Evelyn Gordon
The Telegraph
Tuesday, 07 February 2012
La película “Cinco cámaras rotas” no ganó, la semana pasada, la Competencia Internacional de Películas Documentales del Festival de Cine de Sundance. Pero si lo hizo otra película anti-israelí. Además, concentró gran atención mundial que incluyó dos premios en el Festival de Cine Internacional de Amsterdam y elogiosas críticas en The New York Times. Según la síntesis de Sundance, la película describe lo ocurrido después que, el Kfar Bilu en Cisjordania eligiera “la resistencia no violenta” contra el cerco de seguridad de Israel. “La lucha se agrava cuando los olivos son cortados. La gente se muere y una valla es construida para separarlos de los florecientes asentamientos israelíes”, entre ellos, la “pérdida de intimidad de un niño y la destrucción de toda cámara son metáforas de mucho poder”. En resumen, una nueva historia de palestinos buenos frente a malvados israelíes.
Es necesario llegar al final del artículo en The Times para encontrar otro ángulo para la historia del director de la película palestina, Emad Burnat: “A finales de 2008, conducía su camioneta y por error entró dentro del cerco de seguridad, donde resultó gravemente herido. Una ambulancia palestina llegó al mismo momento en que se acercaban soldados israelíes que, al ver la gravedad de la situación, lo trasladaron a un hospital en Israel. “Si hubiera sido llevado a un hospital palestino”, dijo Burnat, “según parece, no hubiera sobrevivido”. Estuvo inconsciente veinte días. Tres meses después volvió a filmar.
Burnat vive en el presente y gana premios con una película que muestra cómo los malvados soldados israelíes reprimen la “resistencia no violenta” en Bilu, gracias a que esos mismos soldados israelíes malvados salvaron, cuatro años antes, su vida. Ese punto es relevante. Personifica en su interior el problema en la imagen de “los buenos palestinos frente a los malvados israelíes”, como lo descubre, con rapidez, cualquiera que hace algún esfuerzo por descubrir las evidencias. Los israelíes se niegan, en general, a personificar el rol que se les ha dado. Y, en el mismo tema, los palestinos –siendo Bilu un ejemplo clásico- no personifican el rol que se les da. A diferencia de la concepción habitual, que queda expresada en la síntesis de Sundance, sus habitantes no mantuvieron, de verdad, la “resistencia no violenta”. A modo de ejemplo, cabe destacar una publicación de Ha`aretz sobre una gran manifestación que tuvo lugar en Bilu al cumplirse los cinco años de protestas contra el cerco: “Los activistas dicen que sus expresiones son calmas. Pero los jóvenes se acordonaron y tomaron posiciones frente a los puntos de revisión de las FDI, del otro lado del cerco, arrojando piedras. La estadística de las FDI, sostiene que, desde el comienzo de las manifestaciones, resultaron heridos más de 110 hombres de las fuerzas de seguridad y un oficial perdió su ojo como consecuencia de una piedra que le fuera arrojada”. Los acordonamientos resultaron ser un arma poderosa ya desde la época bíblica. Es muy común que, los soldados atacados con armas poderosas, respondan con armas poderosas. Lo que no es común, en el caso de Bilu, porque los soldados israelíes no hacen eso en general. A pesar que palestinos murieron, la mayor parte de los casos, fueron accidentales. Por ejemplo, un compañero de Burnat, Phil, murió cuando un envase de gas lacrimógeno, que no es considerado arma dañina, lo golpeó en el pecho.
Gente racional y de buenas intenciones puede, por supuesto, no acordar entre sí con respecto al conflicto israelí-palestino. Pero una persona racional y con buenas intenciones, no puede ver en ello un cuento moral de “Los palestinos buenos frente a los israelíes malvados” y todo el que insista en pensar diferente, que recuerde a Emad Burnat.
Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs
CIDIPAL
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