Benyamin Korn
Israpundit
11 de diciembre de 2011
¿Qué tienen en común Golda Meir, socialista de toda la vida y primer ministro de Israel, y Newt Gingrich, conservador de toda la vida y actual candidato presidencial? El coraje para decir la verdad acerca de «Palestina».
Gingrich agitó un avispero, la semana pasada, cuando comentó que «Los palestinos son un pueblo inventado». Golda hizo lo mismo cuando le dijo al Sunday Times de Londres, el 15 de junio de 1969, que «No hay tal cosa como un pueblo palestino».
¿Qué pudo haber poseído a la Primer Ministro de Israel y al ex Presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. para que dijeran tal cosa?
Simple: una apreciación de la historia. Gingrich tiene un doctorado en la materia. Golda lo vivió.
Golda abandonó su casa en Milwaukee en 1921 y se mudó a un país que había sido conocido, desde tiempos bíblicos, como la Tierra de Israel. Las fuerzas de ocupación romanas, en el año 135 dC, habían comenzado a llamarlo «Palaestina» con la esperanza de eliminar su conexión judía. Pero éso no fue más que el equivalente de un apodo. Nadie, jamás, creó un estado llamado «Palestina». Incluso los musulmanes, que conquistaron la región 500 años después, nunca la consideraron «Palestina». La llamaron Siria meridional.
La idea de que había un pueblo nativo «palestino» en la tierra, cuando Golda y otros pioneros judíos llegaron, a comienzos de 1900, era risible. El país no estaba vacío, pero decir que la población árabe local era escasa es decir poco. Mark Twain, y otros visitantes a finales de 1800, describen viajar kilómetros y kilómetros a través del centro del país, sin ver una sola persona. En 1850, la zona de la ciudad más grande, Jerusalén, tenía una población de 25.000 habitantes, la mayoría de los cuales eran judíos. Los árabes que vivían en Palestina no hablaban «palestino», sino que hablaban árabe. Su religión, cultura e historia no eran «palestinos»; eran idénticos a los de los países árabes de los alrededores – porque era de ahí de donde muchos de ellos provenían.
Tal vez Newt haya estado leyendo la autobiografía de Golda. «La población árabe de Palestina se duplicó desde el comienzo de los asentamientos judíos», escribió sobre la década de los años 1920, cuando el desarrollo judío estaba creando una economía local próspera. «Atraídos por las nuevas oportunidades, las hordas de árabes emigraron a Palestina, desde Siria y otros países vecinos, a lo largo de esos años». (P.149)
Una revista israelí, recientemente, trazó el perfil de un chef árabe de Jerusalén, Sufian Mustafa, que está empeñado en demostrar que existe una cocina «palestina” única. Pero después de mucho fanfarronear acerca de sus creaciones «exclusivamente palestinas» («los palestinos reales nunca cocinarían con un ingrediente tan suave como la crema», insistió) Mustafa reconoció a regañadientes que «la cocina palestina es, sin duda, una continuación de la cocina de la Gran Siria, que tiene mucho parecido con la cocina libanesa, siria y jordana”. ¡Me pregunto por qué!
En el lenguaje de las décadas de los años 1920, 1930 y 1940, el término «Palestina» se refería a los judíos, no a los árabes. El diario Jerusalem Post se llamaba Palestine Post. La United Jewish Appeal se llamaba United Palestine Appeal. Voceros árabes de Palestina negaban vehementemente que Palestina mereciera ser un país independiente. Philip Hitti, historiador y portavoz de la causa árabe, testificó ante el Comité Anglo-Estadounidense de Investigación (una comisión anglo-estadounidense para tratar de resolver el conflicto árabe-judío) en 1946: «Señor, no hay tal cosa como Palestina en la historia, absolutamente no».
Después del establecimiento de Israel (1948), los árabes y sus partidarios comenzaron a tratar de encontrar nuevas líneas de argumentación. A mediados de los años 1960, se encuentra la primera aparición de reclamos, por parte de los defensores árabes, de que había un separado y distinto pueblo «palestino», con profundas raíces en la tierra (La ONU usó por primera vez el término en 1970). ¿Cómo se puede establecer esta afirmación? Simple: inventando, sí, inventando – una historia que es anterior a la llegada de los judíos. Según voceros de la Autoridad Palestina y los libros de texto, los árabes palestinos son descendientes de los cananeos, los jebuseos, los hititas y otras tribus anteriores a Israel.
Fiel a su costumbre, el portavoz palestino Nabil Adu Rodeineh, estuvo en todas las noticias de ayer, denunciando a Newt Gingrich sobre la base que «los palestinos han estado en el país durante miles de años».
Los arqueólogos y los historiadores saben muy bien que las tribus de la antigua Canaán murieron muchos siglos antes de Mahoma y de que los musulmanes (los precursores de los árabes palestinos de hoy) llegaran a la zona. No existe ninguna conexión entre los cananeos y los árabes. Pero ¿cuándo fue la última vez que a un arqueólogo o un historiador se le dio tiempo en un programa de televisión nacional, para explicar que el nacionalismo palestino es una invención? La respuesta es nunca – hasta que se presentó Newt Gingrich, el primer candidato presidencial, desde Woodrow Wilson, con un doctorado en historia.
Benyamin Korn es ex editor ejecutivo del Miami Jewish Tribune y el Philadelphia Jewish Exponent.
Traducido para posisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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