Salvador Sostres
Elmundo.es
9/11/2011
Sarkozy le dijo ayer a Obama que estaba harto de Netanyahu porque es un mentiroso; y el presidente de los Estados Unidos, lejos de responderle adecuadamente, cometió la bajeza de decirle: «Tú estás harto, pero yo tengo que lidiar con él cada día».
Se trata de una conversación robada, es cierto, que hemos podido conocer porque los micrófonos de ambos líderes quedaron abiertos.
Pero estoy seguro de que gracias a Dios Sarkozy tiene toda razón del mundo y Netanyahu le miente cada vez que hablan. ¿De qué, de qué iba a decirle la verdad, un primer ministro israelí, al presidente de uno de los países más antisemitas de Europa? Sería una temeridad que Netanyahu se sincerara con un presidente de la República, si pensamos que a los cinco minutos de entrar Hitler en Francia una gran parte de los franceses desfilaba ya con el brazo alzado. Pesa sobre la conciencia de Francia y de los franceses haber sido los responsables de la deportación y del asesinato de miles de judíos. Es perfectamente lógico que, con los franceses, Netanyahu se ande con cuidado.
Un primer ministro israelí que fuera sincero con un mandatario francés no podría ser considerado otra cosa que un traidor de la peor calaña. La resistencia francesa es un mito. Por cada resistente hubo cien mil colaboracionistas, y de esas heroicidades que tanto nos han contado luego, hay que descontar las que han sido maquilladas, tuneadas o directamente inventadas. Que Netanyahu no le diga la verdad a Sarkozy ni por casualidad indica que el vigor y la audacia del Pueblo Elegido continúan intactos.
Y qué decir de Obama, uno de los inquilinos más relativista, blando y equivocado que ha tenido la Casa Blanca. Su displicencia con Israel ha sido de juzgado de guardia; y su manera de equiparar a israelís y palestinos, como si fueran lo mismo, sólo puede ser considerada un escándalo. ¿Qué dirigente israelí con un mínimo de prudencia podría confiar en Obama? Lejos quedan los tiempos del presidente Bush (hijo) en que la Casa Blanca tenía las cosas claras. En Egipto, Mubarak. En el Oriente Medio, libertad y democracia.
Luego vino lo que vino y supongo que Obama, que se queja de tener que «lidiar» con Netanyahu «cada día», preferiría que el primer ministro israelí se rindiera y se dejara pisotear. Siempre ha habido, tristemente, un tipo de gente que sólo siente simpatía por los judíos cuando caen como moscas, cuando son masacrados. Siempre ha habido, y es penoso tenerlo que decir, una preocupante parte de la Humanidad a la que los judíos sólo le cayó bien cuando estuvieron en Auschwitz.
A Obama le molesta Netanyahu cuando se defiende y cuando defiende a su pueblo, y ya sabemos que los que le niegan a Israel el derecho de defenderse le están en el fondo negando el derecho de existir.
Netanyahu hace muy bien de mantener la guardia muy en alto con los franceses; y espero que por muchos años, relativistas y melifluos personajes como Obama consideren que tienen que «lidiar» con él, porque ello significa y significará que la élite de la Humanidad sigue estando bien liderada y que Israel continúa defendiéndose con inteligencia y eficacia; o lo que es lo mismo: defendiendo nuestras vidas y nuestra libertad.
Difusión: www.porisrael.org
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