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| sábado noviembre 23, 2024

Más elogios que lo que se despotrica


Yocheved Miriam Russo

jpost.com

26/05/2011

BeershebaUna nueva iniciativa de la AACI les presenta a los angloparlantes olim a Beer Sheba, los mejores puntos de vivir en este país.

Hace dieciocho meses, algo nuevo y excitante comenzó a suceder en el sur. «Por primera vez, Beer Sheba comenzó a disfrutar de una gran afluencia de nuevos inmigrantes angloparlantes», dice Miriam Green, consejera de la Rama Sur de la Asociación de los Estadounidenses y Canadienses en Israel (AACI).

Desde 1948, Beer Sheva ha servido como «ciudad de inmigrantes» para decenas de miles de recién llegados, pero muy pocos provenían de países angloparlantes «El cambio fue increíble», dice Green. «Me encantaría decir que los angloparlantes vinieron porque somos una ciudad muy acogedora y la palabra se ha cumplido. Pero, en realidad, podría haber varias otras explicaciones, incluyendo nuestra economía local. Es todavía más fácil comprar una casa aquí que en el centro del país. Además, también, nuestras escuelas – desde primer grado hasta la universidad – son excelentes. Hay muchas razones por las que podrían venir, pero cualesquiera que sean, por primera vez, los olim angloparlantes están llegando masivamente.»

Green, cuyo trabajo consiste en ayudar a los nuevos inmigrantes a adaptarse a la vida en Israel, observó un patrón común entre los recién llegados.

«Muchos parecían estar sufriendo un choque cultural», sonríe, haciendo notar que esa condición no es inusual.

 «Todos pasamos por eso, es común, pero muchos de estos recién llegados expresaban las mismas preocupaciones y hacían las mismas preguntas», continúa. «Comencé a pensar en eso».

«Una de las cosas que le gusta hacer a AACI es conectar a las personas. Como teníamos un grupo relativamente pequeño de inmigrantes veteranos de los países angloparlantes, tal vez debíamos ponerlos junto a los nuevos inmigrantes para ayudar a los novatos durante esos primeros meses. Los olim más antiguos podrían ayudar a los recién llegados a ver el panorama en la experiencia de la aliá. Los nuevos olim podrían obtener consejos prácticos acerca de Beer Sheba, en general, y buscar ayuda y asesoramiento para los problemas específicos que pudieran tener».

Nacieron las sesiones AACI de «despotricar y elogiar». Los nuevos inmigrantes – se sugirió que fueran de hasta cinco años, pero de hecho cualquiera era bienvenido – fueron invitados, al igual que la comunidad angloparlante en su conjunto.

«La idea era dejar que los recién llegados hicieran cualquier pregunta que tuvieran, pidieran asesoramiento sobre cualquier cosa, se tratara del mejor sitio para comprar comida, la mejor manera de encontrar un trabajo o consejos sobre cómo dominar el hebreo,» dice. «Cualquier tema en el que cualquiera necesitara ayuda para enfrentar los problemas, estábamos dispuestos a ofrecer nuestras propias experiencias».

Aviva Weisel-Eichler, una inmigrante de larga data de Connecticut, fue invitada a presidir las sesiones, que comenzaban con una agenda sin formato. Sólo se le pidió que se asegurara de que todos tuvieran la oportunidad de expresarse.

«Yo estaba encantada de hacerlo», dice Weisel-Eichler. «Fue un gigantesco festival de intercambio de información; a mí me pareció una gran idea. Esa primera reunión – celebrada hace un año, en una sala de reuniones en el centro de absorción – atrajo a alrededor de 30 nuevos inmigrantes. Era un grupo muy heterogéneo – todas las edades, antecedentes y profesiones. Venían de EE.UU., Canadá, Inglaterra, Sudáfrica y Australia, pero también incluyó angloparlantes de países no angloparlantes.

Era necesario un cambio de nombre, dijo Weisel-Eichler.

«Sé que primero se llamaban sesiones «Despotricar y Elogiar», pero tengo que decirles, no había mucho «despotricar y elogiar». Nadie despotricó mucho. Todo fue muy positivo», recuerda. «Después, todo el mundo estaba emocionado por lo bien que iba. Los nuevos olim estaban agradecidos de que los hubiéramos reunido con los inmigrantes más antiguos. Todos, nuevos y antiguos, parecía disfrutar del intercambio».

La segunda sesión, un mes más tarde, estuvo un poco más organizada, hace  notar Weisel-Eichler. «Tuvimos un tema de discusión, ‘Tratar con Bituah Leumi’ [el Instituto Nacional de Seguros]. Eso también fue muy bien. Pero después de eso, el número de asistentes empezó a bajar. Tal vez tuvieron respuesta a sus preguntas y siguieron adelante.

 «Comenzamos a ofrecer algo un poco más estructurado, invitando a un orador que pudiera ofrecer conocimientos específicos. A la sesión siguiente vino Alan Cohen, un ex gerente del Banco Hapoalim, anteriormente de Londres, que habló acerca de la banca en Israel, explicando cómo funcionaba el sistema e invitando a hacer preguntas. Después de eso, vino un orador de Tnuat Or, una organización dedicada al desarrollo del Neguev. El número de asistentes comenzó a crecer de nuevo».

En el año transcurrido desde las primeras sesiones, los oradores invitados han cubierto un número de temas, algunos solicitados por los recién llegados, otros por los profesionales que se ofrecieron a venir y compartir sus habilidades. Incluso el nombre asignado a las reuniones del grupo evolucionó: «Despotricar y Elogiar» dio lugar al menos colorido – pero probablemente más preciso – «Conversaciones con Olim».

Dos oradores recientes atrajeron a números especialmente grandes – no sólo nuevos olim, sino inmigrantes radicados hace varios años.

En marzo, David Brock, profesor de gestión empresarial en la Universidad Ben Gurion del Neguev y un inmigrante de Nueva Zelanda de 2001, vino a ofrecer algunos consejos para aprender hebreo.

 «Esa fue una de nuestras mejores sesiones», dice Green. «Una preocupación primordial para todos los nuevos inmigrantes es la de aprender hebreo, y David ofreció algunas grandes ideas».

Una de las sugerencias de Brock venía de su propia experiencia: Como un nuevo profesor en la UBG, tuvo que aprender hebreo rápidamente, así que se puso en contacto con un señor jubilado, otro erudito, que disfrutaba con los visitantes. Los dos simplemente se reunían para hablar – en hebreo – dos veces por semana.

De acuerdo con Brock, ambos se beneficiaron de esa actividad.

Tras la presentación de Brock, varios novatos ofrecieron, adicionalmente, sus propios consejos: «Repetir frases hasta sabérselas de memoria», «Leer cortas frases de los diarios una y otra vez», «Escuchar la radio», «Ver televisión para chicos», y «Conseguir prestados libros fáciles de leer – o mejor aún, pedirle prestado a alguien de primer grado».

En abril, otro profesional de alto rango, Zvi Ophir, presentó un taller sobre «Leer el Lenguaje Corporal Israelí: Gestos Groseros y Otras Diferencias Culturales». Ophir, que presenta sus talleres de lenguaje corporal para grupos empresariales, maestros y las FDI, también enseña Inglés en la Yeshiva High School en Sussiya y Dimona, e hizo aliá desde Inglaterra con su familia hace 41 años. Utilizando clips de película, fotos y dibujos, Ophir mantuvo a la audiencia tanto riendo como aprendiendo.

Uno de sus dibujos representaba el quintaesencial gesto de mano israelí: los cinco dedos cerrados juntos, apuntando hacia arriba.

«¿Qué significa esto?», Preguntó Ophir. Sólo unos pocos adivinaron: «En Israel significa ‘Sea paciente. Tómelo con calma. Deme un minuto'» Pero haga ese mismo gesto en Italia, señaló alguien, y podría encontrarse en casa en silla de ruedas.

Usando la ahora famosa foto del Presidente de EE.UU., Barack Obama, hablando por teléfono con el Primer Ministro Binyamin Netanyahu, con los pies sobre la mesa, las suelas hacia la cámara, Ophir discutió la sensibilidad de los del Medio Oriente a que se les muestre la suela de los zapatos de otro.

«Mantengan sus pies en el suelo», sugirió. «No cruce las piernas de modo que se vea la suela de su zapato, si usted está sentado con un árabe».

Mirando el grupo reunido para escuchar su charla, Ophir pudo decir, por sus expresiones faciales y por dónde y cómo se sentaron en la sala de reuniones, que los nuevos inmigrantes estaban apreciando la presentación.

 «Estaban muy interesados, muchos se inclinaban un poco hacia adelante, lo que revela un gran interés», recuerda. «Fue una gran sesión – totalmente interactiva. No fue una conferencia. Había algo sucediendo entre nosotros, rebotando. Estábamos aprendiendo unos de los otros».

«He estado en casi todas las sesiones de ‘Conversación'», dice Héctor Marrero, un sociólogo que hizo aliá desde México hace cuatro años. «Todas ellas han sido útiles e interesantes. La sesión de cómo aprender hebreo, fue tal vez la mejor… sólo espero que las sesiones continúen».

No sólo las sesiones continuarán, dice Green, sino que los temas futuros, seguramente, harán que la gente siga viniendo.

 «Martin Stone, un inmigrante veterano de Londres, hará una presentación sobre cómo leer las cuentas y las facturas. Otra sesión se centrará en qué educación para adultos están disponibles en Beersheba. Encontrar empleo es siempre un tema de mucha importancia para los nuevos olim, y también tendremos una sesión sobre empleos no profesionales que podrían ser una opción. Para los recién llegados que no saben mucho hebreo, sin embargo, un empleo, como trabajar en un hotel, podría ofrecer una oportunidad de obtener algunos ingresos y aprender hebreo, al mismo tiempo», hace notar.

Aprender hebreo debe ser visto como un proceso a largo plazo, añade Green. Para ponerlo en perspectiva, cuenta una conversación que tuvo con una muy nueva inmigrante de Florida, una que había estado luchando con el idioma.

«Al final de una de las sesiones de ‘Conversaciones’, esta madre se me acercó y dijo: ‘Sólo quiero que sepas que hoy mi hijo tuvo el mejor día de toda su vida'», recuerda.

Cuando Green le preguntó qué había sucedido, la madre dijo: «Mi hijo está en sexto grado. No sabe nada de hebreo todavía pero hoy, después de la escuela, salió con un grupo de sus nuevos compañeros de clase hebreoparlantes. Comieron pizza, anduvieron en sus bicicletas por toda la ciudad y jugaron juntos hasta la noche, cuando volvió a casa por sí mismo. Nunca lo había visto tan feliz».

«Mira, en Florida, tenía que quedarse en la casa o el patio trasero. No había manera de que pudiéramos permitirle estar afuera jugando así con amigos, andar en bicicleta por todas partes, sin supervisión. Los niños no tienen ese tipo de libertad donde vivíamos antes», explicó.

«Así que así es como yo lo veo», continuó la madre. «Todos luchamos para aprender hebreo. Pero no importa cuánto tiempo tome, porque estamos entregados a este país. Ya mi hijo está floreciendo aquí – ¿qué puede ser más importante que eso?»

http://www.jpost.com/ArtsAndCulture/Arts/Article.aspx?id=222297

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
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