Sal Emergui
«Es sólo un paso más en nuestra lucha que sólo ganaremos cuando Wagner sea interpretado en Israel. Nos oponemos a cualquier boicot cultural ya sea contra Israel o contra artistas». Son las palabras del israelí Jonathan Livni, que, en nombre de la recién creada Asociación Wagner Israel, aplaude la histórica actuación este martes de la Orquesta de Cámara de Israel en la localidad de Bayreuth.
Histórica al ser la primera vez que una orquesta israelí interpreta en suelo alemán una obra de Richard Wagner, genio musical y feroz antisemita convertido con los años en el compositor favorito de Adolf Hitler. El tabú desaparece, la polémica reaparece y la pregunta se escucha con igual intensidad que los acordes de la prestigiosa orquesta: desvincular o no la magistral obra musical del discurso lleno de intolerancia y odio de su autor. El gran artista y el pequeño hombre.
La Orquesta reabre la dolorosa herida de Wagner
La orquesta interpretó el Himno Nacional israelí. Y algunos músicos que lloraron en ese momento.
Muchos sectores en Israel, encabezados por los supervivientes del Holocausto, protestan ante la decisión de la Orquesta de actuar por primera vez en el festival wagneriano. Mientras los músicos interpretaban a Wagner, decenas de jóvenes se manifestaron este martes en Tel Aviv exigiendo el boicot contra «la insensible Orquesta que interpreta a un antisemita en el que fue feudo cultural nazi».
Aunque varios diputados israelíes exigieron cortar la ayuda estatal a la Orquesta, la ministra de Cultura, Limor Livnat, aclara: «No podemos dejar de subvencionar a la Orquesta por el repertorio elegido. Pese a ello, es una lástima que la dirección no haya usado el sentido común en un asunto tan doloroso para el pueblo judío».
Tan doloroso que la Orquesta no quiso celebrar ningún ensayo de Wagner en Israel antes de viajar a Alemania. «El Estado de Israel no boicotea de forma oficial la música de Wagner. No hay ninguna ley o normativa que lo prohíba pero la sensibilidad es enorme. Lo entendemos y por eso, nosotros no lo hacemos en Israel», revela el director general de la Orquesta, Eran Hershkovitz.
‘Emoción y orgullo’ para algunos israelís
La Orquesta no quiso hacer un solo ensayo en Israel, por respeto a la sensibilidad de las víctimas.
Intentando convencer a los numerosos opositores por motivos personales (muchos con el número del campo de exterminio de Auschwitz tatuado en sus brazos), ideológicos y emotivos, Hershkovitz añade: «Fuimos al Festival con emoción y orgullo para demostrar que lo que Wagner pensaba de nosotros no era verdad. Es una victoria ya que aquellos a los que él tanto odiaba y boicoteaba son los que han tocado su obra. Hace 60 años aquí asesinaban a judíos; hoy los judíos ondean la bandera de Israel y tocan a Wagner».
Uno de los integrantes de la Orquesta, Omri Raveh, confiesa «haber llorado como un niño cuando empezamos a interpretar el himno de Israel en Bayreuth. Toda la presión acumulada estos meses salió en esos momentos».
«Respeto mucho a los supervivientes de la Shoa y por eso decidimos no ensayar en Israel. Creo que en Israel hay consenso a favor de nuestra participación en este concierto, especialmente entre las generaciones más jóvenes», añade el director de la Orquesta y promotor de la participación en el festival, Roberto Paternostro.
La orquesta israelí interpretó obras de compositores judíos (Tzvi Avni, Gustav Mahler, Felix Mendelssohn-Bartholdy), una de Franz Liszt (con motivo de su bicentenario) y, finalmente, la más polémica y tensa emocionalmente: el ‘Idilio de Sigfrido’, de Wagner en honor a su esposa Cósima. El público se entregó a la interpretación de los músicos israelíes. Quizás por el talento, quizás por el tabú roto en la meca wagneriana.
La codirectora del Festival y bisnieta del músico, Katharina Wagner, no hizo acto de presencia en la rueda de prensa conjunta de la Cámara israelí y el Ayuntamiento de Bayreuth pero quiso de elogiar «la valiente decisión de la Orquesta israelí».
La directora de la Orquesta de Cámara, Erella Talmi, afirmó ayer que «la música es una lengua internacional que debe quedarse lejos de las discusiones políticas». «Seis millones de judíos exterminados no están en la categoría de ‘discusiones políticas’. No se debe obviar el mensaje antisemita de Wagner que exigia la desaparición de los judíos. No dijo cómo hacerlo pero su fiel y fanático alumno Adolf Hitler lo supo perfectamente», responde con indignación el escritor Noah Kliger, superviviente de varios campos de exterminio.
Para la Orquesta y asumiendo su explosiva carga emocional, se trata de una obra musical colosal. Para centenares de miles de supervivientes del Holocausto, sin embargo, la sinfonía de Wagner no es sinónimo de arte sino el macabro acompañamiento musical en su silencioso camino a las cámaras de gas.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/27/cultura/1311749489.html
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