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| viernes noviembre 22, 2024

Israelíes convierten a Tierra Santa en un milagro económico


Greg Mills

Sunday Times

21 November 2011

jerusalem104 Sólo el 20 % de lsrael es cultivable. Sin embargo, desde su independencia (mayo, 1948), la producción agrícola del país creció 16 veces, varias veces la tasa de crecimiento poblacional. Eso es fruto de mucha transpiración y, más importante, de una gran dosis de innovación y cooperación. Eso no es nada nuevo. A lado de la Desert Plant Rerserach Station en Beer-Sheva hay una granja, cultivada por nabateos, los primeros agricultores del desierto. Usando sofisticadas terrazas, cada gota de agua era recolectada y dirigida a los campos y huertos. Avanzando rápidamente 2000 años, hoy Israel produce más de dos tercios de sus requerimientos alimenticios. Las exportaciones agrícolas alcanzan más de $ 2 billones, más de la mitad son productos frescos.

Nadie necesita recordar que la imagen externa de Israel está dominada por conflictos y percepciones de injusticia. Perdido en este retrato se encuentra  cuán inteligente Israel fue en desarrollar su economía. En agricultura, por ejemplo, utilizó tecnología para reducir el uso del agua, incrementar el rendimiento y elevar la producción de cultivos para aumentar tanto el volumen como los valores de venta financieros. Los sistemas de riego por goteo,  computarizado  y de alimentación directa son la norma.

Muy lejos de 1948, cuando nadie daba oportunidad alguna al recientemente independiente Estado judío.

A pesar del rápido crecimiento poblacional (ahora más de 7.5 millones), los israelíes gozan de un ingreso per capita de $ 29600, colocándose en los mejores 30 a nivel mundial, entre España e Italia.

A pesar de depender de las importaciones de casi todas sus materias primas, desde petróleo hasta diamantes, Israel se convirtió en un centro industrial global. Es líder mundial en pulido y corte de diamantes, alimentos procesados, equipamiento electrónico y médico, y más recientemente, software, semi-conductores y telecomunicaciones. Luego de EEUU, tiene más compañías que figuran en Nasdaq que cualquier otro país.

No hay una única explicación para ese éxito  aunque ocupar los primeros lugares en la lista  es,  seguramente, el resultado de su compromiso con la investigación y el desarrollo. Sus detractores  citan, rutinariamente, la asistencia norteamericana como razón principal de su éxito. Mucho de los $ 3 billones que recibe, por año,  desde Washington son gastados en equipos militares más que en desarrollo. No hay duda que la dimensión militar probó ser vital para la imagen completa de desarrollo de Israel, en especial en lo que respecta, hasta ahora, a la mentalidad que generó, de robusta responsabilidad a lo largo de la sociedad, en el pensamiento a largo plazo y en el ethos de resolución de problemas.

Para traducir ideas en empresas comerciales, Israel promovió  un sistema que alienta y provee el espíritu empresarial. Estableció  un “grupo” de universidades en cercana proximidad a grandes y pequeñas compañías, creando un virtuoso espacio para  proveedores, talento y  capital. El gobierno otorga $ 450 millones en subsidios anuales para 1200 meritorios proyectos entre las 2000 solicitudes.

Como todo en Tierra Santa, evaluar por qué Israel lo hizo tan bien en términos económicos- y en comparación con sus vecinos- va acompañado de la visión de la política regional, antigua y contemporánea. Muchos tienen incentivos para restar importancia a los logros de Israel y usarlos tanto como chivo expiatorio como cabeza de turco por el fracaso de otros. Y con casi la mitad de la Margen Occidental y el 80% de la población de Gaza bajo la línea de la pobreza no solo existen las penurias, el desempleo y el radicalización sino alimento para los oponentes de Israel.

Israel enfrenta serios desafíos económicos, en particular la sobre-concentración de abundancia en manos de unos pocos “magnates”, las 15 o más familiar que controlan los conglomerados dominantes de la economía. Sin embargo, su  ejemplo  de “rendimiento frente a la adversidad” contiene numerosas lecciones para los países en vías de desarrollo que no deberían ser ignoradas. Por el contrario de las caricaturas,  altamente politizadas de Israel,  como protectorado norteamericano,  ordeñando el Holocausto por si sirve de algo, casi todos sus logros provienen de la firme convicción que, su destino, no es responsabilidad de nadie más.

Los países en vías de desarrollo harían bien en emular, más que en golpear, a Israel.

Mills estuvo en Israel la semana pasada. Una versión más completa de sus conclusiones aparecerá como proposición Brenthurst el 15 de noviembre.

 
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