Silencioso éxodo judío de Venezuela
El número de miembros de la comunidad bajó a la mitad en 10 años de gobierno de Chávez
La Nacion
«¡Maldito seas, Estado de Israel!» Pese a su carácter explosivo, estas durísimas palabras, pronunciadas en junio de 2010, por Hugo Chávez tras el ataque israelí a una flota de ayuda humanitaria que intentaba llegar a la bloqueada Gaza, lejos estuvieron de sorprender a la colectividad judía venezolana.
Chávez ya había roto relaciones diplomáticas con Israel en protesta por la ofensiva judía en Gaza, en 2009. Esa decisión fue precedida por el allanamiento en el club Hebraica, de Caracas, en diciembre de 2007, y los destrozos y las pintadas antisemitas en una sinagoga, también en la capital.
Todo esto, sumado al fuerte impacto que tiene en la economía la ola de expropiaciones de compañías por parte del chavismo, está provocando «un éxodo silencioso» de la comunidad judía de Venezuela, dijo a La Nacion desde Caracas el analista político venezolano Carlos Romero.
Según estimaba a fines del año pasado la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV), el número de judíos en ese país se había reducido a la mitad en 10 años de mandato de Chávez: en 2000, un año después de que el presidente venezolano asumiera el gobierno, había unos 18.000 judíos en Venezuela contra los 9000 que se verificaban en 2010, según la entidad.
El analista político venezolano Nelson Bocaranda fue más allá y dijo a La Nacion que ya se han ido del país «entre el 60 y el 80%» de los judíos que había en Venezuela cuando asumió Chávez. Al parecer, sus destinos preferidos son las ciudades norteamericanas de Miami y Nueva York.
«Antes de que Chávez llegara al poder en Venezuela, los sentimientos antisemitas eran insignificantes. El antisemitismo actual en dicho país es, esencialmente, una consecuencia de la declarada hostilidad del gobierno contra el Estado de Israel», afirma un documento emitido el año pasado por la Liga Antidifamación, con sede en Estados Unidos.
«Dicha hostilidad está relacionada con la íntima relación de Chávez con el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad», añade.
El presidente venezolano es el mayor aliado regional del presidente iraní, que, entre otras cosas, en 2005, dijo: «Israel debe ser borrado del mapa», y cuyo gobierno acaba de ser acusado por funcionarios estadounidenses de planear una ola de atentados contra objetivos israelíes y sauditas en Estados Unidos y en la Argentina.
«Yo creo que un componente fundamental de la política exterior de Chávez es coincidir con los Estados radicales árabes y con Irán -dijo, por su parte, Romero-. Y ese contexto internacional ha repercutido en la comunidad judía en Venezuela. No sólo se rompieron las relaciones con Israel; también hay señales de hostigamiento contra los judíos venezolanos.»
Romero añadió que Chávez rompió con la tradición venezolana de «mantener un equilibro en sus relaciones con Israel y los países árabes». Esta postura «se mantuvo aún en los momentos difíciles» como los enfrentamientos bélicos entre Israel y varios países árabes, que se produjeron en la guerra de los Seis Días, de 1967, y en la de Yom Kippur, de 1973.
Cierto es que Chávez -que ha acusado a Israel de financiar a la oposición y al Mossad de conspirar para asesinarlo- se reunió con la comunidad judía para limar asperezas en septiembre del año pasado, en una reunión para la que, según afirman los medios en Venezuela, intercedió la presidenta argentina, Cristina Kirchner.
HOSTIGAMIENTO
También influyó en la disposición de Chávez al encuentro que el ex presidente cubano Fidel Castro -una suerte de padre político para el venezolano- le pidiera entonces a Ahmadinejad «dejar de difamar a los judíos».
«Han intentado hacer una campañita de que soy antijudío, enemigo de los judíos [?]; en verdad, respetamos y queremos al pueblo judío», dijo entonces Chávez, y agregó: «Los revolucionarios no pueden ser antisemitas».
«A ellos mi respeto, mi afecto y que cuenten con el respeto […] del Estado bolivariano», continuó Chávez.
De todos modos, estuvo lejos de reanudar las relaciones diplomáticas con Israel. Y siguió defendiendo la alianza con Ahmadinejad, a quien llama su «hermano» y con quien tiene ambiciosos programas de cooperación en el área energética, industrial y habitacional.
Chávez también insistió en su alineamiento con Estados árabes radicales, como lo fue la Libia de Muammar Khadafy y como aún lo es la Siria de Bashar al-Assad, ahora en el ojo de la tormenta por la sangrienta represión al levantamiento opositor en los últimos meses.
Pero esto no es todo. También hubo hostigamiento a los judíos del poderoso aparato de medios públicos en manos de Chávez: en abril pasado, la periodista Cristina González, de la Radio Nacional de Venezuela, leyó al aire párrafos de los Protocolos de los Sabios de Sion, un panfleto antisemita y los calificó de «interesantes».
Tras la polémica emisión, la CAIV pidió que se investigara el hecho y la Liga Antidifamación acusó a Chávez de haber incumplido en forma flagrante sus palabras de septiembre del año pasado, en el sentido de que rechazaba el antisemitismo y respetaba al pueblo judío venezolano.
«Han intentado hacer una campaña de que soy antijudío»
Hugo Chávez
Dicho en septiembre de 2010.
El episodio de la lectura de los “Protocolos” en la TV venezolana corrobora la estrategia que Chávez comparte con el radicalismo de los países árabes en donde los “Protocolos” son “best sellers”, números uno en ventas.
Ya sabemos que los judíos (han sido) y son “cabezas de turco” (o “scapegoats) de los gobiernos con tendencia al totalitarismo. Es por ello que no me extraña en absoluto que este nuevo éxodo del pueblo judío esté teniendo lugar y que, si Dios no lo remedia, no es sino el principio de algo peor que está por llegar.
Alguien dijo una vez: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar…”