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| jueves diciembre 26, 2024

El dislate de un Estado palestino con Jerusalén como capital


Ruben Kaplan

La pretensión de los palestinos de erigir su propio estado unilateralmente, con Jerusalén Oriental como su capital, sin las indispensables negociaciones con Israel, necesita para cobrar un carácter épico, pergeñar una historia fraguada que los vincule con la milenaria Tierra Santa y la citada ciudad judía, con las que tanto ellos como el Islam  no tienen ninguna ligazón fehaciente, a pesar de su vasta imaginación para respaldar una torpe y mendaz inventiva.

 
Se ha escrito profusamente acerca de la absurda y ficticia versión de la historia a la que son afectos los palestinos, particularmente sobre el origen de Palestina, que fue la Tierra de Israel y Judea, hasta que su nombre fue cambiado por los romanos en el año 135 de la EC. Los sobrevivientes de la rebelión judía del año 70 DC fueron sometidos a vejaciones y provocaciones similares a las que causaron otra rebelión en el año 132 DC. Los romanos vencieron otra vez, y la revuelta terminó en el 135 DC. El Emperador Romano Adriano (Publios Aelios Adrianos) castigó a los judíos sobrevivientes. Adriano renombró a Jerusalén con su nombre y como el dios Júpiter Capitolinos—Aelia Capitolina, e impuso la pena de muerte a cualquier judío que entrara en la ciudad. Algunos historiadores dicen que posiblemente en ese periodo, fue cuando los romanos le cambiaron el nombre a Judea,  por el de Palestina. Otros creen que el cambio ocurrió más o menos como un siglo más tarde, después que Constantino estableció la parte del este, o la parte Bizantina del Imperio Romano. Así que, el término romano de «Palestina» llegó a la existencia mucho después que las Escrituras habían sido canonizadas. El término «Aelia Capitolina» no duró para Jerusalén, pero «Palestina» de alguna forma persistió y posibilitó que permaneciera en la región, incluida Judea y sus alrededores.
 
Resulta curioso, o cuanto menos llamativo, que en el Corán, escrito unos 2000 años después de los textos de la Biblia, se pretenda hacer creer que el hijo de Abraham, ofrecido en sacrificio a Dios, fue Ismael y no Isaac. Hogaño, los palestinos insisten que habitaron la tierra de Canaán antes  que Dios se la diera al hijo de Isaac, Jacob (Israel). Pero ellos están seriamente mal informados o son, deliberadamente, tenaces mentecatos. La palabra Palestina no aparece en el hebreo original o en la traducción Griega de la Biblia. El término hebreo Pelesheth, se refiere a la tierra antigua de los Filisteos—Filistea.
 
Insistiendo en la tesitura de distorsión histórica, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) al dirigirse a su pueblo recientemente por la televisión oficial hizo alarde de un magín sorprendente. El Instituto de investigación  «Palestina Media Watch» presentó en su sitio Web un video emitido en la TV  de la  ANP el 14 de mayo, como parte de los actos oficiales en Ramallah y en la Franja de Gaza para conmemorar el ‘Día de Nakba’ – fecha en la que los palestinos lamentan lo que ellos llaman la «catástrofe» de la creación del Estado de Israel.  El vídeo muestra que en el delirante discurso del Presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, éste negó que los judíos tengan una historia en la tierra de Israel y reclamó  el reconocimiento de ficticios 9000 años de historia palestina, (como si fueran los antiguos cananeos) que se remontan a 7000 AC. «Esta historia, -dijo Abbas sin ruborizarse- hizo a los palestinos los propietarios de la historia». Cabe mencionar que los cananeos al igual que otros pueblos que habitaron las regiones de la tierra de Israel, salvo los judíos, desaparecieron como naciones distinguibles hace miles de años, pero conociendo la propensión a fabular de los árabes, no sería extraño que declarasen que hay evidencias que los hombres de la prehistoria  eran palestinos.

En otra grotesca revisión de la historia, a la que sólo pueden dar crédito los excesivamente ignorantes, los palestinos, en una burda distorsión de la Biblia que ofende y pretende quitar legitimidad a las religiones judía y cristiana, inventan descaradamente que el patriarca Abraham, el primer monoteísta, era islamista y que la Virgen María y Jesús de Judea eran palestinos. «Abraham no era ni un judío, ni cristiano, pero él era un Hanifa (seguidores de Abu Hanifa el fundador de la escuela Hanifita) verdadero musulmán, y no era de los politeístas» – Corán 3:67.
Contrariamente a lo que muchos creen, nunca hubo un estado palestino. Cuando la ONU, en una resolución de 1947, ordenó la partición de la tierra en dos Estados, esto fue rechazado por la parte árabe (incluida la futura Palestina). Por consiguiente, de acuerdo con el Derecho Internacional, Palestina nunca existió. Israel declaró su independencia, el 14 de Mayo de 1948; lejos de declarar la suya, la coalición árabe atacó al día siguiente al recién creado Estado de Israel.

En contraposición a los desesperados intentos de encontrar una conexión inexistente de los palestinos con la historia y con Jerusalén, la capital eterna de Israel que celebra los 44 años de su reunificación, la Doctora Eilat Mazar, en un magnífico reportaje de Jenny Hazan publicado en el portal AishLatino, (que reproduzco parcialmente) está revelando de manera tangible las huellas de la historia bíblica judía en Jerusalén. Después de excavar la Ciudad de David en las décadas del 70 y 80 y desenterrar finalmente la joya arqueológica de 3,000 años que es el palacio del Rey David en 2005, la destacada arqueóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Dra. Eilat Mazar acaba de descubrir otro tesoro de la Ciudad Vieja de una increíble importancia histórica y bíblica: un recinto real que data del siglo 10 AEC.
De acuerdo a Mazar, autora de «The Complete Guide to the Temple Mount Excavations» (2002), esta última excavación, que es el primer hallazgo de este período en el área, provee evidencia convincente de la descripción bíblica del reino de Salomón. Siguiendo los pasos de su abuelo, el reconocido arqueólogo, Dr. Benjamín Mazar, la Dra. Mazar ha revelado las huellas de la historia bíblica judía.

Respondiendo más en detalle sobre su descubrimiento, la Dra. Mazar dijo que «encontramos dos secciones de una muralla, una de 70 metros de largo y seis de alto, y la otra de 35 metros de largo y cinco de alto, entre la Ciudad de David y el muro sur del Monte del Templo. Dentro de las paredes encontramos los restos de una casa de guardia de 6 metros de alto, una estructura real adyacente a la casa de guardia, y una torre de vigilancia de 8 metros de largo y 6 de alto, construida de piedras esculpidas de una belleza inusual, que mira desde arriba al valle Kidrón.

Probamos con un cierto grado de certidumbre que toda la estructura fue erigida en el siglo 10 AEC y que estuvo en uso durante todos los siglos hasta la destrucción del Primer Templo en 586 AEC.

En el piso encontramos una abundancia de material que prueba que las estructuras fueron utilizadas con propósitos reales, públicos o administrativos: puntas de flechas, cuentas, joyería, estatuillas, y un archivo de docenas de sellos con decoraciones, nombres hebreos y la inscripción de «el rey» atestiguando su uso dentro de la monarquía.

En los años 80 ya habíamos descubierto in situ el mayor depósito de jarrones –de 1,15 metros de alto— alguna vez encontrado en Jerusalén. En uno de ellos había una inscripción parcial en hebreo antiguo indicando que le había pertenecido a un oficial gubernamental de alto rango, la persona responsable de supervisar la provisión de alimentos horneados a la corte real». «La muralla que fue descubierta atestigua la presencia de un gobierno. Su fortaleza y la forma de construcción indican un alto nivel de ingeniería. Una comparación de estos últimos hallazgos de murallas y puertas del período del Primer Templo, tanto como la alfarería encontrada en el lugar, nos permite presuponer con un alto grado de certidumbre que la pared que ha sido revelada fue construida por el Rey Salomón en Jerusalén en la última parte del siglo 10 AEC.

Podemos presuponer con un alto grado de certidumbre que la muralla fue construida por el Rey Salomón en Jerusalén en la última parte del siglo 10 AEC.

Esta es la primera vez que se encuentra una estructura de aquel período de tiempo que guarda correlación con las descripciones escritas de las construcciones del Rey Salomón en Jerusalén. La Biblia nos dice que él, junto con la ayuda de los fenicios, construyó un templo, luego su propio palacio, y que los rodeó con murallas para protegerlos. El tercer capítulo del libro de Reyes dice: «…hasta que él (Salomón) hizo su objetivo construir su propia casa, y la casa de Dios, y la muralla de Jerusalén alrededor.
 
¿Cómo reacciona ante aquellos que niegan éste y otros importantes hallazgos bíblicos?

No tengo que reaccionar. Es muy importante apegarse a los hechos y dejar que estos hablen por sí mismos. Esos hechos hablan de un poder central en el siglo 10 AEC. Puedes ignorar lo que la Biblia nos dice sobre el Rey Salomón, pero no puedes negar el hecho de que en aquella época Jerusalén era muy importante y estaba liderada por un monarca, y aquellos que niegan la descripción bíblica todavía tienen que lidiar con esa realidad. Todo el mundo es libre de sugerir sus propias interpretaciones, pero la fecha no miente. La historia del pueblo judío en Jerusalén es un hecho científico, y no puedes cambiar la historia.

Siempre hay gente que trata de deformar la evidencia de una manera u otra y siempre habrán intentos de reescribir la historia. La Waqf [la autoridad religiosa que administra el Monte del Templo] ha estado afirmando por años que nunca hubo un templo allí. Como miembro del Comité Público en Contra de la Profanación de Antigüedades en el Monte del Templo, he hecho lo mejor que pude para alertar al mundo de las intenciones de la Waqf de destruir toda evidencia de soberanía judía en Jerusalén.

Están destruyendo la evidencia más importante de la historia de los judíos.
Lo expresado por la Dra. Mazar desenmascara la intención de un documental emitido por la televisión de la ANP el 3 de mayo de 2009, llamado «Las sinagogas que cercan Al Aqsa», en el cual se  afirmaba que los judíos lloran y lloran sobre el muro occidental de la mezquita Al-Aqsa, ya que por autoengaño y debido a una falsificación, creen que se trata de un vestigio de la pared del imaginario Templo. Disparatadamente afirmaba también que la zona del Muro de los Lamentos, es parte de Al- Aqsa, a pesar que hay una distancia de más de 80 metros entre ambos sitios.  También se había pronunciado al respecto el Presidente del Tribunal Supremo de los tribunales religiosos de  La Autoridad Nacional Palestina, el Dr. Tayseer Al- Tamimi, diciendo que «Jerusalén es la capital religiosa, política y espiritual de Palestina y los judíos no tienen derecho a ella». El jeque Tamimi dijo que «ninguna de las excavaciones llevadas a cabo por las autoridades de ocupación desde 1967 han revelado ningún hallazgo que confirme que los judíos tienen una historia en Jerusalén, o la existencia de su supuesto Templo, y esto es reconocido por los arqueólogos judíos. Las reclamaciones por los rabinos judíos y sus organizaciones extremistas no son más que mentiras y engaños y falsas afirmaciones, sin verdad en ellas».

La relación histórica de los islamistas con Jerusalén comenzó en el año 638, cuando los musulmanes conquistaron la ciudad. Para los árabes, que rezan en dirección a La Meca dándole la espalda a Jerusalén, la importancia religiosa  de ésta, data del año 691 EC, cuando el califa Al Malik construyó la Cúpula de la Roca y con la erección de la mezquita Al Aqsa en el año 715. Para el Islam, Jerusalén no es una ciudad santa en el sentido en que la conciben los judíos. Los musulmanes tienen un solo lugar sagrado en Jerusalén y ello es suficiente para que la «ciudad santa» deba formar parte de «Dar al Islam.»
Jerusalén, ha sido capital de un Estado judío en cuatro períodos de la historia y nunca de un Estado árabe o islámico.
No obstante la enorme acumulación de datos históricos, arqueológicos y religiosos, que demuestran inequívocamente la relación milenaria de los judíos con Jerusalén, los palestinos, maestros en el arte de la distorsión y la mentira, pretenden negar esos hechos y  escribir su propia e inventada versión de la historia.

Parafraseando algunos conceptos del ganador del Premio Nobel, y sobreviviente del Holocausto Elie Wiesel, quien sacó un aviso de página completa en el Wall Street Journal en forma de carta abierta al Presidente Obama,- con quien él visitó el campo de muerte de Buchenwald el año pasado-: «Para mí, el judío que soy, Jerusalén está más allá de la política. Está mencionada más de seiscientas veces en las Escrituras Sagradas, y ni una vez en el Corán. Su presencia en la historia judía es abrumadora. No hay una plegaria más conmovedora en la historia judía que la que expresa nuestro anhelo por retornar a Jerusalén. «Cuando un judío visita Jerusalén por primera vez, es un regreso a casa». «Jerusalén debe continuar siendo la capital espiritual judía del mundo, no un símbolo de angustia y amargura, sino un símbolo de confianza y esperanza. Como dijo el maestro jasídico Rebe Najman de Breslov: «Todo en este mundo tiene un corazón; incluso el corazón mismo tiene su propio corazón». «Jerusalén es el corazón de nuestro corazón, es el alma de nuestra alma.» 

Rubén Kaplan
http://www.rkpress.com.ar/

 
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