país, limita libertades, y envía gente a la cárcel, por haber pedido un Estado laico y no controlado por las fuerzas armadas.
* Además del error que cometen varios países occidentales al exigir democracia a su estilo para el mundo árabe e islámico –como si democracia no fuera cuestión de un proceso educativo y no sólo el acto técnico de ir a las urnas- el hecho es que la posible alternativa, aunque use a la democracia como sistema para subir al poder, puede llegar a ser peor todavía que la realidad con la que se terminó. Y si se presenta como “la respuesta” al problema anterior, será más difícil todavía sacarla del medio.
Dentro de esta problemática de las alternativas negativas posibles, hay una muy concreta: el Islam radical. Según nos dijera hace pocos meses el reformista y pensador islámico Dr. Tawfik Hamid, “el Islam radical usa la democracia como un parásito usa la sangre, para crecer, y luego, le pone fin”.
El ya citado Bernard Lewis recordó que “los manifestantes jóvenes y liberales que encabezaron la revolución en la plaza de Tahrir ya se están viendo apartados a un lado por el complejo formado por los militares y la Hermandad Musulmana”. Cuando los egipcios vayan a votar, podrían de hecho despertarse al día siguiente con un victorioso Islam radical. Claro que sus exponentes, los Hermanos Musulmanes, hablarán contra la dictadura y en pro de la democracia…También el Ayatollah Khomeini lo hizo cuando volvió a Irán. Usó a los liberales y comunistas, luego los sacó del medio, los eliminó..E instauró una oscura dictadura islámica.
En la citada entrevista, Bernard Lewis da un ejemplo concreto de lo que ha pasado últimamente en Egipto, donde ante una impresionante multitud en la ya simbólica plaza Tahrir, el clérigo islamista Qardawi declaró que “ Hitler consiguió poner [a los judíos] en su sitio» y que el holocausto «fue un castigo divino contra ellos». Claro está que llamó a abolir el acuerdo de paz con Israel.
* También aquí, en la parte negativa, vemos grandes verdades que quedan en evidencia…como ser la dualidad e hipocresía de no pocos gobiernos democráticos occidentales, en el trato con la zona. Si a Kaddhafi de Libia lo atacaron militarmente por sus agresiones contra su propio pueblo ¿Por qué recién ahora, cuando ya murieron más de 400 civiles, empiezan a hablar contra lo que está haciendo Bashar el-Assad en Siria? ¿Será porque en Libia hay intereses económicos que en Siria no existen? Tampoco la ONU, claro, sale muy bien parada..como siempre..¿Ahora se acuerda de tratar de cancelar la candidatura de Siria al Consejo de Derechos Humanos? ¡Como si la dictadura de Bashar hubiera comenzado ahora que sacó los tanques a las calles!
Un comentario más, para terminar, respecto a Israel. El Estado judío debe mantenerse alerta, pendiente de los cambios, consciente de la importancia de aprovechar oportunidades que lo acerquen a la paz con sus vecinos. Pero ni siquiera el derrocamiento de dictaduras es garantía automática de una visión más sana y cuerda respecto a la posibilidad de paz con Israel. Son demasiadas las décadas de envenenamiento de la opinión pública árabe por parte de sus líderes, como para que se pueda pasar página así nomás.
Difusion: www.porisrael.org
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