Tuesday, 07 February 2012
Médicos y físicos israelíes aunaron conocimientos y experiencia para lograr que el sistema inmune de un paciente con cáncer neutralice con éxito las células metastásicas —las que ya se propagaron lejos del principal tumor—. “Incluso cuando lo extirpamos con éxito, el 85% de los pacientes con cáncer muere por metástasis, bien porque el remanente de células que queda se hizo inmune a la quimioterapia o porque se extendió”, comenta Yona Keisari, investigador del departamento de Microbiología Clínica e Inmunología de la Escuela Sackler de Medicina, en la Universidad de Tel Aviv. Un equipo liderado por Keisari e Isaac Kelson, catedrático de Física de la misma Universidad, lo consiguió gracias a la utilización de las partículas alfa que, irradiadas en el interior del organismo, no sólo se propagan y estimulan el sistema inmune, sino que terminan con el tumor sin necesidad de extirparlo. “Este tipo de radiación es más efectiva que la externa con rayos gamma pero tiene menor alcance”, explica Keisari.
Ese era el reto de los científicos: cómo hacer llegar la radiación alfa hasta el corazón del tumor cuando su escaso alcance no permitía penetrar más allá de la superficie de los tejidos. “Los logramos insertando dentro del tumor unos alambres radiados con partículas que se liberan y actúan como si fueran bombas de racimo”, añade Kelson, que aplicó sus conocimientos en microelectrónica para diseñar estos dispositivos. El trabajo fue publicado, entre otras revistas, en Cancer.
El método está en fase preclínica. Todavía no se utiliza en humanos
En las pruebas realizadas con ratones, los científicos observaron que, al introducir estos alambres, no solo desaparecía progresivamente el tumor. “Si se lo volvíamos a insertar en otra parte del cuerpo, llegado a un punto no crecía y se necrotizaba”, apunta Keisari. “Esa era la prueba que necesitábamos para saber que el propio sistema inmune del ratón estaba acabando con él”. La explicación está en la capacidad de estas partículas alfa para romper el ADN de las células, evitando su crecimiento.
Otra de las ventajas es el bajo coste de la producción de esos cables radioactivos y su plasticidad: se pueden fabricar de distintas longitudes y formas. “Además, podemos calcular su alcance en milímetros y reducir al mínimo la radiación en los tejidos sanos que rodean al tumor”. Una vez superados los protocolos clínicos, esa nueva técnica con radiación alfa comenzará a estudiarse en pacientes con carcinomas avanzados en cuello o cabeza —por ser estos tumores los que generan mayores deformaciones— del Centro Médico Rabin perteneciente al Hospital de Beilinson de Tel Aviv. “Lo experimentaremos en quienes no funciono la cirugía ni la radiación convencional y tienen un avanzado estado metastático”, comenta Aron Popovtzer, oncólogo del centro, quien asegura que la medicina convencional falla en el 30% de estos pacientes.
En el futuro, serán susceptibles de tratamiento con radiación alfa otros tipos de cáncer locales como próstata o melanoma. Los científicos confían en tener los primeros resultados en seres humanos en un año. En dos, podría empezar a aplicarse esta técnica en otros hospitales israelíes y en unos tres a utilizarse en Europa.
Los primeros candidatos serán pacientes con cáncer de cuello
Investigadores opinan que “esa técnica puede ser además muy útil en el carcinoma pancreático, ya que es un tumor muy agresivo, que se diagnostica en fases avanzadas, se extendió en el abdomen y la cirugía no esta indicada. Aquí la radioterapia con emisores alfa puede tener un importante papel”. “Las ventajas del uso de partículas alfa en radioterapia (braquiterapia), es que emiten radiación en un corto recorrido, tienen alta trasferencia lineal de energía y solo lesionan en unos pocos milímetros alrededor y no afectan al tejido sano como ocurre, a veces, con la radioterapia convencional que se hace desde fuera”.
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