Michael Ledeen
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17 de enero, 2012
Manejan los bancos, la prensa, todos los gobiernos de Occidente, las universidades, los espectros (la mayoría en todas partes) y, si no se puede hallar ninguna evidencia, eso muestra cuán diabólicos son los judíos. ¿Correcto?
Estoy hablando sobre el último asesinato en Teherán, en el que un joven químico, que trabajaba en el departamento de adquisiciones del proyecto nuclear iraní, en Natanz, fue asesinado por una “bomba adhesiva” colocada en su auto, en medio de la hora pico de tránsito.
Ninguno de aquellos que escriben acerca del hecho tiene evidencia alguna de sus teorías, pero muchos están bastante confiados en que lo hicieron los israelíes. The Times, de Londres, que presenta una mezcla de evidencia circunstancial y alguna “información” de “una fuente”, al menos tiene la honestidad de decir lo que esos auto-proclamados expertos deberían decir: “… dijo una fuente que publicó detalles, imposibles de verificar, al Sunday Times”. Una fuente anónima provee información que no puede ser verificada. Pero los periodistas lo escriben, y el papel lo imprime.
Antes de entrar en detalles, permítanme advertirlo: No sé quién lo hizo, ni tampoco a alguien más que escriba sobre esto. El régimen iraní, que siempre clama saber todo acerca de todo, hasta ahora acuso a los británicos, a los americanos, a MEK y a los israelíes. Sin embargo, pienso que sé esto: si los israelíes (o los americanos, o los británicos) son realmente capaces de funcionar a voluntad, en medio de la ocupación militar virtual en Teherán, no tenemos que preocuparnos acerca de las armas nucleares iraníes porque si los israelíes, británicos o americanos pueden hacerlo, entonces pueden hacer todo cuanto quieran.
Teherán es un campo armado. Hay, por todas partes, fuerzas de seguridad, puestos de control, hombres con armas y celulares, e incontables informantes. Si un ciudadano hace una llamada telefónica que es, al menos, un poco sospechosa al régimen, ese ciudadano es ubicado, en promedio, en menos de media hora y, a veces, en pocos minutos. Varios representantes y científicos iraníes, involucrados en el proyecto nuclear, fueron volados en los últimos dos años, y los asesinos siempre resultaron inocentes. En verdad, los últimos homicidas mataron a su hombre a solo pocos metros de los edificios de los cuarteles del Ministerio de Inteligencia. Ese es bastante logro. Si los agentes del servicio de inteligencia lo hacen, son mejores que los operativos de ficción de Tom Cruise en las películas de Misión Imposible. Pero, podría ser la CIA, Mossad o M16, a pesar de la desalentadora situación de seguridad de Teherán. Tal vez ellos SON mejores que cualquiera, en Hollywood, pueda imaginarse. ¿Cuál podría ser el motivo? Acá, los “expertos” son bastante más unánimes: el motivo es desbaratar el programa de armas nucleares iraní.
Durante años, muchos físicos no occidentales murieron, algunos en Medio Oriente, algunos en nuestra parte del mundo (Francia por ejemplo).
Y acá la escena se empaña un poco más, porque las víctimas iraníes no se adecuan realmente a esa imagen.
Mi amigo Potkin Azarmehr, atento británico-iraní que bloguea en Londres, escribió, durante años, acerca de esos sucesos y, parece muy lógico (para repetir, no sé quién lo hizo y tampoco lo sabe Potkin. Solo piensa en voz alta). Destaca unos pocos detalles acerca de cuatro objetivos, en Teherán, de ataques con bomba, previos al último asesinato:
· El primero fue a un académico, sin conexión aparente con el proyecto nuclear. Fue activista político, que apoyó el Movimiento Verde (principal grupo de oposición al régimen). Asistía a encuentros internacionales, y era miembro de un grupo que incluía a israelíes. Fue detonado por una gran cantidad de explosivos, no por una bomba adherida. Los explosivos fueron colocados dentro (o en) una motocicleta estacionada fuera del hogar de la víctima.
· El segundo era un físico apolítico, teórico, y pertenecía a la misma organización científica (incluyendo a israelíes) del primero. Fue asesinado por una bomba adherida.
· El mismo día, otro físico fue atacado. Era activista político, partidario del régimen, y miembro de las Guardias Revolucionarias. A diferencia de los dos primeros, era participante activo del programa nuclear, tal como fue mostrado por el hecho que, su nombre, estaba en las listas de sanciones oficiales. Las nuevas historias hablaban de una bomba pero, las fotografías de la escena del crimen, no muestran evidencia de una explosión (las mismas muestran algunos agujeros de bala en su vehículo). Hay otra gran diferencia: no fue asesinado. Poco después del acontecimiento, fue promovido a jefe del programa nuclear. Ante lo cual Potkin formula una buena pregunta: Si esos asesinatos fueron obra de cuadrillas altamente sofisticadas de Occidente/israelíes, enviadas para atacar, ¿Cómo es que un investigador de teoría física, que no está en la lista de sanciones, es eliminado de manera tan eficiente y el objetivo más obvio, que con claridad está conectado al programa nuclear e incluido en la lista de sanciones, ni siquiera resulte herido?
Potkin sospecha que, el primer joven, fue asesinado por el régimen, y el segundo ataque fue orquestado de manera que, el régimen, pudiera culpar a agentes de espionaje extranjeros. El cuarto caso fue el más extraño de todos, un estudiante universitario, fue muerto a tiros, frente a su casa, a la que regresaba luego de ir a buscar al jardín de infantes a su hijita. No estaba relacionado con lo nuclear. Estudiaba ingeniería eléctrica y trabajaba para obtener un título de maestría. Hay un físico nuclear iraní, con un nombre similar (y su foto fue publicada en toda la prensa iraní), pero ese hombre- quien bien podría haber sido una víctima lógica de quien dispara a personas clave del proyecto nuclear- estaba fuera del país. La víctima no era una figura misteriosa. Tenía página en Facebook en la que hablaba, con calidez, de un reconocido cantante disidente.
¿Fue un caso de identidad equivocada? Confundieron el Mossad, la CIA o M16 ambos nombres? Después de todo, existen esos casos en la larga historia de acciones clandestinas. Solo dejémoslo como una pregunta abierta. Un misterio. Lo que sea que fuera difícilmente se adecue al cuadro de un –diabólicamente- entendido y omnipotente servicio de inteligencia israelí.
La última víctima fue un químico (no un físico), y su conexión principal con el programa nuclear era administrativa (no técnica): trabajaba en la oficina de compras para la operación en Natanz. Era lo suficientemente importante para haber sido entrevistado por inspectores de AIEA y, luego de su muerte, los líderes iraníes afirmaron que la gente de AIEA pasó información confidencial a los asesinos. Pero esto no es muy convincente; después de todo, los agentes administrativos son montones; hacer volar a alguno trae, como consecuencia, que haya decenas de solicitantes para la posición. Más misterios.
Sin embargo, montones de escritores están bastante seguros que, los judíos, lo hicieron. El último pescado apestoso, de este bien conocido estofado, proviene de la revista Foreign Policy, fuente siempre útil y popular de pensamiento “experto” acerca de la política exterior y la seguridad nacional. Es llamada “bandera falsa”, escrito por Mark Perry, cuya cosmovisión no es muy benévola hacia Israel, la cual la historia acusa de haber reclutado, hace varios años, Balouchis de manera fraudulenta, diciendo que agentes del Mossad eran americanos.
Los israelíes casi nunca comentan sobre cuestiones de inteligencia, pero en este caos implementaron una desmentida muy fuerte, llamándola “estupidez absoluta”. Hay mucho más sin sentido, que Perry y sus editores de Foreign Policy alegremente transmitieron a sus lectores. En medio de esta historia, el autor cita a un oficial de inteligencia (americano) recientemente retirado: “Nosotros no damos el golpe… no hacemos asesinatos políticos”.
Me pregunto si los editores de Foreign Policy alguna vez escucharon del programa Predator, la flota de dispositivos no- tripulados, dirigidos por la CIA, que asesinan a taliban y al-Qaeda a través de Medio Oriente, o, lo que es lo mismo, el mismísimo asesinato político de Osama bin Laden.
Uno podría sospechar que esta historia es labor de desinformantes de la CIA, que trabajan duro para negar e, incluso, socavar, lo que los periodistas más confiables describieron como una relación, estrecha y productiva, entre las comunidades militares y de inteligencia de EEUU e Israel. O, tal vez, es solo otro fracaso de inteligencia, de lo que últimamente no faltaron en los últimos años.
¿Dónde nos deja eso? Volvamos a lo básico: ¿Quién podría operar en medio de un campo armado (ese es Teherán) y podría tener un motivo para asesinar a esas cinco almas desafortunadas? Hay muchos asesinatos en Irán y, la abrumadora mayoría de los asesinatos, son llevados a cabo por el régimen, y las víctimas son ciudadanos iraníes, de todas las condiciones sociales. Desde este punto de vista, el régimen es el perpetrador más probable. Los asesinos del régimen podían funcionar, con libertad, a través de la capital y eso también “explica” por qué nunca hubo llamados para información sobre los asesinos.
¿Por qué preguntar, cuando se saben sus identidades y se aprobó el operativo?
¿Qué decir acerca del móvil?
Miren el último caso. ¿Qué dice el régimen acerca de la víctima? Que habló a los investigadores de AIEA (me dicen que la conversación tuvo lugar fuera de Irán). Al régimen no le gusta eso para nada. Sospechan mucho de su propio pueblo (y es justo que lo hagan!), ponen limitaciones muy severas a los viajes internacionales, y monitorean las comunicaciones de todos los involucrados en actividades importantes como los programas de armas. En la celda acolchada de los paranoicos alrededor del líder supremo, la fuerte sospecha de deslealtad es suficiente para tener a una persona en una lista negra u otra y, el régimen, tiene toda razón de “enviar un mensaje” a otros involucrados en esas actividades: un paso en falso y estás muerto.
Otra vez: no sé quién lo hizo pero, la prisa por la sentencia por parte de tantos expertos, trae recuerdos de pasión política más que un frío análisis. Estoy impresionado por la habilidad carente de crítica que nos hace creer que, los judíos, pueden hacer todo, incluso operar a voluntad en el más formidable centro de la ciudad capital enemiga. Ese es uno de los viejos rollos de antisemitismo: cuando sea que las cosas que disgustan ocurran- en cualquier momento, en cualquier lugar- solo culpen a los judíos. Ellos pueden hacer cualquier cosa, en cualquier lugar.
Si esto fuera verdad. Estaría volando en mi jet privado a mi pequeña isla en la costa de Sicilia…
CIDIPAL
DIFUSION: WWW.PORISRAEL.ORG
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