Zvi Mazel
Jpost.com
17/6/2011
«Ya Bashar, ya Bashar, ¿Dónde, dónde estás? Nos masacraron bajo tus ojos, ¿Dónde, dónde está el ejército sirio, dónde estás tú?»
Mientras los ojos del mundo estaban enfocados en los miles de palestinos que trataban de asaltar los Altos del Golán, el viernes 3 de junio – «Día de la Naksa», el día que conmemora la derrota de los ejércitos árabes en la Guerra de los Seis Días – escasa atención se le dio al drama en desarrollo dentro del campo de refugiados de Yarmuk, en las afueras de Damasco.
Varios jóvenes del campamento estaban tomando parte en el intento, y pronto comenzaron a gotear noticias sobre el número de muertos y heridos. La gente del campamento comprendió, de pronto, que había sido engañada por el líder sirio, Bashar Assad, que había optado por comprar con sangre palestina una operación destinada a desviar la atención de su brutal manejo de la crisis del país.
La identificación de los cuerpos y la devolución a sus familias tomó tiempo, y no fue sino recién el lunes que las nueve víctimas del campamento pudieron ser enterradas. Para ese momento, la ira hervía acerca de lo que fue percibido como el resultado de un uso cínico de la causa palestina por parte de Assad.
Se estima que 100.000 palestinos – unos dos tercios de la población del campamento Yarmuk – participó en los funerales masivos, coreando consignas contra el presidente sirio: «Ya Bashar, ya Bashar, ¿Dónde, dónde estás? Nos masacraron bajo tus ojos, ¿Dónde, dónde está el ejército de Siria, donde estás tú?” Siria es el hogar de algunas de las organizaciones palestinas más extremistas – desde Hamas, que tiene su sede en Damasco, hasta el Frente Popular para la Liberación de Palestina – Comando General (FPLP-CG), dirigido por Ahmed Jibril.
El propio Jibril llegó al funeral con un número de asistentes y líderes de otras varias organizaciones extremistas palestinas, sin embargo, cuando trató de pronunciar un discurso alabando a Assad y culpando a Israel por las muertes, su voz fue ahogada por las protestas; se le pidió que se vaya y que deje que los muertos fueran enterrados en paz. Se negó a moverse, por lo que la multitud comenzó a arrojarle piedras a su grupo.
Pronto la protesta se tornó más violenta, y los manifestantes descargaron su ira sobre la sede de la FPLP-GC.
Irrumpieron en las oficinas y rompieron los muebles antes de prenderle fuego al lugar. Dos guardias fueron muertos en el ataque; los oficiales de seguridad de Jibril abrieron fuego, matando a 14 manifestantes e hiriendo a centenares. Durante los disturbios, las masas gritaban: «La gente quiere poner fin a las facciones» – es decir, los muchos grupos palestinos activos en Siria, entrometiéndose en sus vidas y luchando entre sí por influencia – imitando el llamado de los manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo: «La gente quiere el fin del régimen».
Lo que los refugiados estaban diciendo era que estaban hartos de ser manipulados por el régimen sirio por medio de las 10 facciones extremistas palestinas a las que apoya y que hacen su voluntad. El jefe de Hamas, Khaled Meshaal, se precipitó hacia el campo en un intento de apaciguar a los manifestantes, pero fue recibido por fuertes abucheos e insultos y fue expulsado.
Jibril es considerado el más importante de los líderes de las facciones pro-sirias; es un hecho bien conocido que ha estado actuando para el gobierno de Siria durante los últimos 40 años. Resulta que había sido el motor principal en la planificación de las manifestaciones masivas en el Golán, en nombre de Assad, a pesar de que, según medios árabes, había quedado claro desde el principio que estaban condenadas al fracaso, ya que Israel no permitiría que su frontera fuera sobrepasada. El martes, las víctimas del día anterior fueron sepultadas; los jefes de las facciones permanecieron prudentemente alejados.
Algunos medios de comunicación árabes dicen que hay muchos, en los campamentos, que se sienten solidarios con los manifestantes sirios que están siendo masacrados por el régimen. En cualquier caso, las violentas protestas en este campo, probablemente explican por qué Assad no envió a más gente al Golán al día siguiente y por qué su ejército restableció las barricadas en la carretera que conduce al mismo, que habían sido desmanteladas antes de la marcha del viernes a la frontera.
En la actualidad existen 13 campamentos de refugiados palestinos en Siria, administrados por UNRWA; se estima en medio millón las personas que viven allí. A lo largo de los años, se han construido o modernizado infraestructuras. Los habitantes de los campamentos disfrutan de plenos derechos civiles, incluyendo el derecho a trabajar en profesiones académicas y oficinas gubernamentales, aunque no se les haya concedido la ciudadanía siria, a fin de perpetuar su status de refugiados, con respecto a Israel.
En vista de su difícil situación actual, Assad no tiene ningún deseo de abrir un segundo frente con los palestinos; representan una fuerza política que, de ninguna manera, querría volcar en su contra. Si decidieran unirse a los manifestantes, podría ser catastrófico. Incluso antes de los recientes acontecimientos del Golán, había una sensación de que las relaciones se volvían agrias.
Hace unas semanas, las autoridades sirias se quejaron que los palestinos del campamento Al-Ramel, en Lattakia, se habían amotinado, incendiando y destruyendo edificios públicos. Por el contrario, las facciones palestinas, de inmediato, lo negaron, insistiendo en que los palestinos en Siria se mantenían neutrales y no tomaban parte en los asuntos internos del país. También hay que recordar que existe la generalizada especulación de que Hamas está considerando trasladar su sede a Qatar y abrir oficinas en El Cairo, debido al deterioro de la situación en Siria.
Assad, probablemente, no volverá a intentar este transparente ardid de usar a los palestinos para desviar la atención de su lamentable situación – un ardid que fue condenado por Estados Unidos y que dejó un sabor amargo en la boca del mundo árabe.
Al mismo tiempo, los líderes de las facciones palestinas también están en problemas.
Temen, no sólo los enfrentamientos entre los refugiados y las fuerzas de seguridad de Assad, sino también la posible emergencia de un nuevo régimen que podría reducir sus privilegios. Según informes de prensa, estos dirigentes tienen la intención de reunirse pronto y discutir las mejores maneras de no ampliar la grieta con el gobierno sirio.
El liderazgo palestino en Ramallah emitió una mesurada condena, a través de su agencia de noticias Wafa. El comunicado habla de «un grupo de hombres armados» del FPLP-CG, como responsables de los crímenes, y prometió una investigación; no hubo referencia a la situación en Siria, a Assad o a Jibril.
Hasta ahora, el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, no ha considerado oportuno enfrentar a la cámara y expresar claramente su apoyo a los palestinos que protestaban por la duplicidad de Assad. Al parecer, a causa de la actual confrontación palestina con Israel y el inminente enfrentamiento en la Asamblea General de la ONU en septiembre, la AP no está dispuesta a cruzar espadas con las facciones palestinas – y mucho menos con Hamas, con el que ha firmado recientemente un acuerdo de paz. Sin embargo, ha habido una fuerte condena en la prensa palestina, así como de algunos miembros más jóvenes de Fatah, que llegaron tan lejos como para pedir que Jibril fuera expulsado de la OLP.
Tarek al-Hamid, director del diario árabe Asharq Alawsat, con sede en Londres, resumió el 8 de junio, bajo el título «La moneda común para las crisis», su opinión sobre la forma en que los países árabes e Irán se han aprovechado del problema palestino.
De acuerdo a Hamid, los regímenes árabes «pagan sus deudas» por los problemas internos o externos, ya sea sacrificando palestinos o «emitiendo cheques» – es decir, explotando el problema palestino mientras no hacen nada al respecto. Se preguntó por qué Assad no envió ciudadanos sirios al Golán (siendo el Golán un problema sirio), por qué Hezbollah no tomó parte en las manifestaciones del Día de la Naksa, y por qué Hamas no permitió que el pueblo de Gaza manifestara. No se olvidó de Irán, un país que emite declaraciones altisonantes en favor de los palestinos y en contra de Israel – sin hacer nada – simplemente inmiscuyéndose en los asuntos internos de los estados árabes.
Los palestinos, escribió, se han convertido en la moneda común usada para pagar por la crisis en el mundo árabe, y esta situación continuará hasta que el líder palestino se levante y proclame: «¡Basta, paren con comerciar con Palestina y los palestinos!» – un codazo no demasiado sutil a los países árabes y a Abbas, recordándoles que ya es hora de resolver pragmáticamente la cuestión palestina y dejar de usarla para asegurar su propia supervivencia.
El escritor es un ex embajador en Rumania, Egipto y Suecia, y un miembro del Centro Jerusalem para Asuntos Públicos.
http://www.jpost.com/Features/FrontLines/Article.aspx?id=225371
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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