Marcelo Wio
“El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida”
Charles Baudelaire.
El equilibrio de Nash ocurre si la elección de un jugador A es óptima dada la elección de B, y la de éste es óptima dada la de A. Es decir, un juego en el que ambos ganan. Ese, justamente, es un juego en el que los palestinos no están dispuestos a participar. Han armado una narrativa en la que, la victoria propia se producirá si y sólo si Israel es totalmente derrotado: es decir, si el Estado Judío desaparece.
Quién puede realmente sorprenderse del acuerdo entre Fatah y Hamas. Quién, a esta altura del juego, no sabe que han emprendido una nueva estrategia para perseguir el mismo objetivo de siempre. La parodia representada en Amán por la Autoridad Palestina fue sólo eso. Eso y un intento más por desprestigiar a Israel frente a la comunidad internacional. Pero lo cierto es que los palestinos llegaron a la negociación con toda la intención de que fracasara. Como el diario Haaretz informaba el 26 de enero de 2012, “incluso antes de la última reunión, Mahmoud Abbas se reunió en Amán con el rey jordano, Abdullah, y le dijo al monarca que desde su punto de vista Israel había seguido su curso sin resultados”. Sabedores de que la opinión pública, siempre bien predispuesta a comulgar con la mentira apetitosa, hará suya la versión palestina de un nuevo fracaso: Israel será el culpable del fin de la negociación.
En realidad, no se trata de un fracaso, puesto que la intención palestina era justamente ese fracaso. El fracaso los justifica, a fin de cuentas. Siempre lo ha hecho: el fracaso a la hora de construir un estado y el fracaso a la hora de aniquilar a Israel, han sido cuestiones ajenas a su realidad, el enemigo externo siempre a mano para explicarlo todo; incluso, la rampante corrupción. En medio, perpetúan el conflicto, que a su vez perpetúa a la cúpula de Fatah y Hamas en el poder. Y todo logrado «on el persuasivo lenguaje de una lágrima”, como decía Winston Churchill.
La única manera de avanzar hacia la paz es preparando a los ciudadanos para la misma, y no para el odio y el terror. Pero durante la primera quincena de enero de 2012 la televisión oficial de la Autoridad Palestina emitió un programa en el que glorificaban a los asesinos de la familia israelí Fogel. Los dos adolescentes palestinos que perpetraron la masacre de los tres niños pequeños y a los padres fueron presentados como héroes y mártires. Esto viene de la mano de la llamada del Mufti palestino al asesinato de los judíos allí dondequiera que estén. Que también fue transmitida por la televisión palestina. Sentarse a una mesa a negociar los términos de una hipotética paz, mientras por detrás se alimenta la continuación del conflicto en las mentes de los palestinos, debería ser condenado enérgicamente por la comunidad internacional.
Porque, en esta coyuntura, ¿qué incentivo tienen los líderes palestinos para perseguir y conseguir la paz? Y ya no sólo la paz, sino un Estado (uno real, y no el acto propagandístico ante la ONU). Pues bien, la respuesta es bien simple. Ninguno. El por qué es evidente: los palestinos reciben una de las mayores “ayudas” financieras internacionales. Hagan lo que hagan. Las Naciones Unidas, a través de agencias ad hoc (como la UNRWA), perpetúan el problema (para los dirigentes palestinos otro de sus comodines) de los refugiados y, con ellos, del conflicto. Una miríada de ONG y medios de comunicación hacen de portavoces oficiosos de la narrativa y la propaganda palestina. Nadie denuncia ni sanciona las acciones terroristas, el adoctrinamiento de los niños y la perpetuación del odio. Nadie fiscaliza sus cuentas (la desviación de fondos con fines “humanitarios” hacia la financiación del odio es rampante). Y, puesto que no son un Estado, no se les reclama el mismo respeto a la legalidad internacional (así, qué intenciones sinceras pueden tener de fundar un Estado). Culpan a Israel de todos sus fracasos producto de la corrupción crónica y de la falta de proyecto social y económico a futuro. Cuentan con el apoyo de otras organizaciones terroristas y de las coyunturas sociales y políticas de los países musulmanes que cada día trasvasan más y más personas hacia el radicalismo islámico. Cuentan, también, con el voto automático a favor en la Asamblea General de Naciones Unidas, debido al hecho de que los países árabes en conjunto poseen la mayor parte de las reservas petrolíferas mundiales, otorgándoles una importancia geopolítica que redunda en una posición muy ventajosa que fuerza a Occidente a mantener buenas relaciones con ellos; y a los países del tercer mundo, a aliarse con ellos para obtener tratos comerciales más favorables. Además, estos países son importantes tenedores de divisas internacionales e importantísimos jugadores en el mercado financiero. A esto hay que sumar la numerosa población que albergan y los peligros que supone la radicalización de un pequeño porcentaje de la misma. A su vez, las poblaciones musulmanas residiendo en los países occidentales también suponen un freno, debido a este mismo motivo, a la toma de posturas más críticas y estrictas con estos regímenes.
Los incentivos para el “no” a la paz y a la violencia son ampliamente superiores y convincentes que los incentivos en la dirección contraria. En este contexto, sus actos sólo tienen consecuencias positivas para ellos. Es un juego en el que parecen representar a un jugador omnisciente: siempre, invariablemente, ganarán. Si matan, ganan; si Israel responde defensivamente, y en esa acción mueren palestinos (terroristas o no), también ganan. Así, sobre esta base, ya en 1970 Yasser Arafat aseguró que la paz, para ellos, “significa la destrucción de Israel y nada más”.
Es inadmisible que, ante el rechazo constante a la paz – el eterno negociar para no obtener la paz y, posteriormente, negar la negación: el medio como fin – se les brinde la Asamblea General de las Naciones Unidas como plataforma para su discurso y sus estrategias utilitaristas. El conflicto, así, es un modus vivendi, amén de un grandísimo negocio para los líderes palestinos.
Por ello, en tanto no paguen ningún precio por sus posturas intransigentes y por sus políticas de perpetuación del odio (además de haberse encontrado siempre en el bando agresor y perdedor de los conflictos y, algo nunca visto en la historia, haber salido, a la larga, ganando: se les han hecho ofrecimientos inverosímiles, dignos de un país respetuoso de la legalidad internacional) y, así, del conflicto, no creerán (ni necesitarán hacerlo, puesto que no hay determinación de sanciones si no se siguen las directrices internacionales) ninguna de las estrategias dirigidas a mediar en el conflicto. Esta mediación tiene un arma poderosa para que cesen en su histórico proceder inmoral: la financiación. Y no sólo eso, sino el bloqueo del dinero de los líderes palestinos en el exterior; sancionar a quienes establezcan relaciones económicas con los dirigentes palestinos y a quienes de alguna manera favorezcan la distribución del mensaje de intolerancia y odio.
La segunda intifada es una muestra de este tratamiento preferente y contrario a toda lógica y la legalidad internacional y a los derechos humanos más básicos. Los propios dirigentes palestinos han declarado vez tras vez que estaba preparada, que la visita de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas fue sólo una excusa para lanzarla, y aún así, la financiación siguió fluyendo hacia las arcas palestinas (o de los líderes palestinos).
Según un informe de Palestinian Media Watch, 28 de noviembre de 2011, Arafat planeó y condujo la intifada: “El consejero de asuntos internos de Arafat, y miembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional Palestino, Mamdouh Nawfal describió en el diario Al-Hayat, con base en Londres, el 12 de noviembre de 2005: ‘En lo que se refiere a la Segunda Intifada, uno puede decir, con completa objetividad, que Arafat explotó la visita de [Ariel] Sharon al Monte del Templo y el odio de la gente respecto de la ocupación para provocar el levantamiento… Arafat no hizo ningún intento para evadir su responsabilidad cuando fue culpado por su erupción…’”.
El vice director de la Autoridad de Política y Educación Nacional de la Autoridad Palestina, Mazen Izz A-Din, en una la televisión de la Autoridad Palestina el 28 de mayo de 2002 aseguró: “La intifada de Al-Aqsa – si queremos ser sinceros y abiertos, y la historia lo revelará un día –, y todas sus directivas, pertenecen al presidente y Comandante Supremo Yasser Arafat”.
Imad Faluji, Ministro de Comunicaciones de la Autoridad Palestina de Arafat durante el período de la segunda intifada, no deja ningún lugar a dudas sobre lo premeditado de la acción violenta en una filmación privada de un discurso suyo el 5 de diciembre de 2000: “Cualquiera que piense que la intifada comenzó por el odio desatado por la visita de Sharon a la mezquita de Al-Aqsa está equivocado. Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de pueblo palestino. Esta intifada ya había sido planeada desde que el Presidente [Arafat] retornó de las recientes conversaciones en Camp David [julio de 2000]”. Y es que, como decía Isaac Asimov, la violencia es el último recurso del incompetente; por tanto, pensar lo contrario a lo que aclara el propio Faluji es sólo posible mediante un acto de negación suprema.
De este voluntarismo violento, se desprende la necesidad de enfrentamiento con Israel por sobre la calidad de vida y de cambios políticos. Esa necesidad se instala mediante un adoctrinamiento temprano. Que lleve a que, según un artículo de Jonathan Schanzer (Middel East Quarterly, invierno de 2011, What Palestinians are saying Online a partir de un informe de la Foundation for Defense of Democracies, “una notoria mayoría de comentarios sobre el proceso de paz en los medios palestinos” fuese negativa, “a pesar de los desarrollos positivos desde una perspectiva palestina”.
La (des)Educación
La gente, dicen, sólo ve lo que les dicen que vean, y sólo si se les recuerda que lo hagan. Así, sólo se piensan lo que se les indica, y cuando se les indica.
Capítulo 3, Art. 13 de la Carta Fundacional del grupo Hamas (considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea): “Las iniciativas, y las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales, están en contradicción con los principios del Movimiento de Resistencia Islámica. El insulto a cualquier parte de Palestina es insulto dirigido contra una parte de la religión. El nacionalismo del Movimiento de Resistencia Islámica forma parte de su religión”. “Esas conferencias sólo son maneras de instalar a los infieles en la tierra de los musulmanes en calidad de árbitros. ¿Desde cuándo han hecho justicia los infieles a los creyentes?”. “No hay solución para la cuestión palestina si no es a través de la Yihad”.
El odio se funda en gran parte en tomar la parte por el todo, el ejemplo por la norma y el caso por la generalidad. Un fragmento de la realidad que, aislado y manipulado, se toma para modelar otra realidad, la que se enseñará como si la verdadera no hubiese existido nunca. Una realidad fácilmente asimilable, sin las contradicciones inherentes a los seres humanos, sin matices, sin contextos. Blanco y negro, bueno y malo; nosotros y ellos.
Para ello se implanta, desde temprana edad, un discurso metafórico dominante donde los prejuicios producidos se utilizan para crear estados mentales colectivos que incitan contra un ELLOS (o contra los OTROS). Controlada la acción, se controla, en definitiva, la mente en términos de procesos cognitivos y de representaciones.
En parte, todo esto se logra enfocando un conjunto de tópicos negativos (que se toman por tales o que se le adjudican) del OTRO; en tanto se hace una auto-representación positiva exagerada (en el caso palestino, mezclado con un victimismo cuasi mitológico).
Como indica un artículo de The Coordination Forum for Countering Antisemitism, los libros de texto utilizados para educar a los niños palestinos que viven en los campamentos de refugiados fueron puestos en evidencia en una sesión de información el miércoles pasado en el Capitolio de Estados Unidos, donde los expertos dijeron que las lecciones de la intolerancia y el odio hacia los Judíos y a Israel llenan las páginas de los libros.
El representante (por Nueva Jersey) Chris Smith, el presidente del subcomité de Derechos Humanos y co-presidente de la Coalición bipartita para combatir el Antisemitismo declaró ante CNSNews.com que las donaciones de los Estados Unidos a la agencia de los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés) hacen que el gobierno federal sea responsable del contenido de los libros; que, “año tras año ha sido explosivamente antisemita, antiamericano y anti-israelí”.
Arnon Groiss, autor de un exhaustivo informe sobre los textos escolares en Oriente Medio, y que ha asesorado al Departamento de Estado, muestra en dicho estudio que en el libro de Educación Nacional para el 2º curso, en la página 26, hay un mapa titulado “Naciones árabes y musulmanas”: en dicho mapa Israel no existe. En los libros de lectura y de texto de 2011 para el 9º curso, en la página 24, las instrucciones le indican al alumno que “concilie entre las siguientes líneas poéticas y las emociones que expresa:
La mañana de la gloria y la libertad roja regada por la sangre de los mártires… la esperanza para la Liberación de Palestina”.
En el libro de lectura y de texto para el 8º curso, en la segunda parte, de 2003, dice en su página 16: “Tus enemigos asesinaron a tus hijos, rasgaron el vientre de tus mujeres, cogieron de la barbar a tus reverenciados ancianos y los condujeron a las fosas de la muerte…”.
En los libros de texto y lectura del 8º curso (2009, página 66) se manifiesta: “Oh, hermano, los opresores han sobrepasados todos los límites, y la yihad y el sacrifico [fida] son imperativos…”.
Según un informe titulado “Financiando la educación del odio”, de The Taxpayer Alliance (Alianza de los contribuyentes), en la página 16 del libro escolar de la Autoridad Palestina, Lecturas y Textos, II Parte, Grado 8, dice: “Oh, héroes, Alá os ha prometido la victoria… Vuestros enemigos buscan la vida mientras vosotros buscáis la muerte… la muerte no es amarga en la boca de los creyentes. Estas gotas de sangre que salen de vuestro cuerpo, mañana se transformarán en rojos meteoros que caerán sobre las cabezas de vuestros enemigos”.
La cultura islámica, libro presentado por el Ministerio de Educación de la Autoridad Palestina en 2003 (como dio a concer Middle East Media Research Institute, “2003 Palestinian Authority Textbook Calls for Jihad and Martyrdom”, noviembre de 2003) es un ejemplo de adoctrinamiento: “La nación debe apoyar al gobernante en cualquier asunto que traiga progreso… en los asuntos exteriores [la nación debe asistir] a través de la yihad… (Página 104)”.
En el mismo libro (página 208): “La yihad es un término islámico que se equipara con el término guerra in otras naciones. La diferencia estriba en que la yihad tiene fines nobles… y es llevada a cabo sólo por el bien de Alá y por Su gloria… [En contraste], las guerras de otras naciones son iniciadas por maldad, agresión y el amor por el dominio, para expandir su influencia, el saqueo de propiedades, el asesinato y para saciar sus ambiciones y deseos, tal como la guerra que los países occidentales llevaron a cabo para explotar a los países islámicos con fines imperialistas…”.
El congresista Smith dijo que Estados Unidos debe poner condiciones a la financiación que la UNRWA recibe, incluido un mandato para limpiar los libros de texto. “Se basaría en una certificación donde el presidente tendría que dar fe que de los libros de texto de la UNRWA han sido completamente eliminado todo el odio anti-semita”, dijo Smith.
Porque, concluyó, “si se enseña a los niños a odiar cuando son muy jóvenes y se los sigue alimentado con ese tipo de fórmula para la violencia, ¿por qué nos sorprendemos cuando la correa se envuelven en dinamita y otros tipos de explosivos para suicidarse, y creen que están haciendo algo bueno?” “Ellos sido enseñados. Y tenemos que ser mucho más contundentes – tolerancia cero con el odio en esos libros de texto”.
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