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Poniendo Fin al "Derecho De Retorno" Palestino


Daniel Pipes

National Review Online

 

17 de enero de 2012

http://www.danielpipes.org/10524/palestinian-right-of-return

Entre 1967 y 1993, sólo unos pocos cientos de palestinos de la Margen Occidental o Gaza, obtuvieron el derecho de vivir en Israel, al casarse con árabes israelíes (que constituyen casi una quinta parte de la población israelí) y adquirir la ciudadanía israelí. Después, los Acuerdos de Oslo ofrecieron una poco notada disposición de reunificación familiar, que convirtió este goteo en un río: 137.000 residentes de la Autoridad Palestina (AP) se trasladaron a Israel en el período 1994-2002, algunos de ellos involucrados en falsos o polígamos matrimonios.

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El edificio de la Corte Suprema de Israel en Jerusalén.

Israel tiene dos importantes razones para temerle a esta incontrolada inmigración. En primer lugar, representa un peligro de seguridad. Yuval Diskin, jefe del servicio de seguridad Shin Bet, señaló en 2005 que, de 225 árabes israelíes involucrados en el terrorismo contra Israel, 25 de ellos, o el 11 por ciento, habían entrado legalmente a Israel a través de la disposición de reunificación familiar. Mataron a 19 israelíes e hirieron a 83; más notoriamente, Shadi Tubasi, atacante suicida del restaurante Matza de Haifa en 2002, en nombre de Hamas, mató a 15.

En segundo lugar, sirve como una forma sigilosa de «derecho de retorno» de los palestinos, socavando el carácter judío de Israel. Los 137.000 nuevos ciudadanos constituyen alrededor del 2 por ciento de la población de Israel, que no es un número pequeño. Yuval Steinitz, ahora Ministro de Finanzas, en 2003, percibió que la AP alentaba la reunificación familiar como «una estrategia deliberada» para aumentar el número de palestinos en Israel y socavar su carácter judío. Ahmed Qurei, un alto negociador palestino, confirmó más tarde este temor: «Si Israel continúa rechazando nuestras propuestas sobre los límites [de un estado palestino], podríamos exigir la ciudadanía israelí».

En respuesta a estos dos peligros, el parlamento de Israel, en julio de 2003, aprobó la «Ley  de Ciudadanía y Entrada a Israel». La ley prohíbe que los miembros de una familia palestina obtengan automáticamente la residencia o la ciudadanía israelí, con temporales y limitadas excepciones que requieren que el ministro del Interior certifique que «se identifican con Israel» o que sean útiles de otra manera. A pesar de severas críticas, el entonces Primer Ministro, Ariel Sharon, afirmó en 2005 que «El Estado de Israel tiene todo el derecho de mantener y proteger su carácter judío, incluso si éso significara que repercutiría en la política de ciudadanía».

 

Sólo 33 de las 3.000 solicitudes de exenciones, de acuerdo con Sawsan Zaher, un abogado que desafió a la ley, han sido aprobadas. Israel no está solo en la adopción de estrictos requisitos para la reunificación familiar: Dinamarca, por ejemplo, cuenta con una tal normativa vigente durante una década, que excluye del país (entre otros) a un marido israelí, con Holanda y Austria que hacen lo mismo.

La semana pasada, la Corte Suprema de Israel, por un voto de 6 a 5, confirmó esta ley histórica, convirtiéndola en permanente. Sin dejar de reconocer los derechos de una persona a contraer matrimonio, el tribunal negó que ésto implique un derecho de residencia. Como el presidente designado de la corte, Asher Dan Grunis, escribió en la opinión de la mayoría, «Los derechos humanos no son una receta para el suicidio nacional».

Este patrón de emigración palestina hacia los judíos se remonta casi hasta 1882, cuando judíos europeos comenzaron su aliá (palabra hebrea para «ascenso», que significa la inmigración a la tierra de Israel). En 1939, por ejemplo, Winston Churchill señaló cómo la inmigración judía a Palestina había estimulado también una inmigración árabe: «Lejos de ser perseguidos, los árabes se agolparon en el país y se multiplicaron hasta que su población ha aumentado».

En resumen, no es necesario ser judío para beneficiarse de los sionistas alto nivel de vida y sociedad respetuosa de la ley. Una estudiante de esta materia, Joan Peters, estima que una inmigración dual de judíos y árabes «de por lo menos la misma proporción» tuvo lugar entre 1893 y 1948. Nada sorprendente aquí: otros europeos modernos que se asentaron en zonas con escasa población (piénsese en Australia o África) también crearon sociedades que atrajeron a los pueblos indígenas.

Este patrón de aliá palestina ha continuado desde el nacimiento de Israel. Pueden ser anti-sionistas, pero los migrantes económicos, los disidentes políticos, los homosexuales, los informantes, y simplemente gente común, votan con sus pies, prefiriendo el extraordinariamente moderno y liberal estado de Medio Oriente a los agujeros infernales de la AP o Hamas. Y nótese cuán pocos árabes israelíes se trasladan a la Margen Occidental o a Gaza para vivir con un cónyuge, aunque no hay obstáculos legales que le impidan hacerlo.

La decisión de la Corte Suprema tiene, a largo plazo, consecuencias trascendentales. Como Eli Hazan escribe en Israel Hayom, «La corte dictaminó de jure, pero también de facto, que el estado de Israel es un estado judío y, por lo tanto, resolvió un debate de años de duración». El cierre de la puerta trasera al «derecho de retorno», asegura la identidad y el futuro sionista de Israel.

El Sr. Pipes (www.DanielPipes.org) es el presidente del Middle East Forum y un distinguido profesor invitado Taube en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusión: www.porisrael.org

 

 
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