Yoav J. Tenembaum
Global Politician
8/10/2011
Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel, parece haber aprendido unas pocas lecciones cruciales en la formación de la política exterior de su primer período como primer ministro (1996-1999) y de los primeros ministros Ehud Barak, laborista (1999-2001) y Ehud Olmert de Kadima (2006-2009).
La primera lección: no dar un paso importante hacia adelante en lo que respecta al proceso de paz, sin hacer todo lo posible para mantener la estructura interna que lo mantiene en el poder.
Así, cuando Netanyahu anunció por primera vez, en su discurso en Bar Ilan, que estaría dispuesto a aceptar el establecimiento de un estado palestino desmilitarizado con garantías de seguridad, en el contexto de un acuerdo de paz, lo hizo sabiendo, de antemano, que ninguno de sus ministros renunciaría.
Fue capaz de mantener su coalición intacta, a pesar del significativo cambio conceptual que había realizado, debido a un meticuloso proceso de consultas previas al discurso y a una sensata retórica, apuntada también a aplacar a su público interno durante el discurso.
Lo que nos lleva a la segunda lección: Tratar de involucrar a los miembros más prominentes de su coalición en el proceso de toma de decisiones.
Netanyahu instituyó un foro central de siete (más adelante se ampliaría a ocho) ministros, que representaban a los principales partidos de su coalición de gobierno y a las principales
tendencias ideológicas dentro de su propio partido Likud, con los cuales consultar antes de cualquier decisión importante cobre política exterior y defensa .
De este modo, el primer ministro se aseguró que ninguno de los participantes se sintiera excluido del proceso de toma de decisiones, no obstante su posición individual en el tema en cuestión.
El Presidente de EE.UU., Dwight Eisenhower, solía decir que, si los principales factores relacionados con la conformación de la política exterior, sienten que forman parte del proceso de toma de decisiones, la posibilidad de obstrucción en la implementación de la política decidida disminuyen significativamente.
En otras palabras, incluso si un participante en el proceso, no está de acuerdo con la política adoptada, el hecho de que él o ella estuviera directamente involucrado/a en su formación, disminuye considerablemente el incentivo para frustrar su implementación.
Es así que, cuando Netanyahu anunció que estaría dispuesto a congelar toda actividad de asentamientos en la Margen Occidental por un período de diez meses, a fin de alentar a la Autoridad Palestina a que venga a la mesa de negociaciones, ninguno de sus ministros más halcones renunció o salió públicamente en su contra, a pesar de fuera el primer primer ministro israelí en aceptar tal medida.
Tercera lección: Si es necesario hacer un cambio significativo en las posiciones establecidas hasta ahora, tratar de dar la impresión de que no se tiene casi alternativa, debido a una insoportable presión ejercida por el mejor amigo y aliado de Israel, Estados Unidos.
Cuando Netanyahu pronunció su discurso en Bar Ilan, en el que aceptó, en principio, que un estado palestino podría establecerse en el marco de un acuerdo de paz, la impresión, compartida por muchos israelíes, fue que Netanyahu tenía poco margen de maniobra, debido a la considerable presión del presidente Barak Obama.
Algo similar ocurrió cuando Netanyahu anunció que estaría dispuesto a congelar toda actividad de asentamientos en la Margen Occidental. Netanyahu parecía dar la impresión de que estaba siendo presionado por el Presidente Obama, de tal manera que casi no tenía alternativa.
Por supuesto, el Presidente Obama ejerció, en ambas ocasiones, una enorme presión sobre Netanyahu, lo que sólo ayudó a Netanyahu a pronunciar su mensaje y ser capaz de mantener su coalición intacta.
Cuarta y última lección: cada vez que haya que efectuar un cambio de política en un sentido pacifista, tratar de envolverlo, tanto como sea posible, en una retórica patriótica. Además, hacer todo lo posible para transmitir el dolor que se siente al tener que tomar el paso que se da.
Netanyahu hizo exactamente ambas cosas, tanto en su discurso en Bar Ilan como en su último discurso en las Naciones Unidas, cuando habló tanto sobre el apego inquebrantable de los judíos a sus tierras ancestrales en la Tierra de Israel y enfatizó el dolor que conlleva el estar listos para retirarse de parte de ella, con el fin de lograr un acuerdo de paz con los palestinos.
Este punto es digno de destacar. Anteriores primeros ministros solían dar la impresión que aceptar el establecimiento de un estado palestino no era un sacrificio doloroso, sino que estaba en el mejor interés de Israel. Eso podría ser así, dependiendo del punto de vista, pero la audiencia nacional de Netanyahu, quizás la mayoría de los israelíes, prefieren oír a su primer ministro expresar su dolor, en lugar de su alivio, por tener que renunciar a tierras que son la cuna de la civilización judía y un activo geoestratégico para la defensa de Israel.
Yoav Tenembaum es profesor en el Programa de Diplomacia de postgrado (Departamento de Ciencias Políticas) de la Universidad de Tel Aviv. Presentó su tesis doctoral en Historia Moderna en la Universidad de Oxford (St.Antony’s College) y su maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge (St.Edmund’s). Cursó su BA en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Sus artículos han sido publicados en diversos diarios, revistas y publicaciones académicas, entre ellas, American Diplomacy, Foreign Service Journal, History and Policy, History News Network, Miami Herald, Jerusalem Post, Haaretz, y muchas otras publicaciones en Inglés y español. Ha vivido en varios países, entre ellos Argentina, Estados Unidos (Nueva York), Gran Bretaña e Israel.
http://www.globalpolitician.com/27111-netanyahu-israel-foreign-policy
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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