Yoav J. Tenembaum
Globalpolitician.com
24/5/2011
Revisando el paisaje diplomático del problemático proceso de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, surgen algunos interesantes paralelismos con el proceso de paz egipcio-israelí de finales de la década de 1970, en particular al aplicarlos al período transcurrido desde que Benjamín Netanyahu se convirtió en Primer Ministro, hace dos años.
Tras la visita del presidente egipcio Anwar Sadat a Israel en noviembre de 1977, había un singular sentimiento de emoción. La perspectiva de paz en la región parecía más cercana que nunca. El primer ministro israelí, Menachem Beguin, visitó Egipto al mes siguiente y se reunió con el presidente Sadat. Se abrió un proceso de diálogo bilateral entre los dos anteriores enemigos.
Sin embargo, con el paso del tiempo, surgieron dificultades en las conversaciones entre Israel y Egipto. Las negociaciones se estancaron. El presidente Sadat llegó tan lejos como para declarar que no quería reunirse con el primer ministro Beguin. Siguió una sensación de crisis. Seguramente, Sadat estaba preparado para reunirse con otros representantes de Israel, como el ministro de Defensa, Ezer Weizmann, quien entonces era considerado como una paloma y hacía poco secreto de sus desacuerdos con su Primer Ministro.
La presión pública comenzó a aumentar, tanto en Israel como en el extranjero, contra las posiciones de Beguin, percibidas como obstinadas. De hecho, el gobierno de Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente Jimmy Carter, no ocultó su aguda actitud crítica hacia Beguin. Una fuente anónima de alto rango del Departamento de Estado, fue citada diciendo que un cambio de gobierno en Israel no debería ser excluido, si el gobierno de Beguin no cambiaba sus posiciones. Esto llevó a Beguin a replicar sin rodeos que «En Israel, los gobiernos se cambian por la libre voluntad del pueblo y no por un anónimo funcionario del Departamento de Estado».
Mientras la presión que se estaba ejerciendo sobre Beguin aumentaba, tanto interna como externamente, el Primer Ministro israelí se mantenía inflexible. Dejó en claro que no desplegaría ninguna flexibilidad diplomática más, ciertamente no hasta que, y a menos que, los egipcios volvieran a la mesa de negociaciones.
Ciertamente, Beguin había tomado la iniciativa, inmediatamente después de la visita de Sadat a Israel. Había presentado un plan de paz israelí, que era de largo alcance en lo concerniente a Beguin, y fue públicamente elogiado por algunos líderes mundiales.
Sin embargo, el plan de paz propuesto por Beguin fue, para todo propósito práctico, olvidado por la comunidad internacional, una vez que Sadat había decidido retirarse de las negociaciones y había exigido más concesiones israelíes.
Beguin se convirtió, una vez más, a los ojos de la comunidad internacional y de la oposición en Israel, en el líder extremista que no haría las concesiones necesarias a fin de reanudar las negociaciones con Egipto.
Sólo durante las intensivas negociaciones de Camp David, convocadas por el Presidente Carter, Beguin – y de hecho Sadat – acordó modificar algunas de sus posiciones previamente mantenidas, con el fin de poder llegar a un acuerdo marco para la paz. Eso fue en septiembre de 1978, diez meses después de la visita de Sadat a Israel.
Incluso después de los acuerdos de Camp David, surgió una crisis que pareció descarrilar todo el proceso. De hecho, Sadat, una vez más, se negó a hablar con Beguin, incluso por teléfono, durante esa crisis.
El presidente Carter tuvo que intervenir personalmente de nuevo, para asegurar, después de todo, que se firmara un acuerdo de paz entre Israel y Egipto,
Sólo a finales de marzo de 1979, se solucionaron todos los desacuerdos y, finalmente, se firmó un acuerdo de paz entre los dos países.
¿Todo esto parece familiar?
Las analogías históricas deben ser hechas con cuidado. No existen dos eventos idénticos. Las personalidades involucradas en el conflicto palestino-israelí son diferentes, las circunstancias son diferentes.
Lo que puede aprenderse del proceso de paz Egipto-Israel, es que las crisis son una parte integral de las negociaciones internacionales, particularmente cuando problemas aparentemente insolubles están sobre la mesa; que las percepciones de los líderes y las posiciones pueden cambiar, a medida que cambian las circunstancias; en realidad, esa paciencia vale la pena, si ambas partes parecen ser sinceras en su búsqueda de la paz.
Es imposible predecir cómo el actual proceso de paz va a evolucionar. Una cosa es cierta, las iniciativas de paz de los líderes israelíes no son garantía del apoyo internacional a largo plazo. Esto no quiere decir que Israel debería ser diplomáticamente pasivo. Hay una diferencia, sin embargo, entre ser pasivo y ser paciente. Beguin fue paciente. ¿Netanyahu también es paciente? Y si es así, ¿Tiene una buena razón para ser paciente, como la tuvo Beguin?
Yoav Tanenbaum es profesor de postgrado en el Programa de Diplomacia (Departamento de Ciencias Políticas) en la Universidad de Tel Aviv. Hizo su doctorado en Historia Moderna en la Universidad de Oxford (St. Antony’s College) y una maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge (St. Edmund’s). Cursó su licenciatura en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Sus artículos han sido publicados en diversos diarios, revistas y publicaciones académicas, entre ellas, American Diplomacy, Foreign Service Journal, History and Policy, History News Network, Miami Herald, Jerusalem Post, Haaretz y muchas otras publicaciones en inglés y español. Ha vivido en varios países, entre ellos Argentina, Estados Unidos (Nueva York), Gran Bretaña e Israel.
http://www.globalpolitician.com/26894-israel-palestine-egypt-peace
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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