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| miércoles noviembre 20, 2024

Se necesita una nueva paz


Ahora que la vieja paz está muerta, debemos reemplazarla rápidamente por una nueva y realista paz.


Ari Shavit

Haaretz.com

Primero la vieja paz sufrió heridas leves. Después de que Israel les dio a los palestinos la mayoría de Gaza, el primer autobús explotó en la plaza Dizengoff. Después de que Israel les dio a los palestinos Nablus y Ramallah, los autobuses comenzaron a explotar en el centro de Jerusalén y Tel Aviv. Y después de que Israel sugirió que los palestinos establecieran un estado soberano en la mayoría de los territorios ocupados, respondieron con una ola de terrorismo. Y cuando los terroristas suicidas hacían estragos en nuestras ciudades, la gente comenzó a darse cuenta de que, tal vez, había algo defectuoso acerca de la promesa de una gran paz.

Entonces la vieja paz sufrió heridas moderadas. Después de que Israel se retiró del sur de Líbano, se instaló allí una base de misiles chiíta, que amenaza a todo el país. Y después de que Israel se retiró de los asentamientos de Gaza, la zona se convirtió en un Hamastan armado que atacó continuamente el sur.

Ambos audaces, unilaterales y justificados retiros, produjeron resultados difíciles. Cuando los cohetes Qassam cayeron sobre Sderot, los Grads comenzaron a aterrizar en Ashdod y los misiles Fajr golpearon a Haifa, comenzaron a haber mariposas en nuestros estómagos, en relación a lo que podríamos esperar después de una verdaderamente gran retirada.

Después de eso, la vieja paz estaba seriamente herida. Tzipi Livni se sentó con Ahmed Qureia (Abu Ala) durante un año entero, pero Qureia no firmó nada. Ehud Olmert le ofreció Jerusalén a Mahmoud Abbas, pero Abbas simplemente desapareció. El hecho de que los palestinos moderados le estaban dando la espalda a las más generosos ofertas de paz que Israel jamás había hecho, levantó sombrías sospechas sobre sus intenciones. ¿Estaban realmente dispuestos a dividir el país en dos estados nacionales que convivirían uno con otro?

Por último, la vieja paz fue herida de gravedad. Después de soportar un sinfín de golpes, incluso razonables, los israelíes moderados perdieron su fe en la reconciliación. Aunque todavía estaban preparados para entregar territorios y dividir Jerusalén, sentían que no había nadie a quién entregar los territorios, o con los que dividir Jerusalén.

Es por eso que abandonaron la agenda diplomática y comenzaron a abordar la agenda socio-económica. Habían perdido la pasión que les permitió luchar contra la derecha y los colonos. La desesperanza de los israelíes de lograr alguna vez la paz, no era un golpe menor a la paz que el golpe que le asestó la intransigencia palestina.

Ahora la vieja paz está muerta. Realmente muerta. La revolución islámica en Egipto ha eliminado el ancla del sur de esa prometida paz. La opresión asesina en Siria ha neutralizado su garante del norte, y la relación gradualmente caliente entre Fatah y Hamas elimina su eje central.

Cualquiera que observe la realidad que ha surgido alrededor de nosotros, entiende ahora lo que no se entendía totalmente hace un año: que el despertar árabe ha matado el proceso diplomático. En los próximos años, ningún líder árabe moderado tendrá suficiente legitimidad, o poder, para firmar un acuerdo de paz con Israel. Lo que hemos anhelado desde 1967 y en lo que creíamos desde 1993, simplemente, no va a suceder. Ni ahora ni en esta década.

La muerte confirmada de la vieja paz es uno de los acontecimientos más graves de 2011. Sin una esperanza para la paz, hay un mayor riesgo de que el frente palestino se deteriore. Sin un proceso de paz, hay un mayor riesgo de una erupción en Medio Oriente. Sin paz en el horizonte, la ocupación se vuelve más arraigada y amenaza con enterrarnos a todos.

Es por eso que la muerte de la vieja paz requiere algún pensamiento creativo acerca de una nueva paz – una paz que no será inminente, sino gradual. Una paz que no será definitiva, sino parcial. Una paz que no necesariamente se basará en acuerdos firmados. Una paz que aprenderá las lecciones de la muerte de la vieja paz y se adaptará a una nueva realidad tormentosa e histórica.

Esta nueva paz no será la paz de nuestros sueños. No será la paz que pone fin al conflicto. Ni siquiera será una paz que ponga fin a la ocupación.

Pero, tal vez, esta nueva y modesta paz, nos permitirá forjar un camino a través de la tormenta, manejar el conflicto palestino-israelí y, de alguna manera, aplacarlo. Esta nueva paz podría ofrecerle, al centro y a la izquierda de Israel, una nueva y relevante agenda diplomática. Ahora que la vieja paz está muerta, debemos sustituirla rápidamente por una nueva y realista paz.

http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/a-new-peace-is-needed-1.411838

Traducido para porisrael.org por José Bllumenfeld

Difusion: www.porisrael.org

 
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