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| lunes diciembre 23, 2024

El Presidente Palestino Abbas en la ONU: Otra Oportunidad Perdida para Hacer la Paz


David Harris

The Huffington Post

25 de septiembre de 2011

 

El viernes, el Presidente Palestino, Mahmoud Abbas, se dirigió a la Asamblea General de la ONU. Fue entusiastamente recibido por muchos en la sala.

Esto no debería ser ninguna sorpresa. Obsérvese la composición del cuerpo: Para empezar, 22 miembros de la Liga Árabe, 56 miembros la Organización de la Conferencia Islámica y aproximadamente 120 miembros del Movimiento de No Alineados. He allí una mayoría automática.

Abbas podía decir lo que quisiera y tener asegurado un entusiasta aplauso.

Por desgracia, lo que dijo no hizo avanzar la causa de la paz.

En realidad, se inició en el periodo previo al discurso en la ONU. El líder palestino declaró que su tierra había sido ocupada durante «63 años». Citando a 1948, el año del establecimiento de Israel, como Abbas lo hizo, sólo hace renacer el temor de que éste no es un conflicto sobre las tierras en disputa desde 1967, sino sobre la misma existencia de Israel.

Y a lo largo de la ruta a Nueva York, la Autoridad Palestina (AP) de Abbas, una vez más, rindió homenaje a los terroristas, como Dalal Mughrabi, que asesinó a civiles israelíes. No es exactamente la manera de convencer a los israelíes, hoy, de que la coexistencia pacífica está a la vuelta de la esquina.

Y después estuvo el propio discurso.

Estuvo lleno de imprudente lenguaje incendiario – «ocupación colonial militar», «agresión brutal», «discriminación racial», «multifacética política de limpieza étnica», «guerra de agresión», «políticas de apartheid», «Muro de anexión racista», y mucho más.

¿Es ése el lenguaje de un hacedor de la paz decidido a reducir el espacio entre él y su adversario? Puede funcionar bien con muchos en la Asamblea General, pero no donde realmente cuenta – en Israel, la otra mitad de la ecuación palestino-israelí.

Ah, y de paso, ¿cómo cuadra Abbas esa descripción de las políticas demoníacas israelíes con el hecho que la población árabe de la Margen Occidental y el PIB están progresando impresionantemente en la que, erróneamente, apodó como «la única ocupación en el mundo»?

O tómese su referencia a Gaza.

Habló de los «asesinos ataques aéreos y bombardeos de artillería» israelíes, de la «guerra de agresión» y de los «miles de mártires y heridos».

Trató de hacer que suene como si Israel no tuviera nada mejor que hacer que aprovecharse de los inocentes habitantes de Gaza.

Al ignorar la retirada total de Israel de Gaza en 2005, la toma violenta del poder de su AP por parte de Hamas en 2007, la genocida Carta de Hamas, el aluvión constante de misiles desde Gaza a Israel y el secuestro de Gilad Shalit, deliberadamente rechazó los legítimos problemas de seguridad de Israel. ¿Le habría significado un costo a Abbas reconocer estas sombrías realidades? Tal vez en su calle, sí, pero ¿no es éso de lo que, se supone, trata el arte de gobernar?

Describió a los palestinos como un «pueblo indefenso», como si no hubiera habido décadas de terrorismo, miles de israelíes muertos y heridos, y armas letales, por cortesía de Irán, en manos de auto-declarados asesinos».

Afirmó que en los 18 años desde los acuerdos de Oslo, “perseveramos y negociamos positiva y responsablemente, con todos los esfuerzos encaminados al logro de un acuerdo de paz duradero». ¿Realmente?

Aquí, por ejemplo, está Bill Clinton en su autobiografía Mi Vida «Justo antes de que dejé el cargo, Arafat, en una de nuestras últimas conversaciones, me agradeció por todos mis esfuerzos y me dijo que yo era un gran hombre.»Sr. Presidente» le respondí, «Yo no soy un gran hombre. Soy un fracaso, y usted me ha convertido en uno».

Unas pocas frases después, Clinton, un testigo de la historia de la época, escribió: «el rechazo de Arafat de mi propuesta [de paz] después de que [el Primer Ministro Israelí Ehud] Barak  la aceptó, fue un error de proporciones históricas».

En 2008, el Primer Ministro Israelí, Ehud Olmert, fue aún más lejos en la propuesta que puso sobre la mesa. Al año siguiente, Abbas confirmó que el intercambio propuesto les habría dado a los palestinos una tierra que sería igual al 100 por ciento de la Margen Occidental. Pero, como el Primer Ministro Netanyahu lo señaló el viernes en su propio discurso: «El presidente Abbas ni siquiera la respondió»

Y, por supuesto, con la excepción de unos pocos días, en septiembre de 2010, cuando se presentó en Washington, Abbas estuvo PEA – perdido en acción – de las conversaciones de paz con Israel durante 30 meses, mientras EE.UU. e Israel correteaban tras él. [Tampoco se lo pudo encontrar en ninguna parte en 2005, cuando el Primer Ministro Israelí, Ariel Sharon, buscaba una retirada negociada de Gaza, en lugar de tener que actuar unilateralmente].

Si Abbas hubiera querido mover la aguja de la mutua comprensión, podría haber replanteado su formulación en la «Tierra Santa» – según sus palabras, el sitio de la «ascensión del Profeta Mahoma y el lugar de nacimiento de Jesucristo» – para incluir, aunque fuera, una breve referencia a la conexión bíblica judía. Pero, desgraciadamente, no lo hizo, en consonancia con la narrativa palestina, expresada más espectacularmente por Arafat a Clinton, que no hay evidencia de un vínculo judío con la tierra o conexión con Jerusalem.

En total, Abbas eligió el camino familiar: Ir a la Asamblea General, donde hoy tiene asegurada una mayoría automática que aclamará cada una de sus palabras, votará a favor de cualquier cosa que busque y maldecirá a Israel por cualquier supuesto delito.

En fuerte contraste, el Primer Ministro Israelí utilizó el mismo podio, poco después, para pedir la inmediata reanudación de conversaciones directas, con el objetivo de un acuerdo de dos estados. Declaró: «Después de que un tal acuerdo de paz sea firmado, Israel no será el último país en dar la bienvenida a un estado palestino como un nuevo miembro de las Naciones Unidas. Seremos los primeros».

Ah, si sólo el líder palestino hubiera tenido en mente aquellas conmovedoras palabras del Rey Hussein, expresadas en 1997 después de que un pistolero jordano solitario asesinara a siete alumnas israelíes: «Si existiera algún propósito en la vida, sería el asegurarse de que todos los niños no sufran más de la forma en que lo hicieron en nuestra generación». Si Abbas se hubiera sentado con un dispuesto Netanyahu en Nueva York, para que juntos, a pesar de todos los obstáculos y las narrativas antagónicas, pudieran considerar la forma de lograr esa noble visión.

Pero Abbas decidió no hacerlo. En cambio, optó por la tribuna para la multitud de la ONU y la gente de vuelta a casa. El resultado, desgraciadamente, fue otra oportunidad perdida para hacer la paz.

http://www.huffingtonpost.com/david-harris/palestina-abbas-un_b_980190.html?msource=DAHBlog37&tr=y&auid=9561857

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
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