Khaled Abu Toameh
13 de mayo de 2011
Las agresiones a escritores y periodistas en el mundo árabe no son infrecuentes, pero el caso del poeta yemenita al que acaban de cortarle la lengua, parece ser uno de los crímenes más horrendos contra aquellos que se atreven a expresar sus opiniones en público.
El poeta, Walid al-Ramishi, fue secuestrado por bandidos armados en Sanaa, la capital yemenita. Los secuestradores lo liberaron después de haberle cortado la lengua.
Al-Ramishi está siendo tratado ahora en un hospital jordano, donde los médicos dicen que no sería capaz de hablar de nuevo.
Su presunto delito: haber escrito un poema en alabanza del asediado dictador yemenita Ali Abdallah Saleh.
Abdel Salam al-Qabsi, un destacado poeta yemenita, condenó el truculento ataque, señalando que era el último de una serie de ataques contra escritores e intelectuales de su país.
En las últimas semanas, una serie de escritores y figuras intelectuales fueron atacados en Yemen, en pleno día, por asaltantes desconocidos.
Algunos dicen que los atacantes pertenecían al gobierno, mientras que otros han señalado con un dedo acusador a grupos de oposición.
Las víctimas más recientes incluyen a tres novelistas: Bushra al-Maqtari, Huda Al-Attas y Arwa Othman. Las tres mujeres fueron golpeadas durante las protestas antigubernamentales en la capital yemenita.
El ataque a al-Ramishi, cuya lengua fue cortada, ha sido casi totalmente ignorado por los medios de comunicación y las organizaciones de derechos humanos de occidente.
Incluso los medios de comunicación del mundo árabe, que son controlados por los regímenes árabes represivos, han ignorado la tragedia del poeta yemenita.
Del mismo modo, los medios de comunicación internacionales miran hacia otro lado mientras los crímenes se cometen casi a diario contra los cristianos y las iglesias en Egipto, Siria e Irak.
El silencio sobre estos espeluznantes ataques sólo sirve a los intereses de los perpetradores y los anima a llevar a cabo más crímenes en el futuro.
¿Cuántos artículos de los medios de comunicación, en Estados Unidos y Europa, han informado sobre el caso del maestro copto egipcio, Metri Ayman, que ha acusado a los fundamentalistas musulmanes de cortarle la oreja y quemarle su casa?
¿O el caso del fotógrafo palestino al que los matones de Fatah le rompieron ambos brazos en la Margen Occidental, porque no les gustaron sus fotos ni sus opiniones políticas?
Aquellos a los que no les gustó el polémico poema de al-Ramishi, simplemente podrían haber publicado uno de los propios, criticándolo o, incluso, burlándose de él por la rebosante alabanza a un dictador.
Pero eso no suele ser el caso en la mayoría de los países árabes, donde la violencia y el terrorismo son considerados como un arma legítima para silenciar las críticas y/o a cualquiera que se atreva a expresar una opinión diferente
http://www.hudson-ny.org/2116/human-rights-groups-media
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
La cultura de los pueblos se mide, también, a través de sus métodos represivos. Cortarle la lengua a un disidente nos remite a la prehistoria.