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| lunes noviembre 25, 2024

La reinvolución árabe


Mario Satz

arabrevolutionTanto si consideramos el acercamiento entre Fatah y  Hamás como la revuelta de Siria desatando sus más bajos instintos suicidas, si volvemos la vista a Libia o al Yemen, lo que se pensaba iba a ser una revolución árabe de signo liberal y modernista se está convirtiendo, poco a poco, en el trampolín de las más rancias ideas racistas y judeofóbicas que podamos imaginar, de modo que con justicia podemos llamar a lo que sucede en esos país una reinvolución.

 Bastaría consultar con los cientos, tal vez miles de tunecinos que participaron en la revuelta de su país con entusiasmo y que hoy mendigan en las calles italianas o intentan quedarse en Francia, donde pretextan tener parientes o falsos trabajos, bastaría hablar con ellos para ver que de revolución, nada, y de fututo menos aún. Sólo se percibe a los pocos de siempre que, ligados a la policía y el ejército, están montados sobre pobres espaldas de los pobres. Ha sido, por tanto,  un remover de aguas turbias para ensuciar aún más el panorama. Si no fuera porque aún dependemos del petróleo árabe o persa, hace ya rato que, abandonados a su suerte, los regímenes de los países mencionados caerían bajo su propio y podrido peso. Francamente, fuera del petróleo, que no crearon con sus propias manos, no tienen nada que ofrecer al mundo. Más aún, y con notable rapidez, están arruinando por tiempo indeterminado las fuentes de divisas que provenían del turismo.

Frente a este triste escenario Israel se encuentra, una vez más, explicando a sus tibios amigos su razón de ser. Habla y habla en los foros internacionales en tanto la propaganda islámica irrita los ánimos de todos y se propone reemplazar el renacimiento de una nación ejemplar en su propia y ancestral patria por  la construcción de una entelequia llamada Palestina que tarde o temprano tendrá que darse cuenta de que Israel no sólo existe, ¡sino que ha existido antes y seguirá existiendo por los siglos de los siglos! Les guste o no. Les venga bien o mal. Debilitados por sus problemas internos, es probable que ningún país árabe se arriesgue a luchar en una nueva guerra global contra Israel, preferirán enviar dinero, ´´flotillas´´ o emisarios anodinos para ver si, por fin, lograr quebrarle el espinazo a los judíos. O sea más de lo mismo. Entretanto, los liberales e izquierdistas israelíes irán girando lentamente hacia la derecha al constatar que el odio ancestral hacia los judíos, sean o no sionistas, no sólo no ha desparecido sino que ha aumentado. Los motivos para ser felices tras los sesenta y tres años de independencia no son, por tanto, muchos si miramos afuera: la barbarie, el desprecio, el odio y la ignorancia siguen allí. Nuestro adentro, en cambio, es maravilloso y seguirá siendo pese a los discursos de los agoreros y magos negros. Nunca como hoy Israel es or la-goim, una luz para los pueblos. Excepto, claro, entre quienes lo denigran y menoscaban.

Lo que caracteriza a una revolución, si lo pensamos un rato, son ideas nuevas, una mayor apertura y participación del totum de los pueblos en sus destinos, así como también influencias positivas en su entorno, prestigio y entusiasmo. Lo que revela una reinvolución, en cambio, es que todos sus globos se desinflan y las fuerzas oscuras  que emergen de sus entrañas vuelven a la carga contra las minorías. No sólo carecen de ideas nuevas sino que las viejas tampoco les sirven de mucho. Eso las hace, a las reinvoluciones, mucho más peligrosas que las revoluciones, precisamente en razón de su oscurantismo y la entronización de la mentira. Reconozcámoslo, la Nakba que enarbolan los palestinos no sólo fue una catástrofe para ellos, lo fue también para todos los árabes al frustrar sus más abiertos deseos de exterminio judío. Salvo que no lo fue por la creación de Israel sino ¡por las falsas profecías en las que creyeron! Los príncipes saudíes y los señores feudales árabes les vendieron a los palestinos  gato por libre, ignorando que por razones obvias de jalal ni uno y ni otro son comestibles. No sin desazón, no sin dolor, constato que vuelven a querer venderles lo mismo como si en estos últimos sesenta y tres años los judíos se hubiesen mantenido quietos y fueran presa fácil para su empalagoso desprecio. Como dicen los soldados israelíes  que juran en Masada, od matzada lo tipol, el pueblo judío no volverá a caer. A lo sumo, y si vuelve a ser herido, los nuevos filisteos sucumbirán bajo las ruinas de sus templos perdiendo lo poco que habían logrado en las últimas décadas.

Mario Satz, escritor

 
Comentarios

Reinvolución, por supuesto. Es una reinvolución al pasado. Así lo confirma la máquina del tiempo. Una reinvolución instigada por el sionismo, una agenda diseñada criminalmente por la casa del puño cerrado. No hay primavera. Hay asesinato premeditado y ejecutado por el sionismo. Una diversión macabra, la destrucción de Libia, el mismo genocidio de tintes mesiánicos de Lukuas, alentado por los mercaderes judíos en su ambición hacia el Gran Israel. El imperio de la usura. Cabalistas asesinos de un juego homicida en la máquina del tiempo.

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