Sal Emergui
02 ABR 2012
Tras la primera vuelta, se puede concluir que no hay muchas diferencias con los vehículos «normales» excepto los indicadores electrónicos en el interior, el silencio en la conducción y el verde detalle que no contamina. Y por supuesto que no debemos parar para llenar el depósito de gasolina. Como si fuera un móvil, sólo hay que cargarlo con una batería. Así es un coche eléctrico.
«Un pequeño cambio, una revolución global», reza el slogan de Better Place, un ambicioso proyecto iniciado en el 2007 por el ingeniero, empresario y emprendedor israelí Shai Agassi. Lo que parecía una aventura sin posibilidades o un exagerado capricho del llamado «niño superdotado de High Tech» avanza hoy en las carreteras de Israel. El niño ya es adulto y no fuma.
Tras recaudar 750 millones de dólares, firmar acuerdos de colaboración con varios países y aliarse con la marca Renault-Nissan, Better Place ve la luz al final del túnel sin gasolineras ni contaminación. Un futuro con preguntas y dudas pero sin emisiones de CO2.
El coche eléctrico en Israel (Sal Emergui)
La empresa tiene su sede en Pi Glilot, al norte de Tel Aviv. La elección no es casual ya que antes era un peligroso depósito de gas y combustible. La portavoz, Julie Mullins, cuenta que Better Place dispone de 700 trabajadores en todo el mundo, 300 de ellos en Israel. 200 coches eléctricos en Dinamarca y en Israel ya circulan en la carretera. «En su mayoría son conducidos por nuestros empleados. No es un experimento. Es real. De momento, las conclusiones son excelentes y sólo en Israel ya hay encargos de 400 compañias», nos dice Mullins ante el Renault Fluence Z.E. Las prestaciones son iguales o superiores a los vehículos con un motor 1.6 de gasolina.
«Este vehiculo protege el medio ambiente, es más barato, garantiza un viaje limpio y seguro evitando en el futuro que dependamos del petróleo», explica el fundador recordando el actual incremento mundial del precio de la gasolina.
Más allá de que es el país de Agassi, Israel fue elegido para el ensayo por su geografía y distribución. Con un tamaño inferior al de Galicia, la mitad de sus 7.7 millones de habitantes se concentran en el centro del país.La mayoría de los conductores viaja menos de 80 km al día.Un israelí no suele viajar largas distancias en coche entre otras razones porque no es precisamente muy recomendable cruzar la frontera y pasear por los vecinos Siria, Líbano, Egipto o Jordania.
Una batería «dura» 160 km. Israel dispone ya de un centenar de estaciones de servicio para recargarla. Mientras conducimos, uno no puede evitar pensar que la batería se acaba. Quedarse tirados por no llenarla a tiempo. Un temor estúpido producto de probar algo nuevo y desconocido.
Desde el interior del coche verde (S.Emergui)
Como si fuera un móvil, el vehículo te indica la vida que le queda. «No podemos olvidar que el coche está aparcado durante la mayor parte del día. Por eso, está casi todo el tiempo en posición de recarga», comenta Avi, acompañante de la empresa en este primer recorrido. Un sistema informático y telefónico indica la estación más próxima, los tiempos aproximados e incluso la cafetería más cercana para cargar la batería.
Hace tres semanas, Better Place inauguró la primera estación en Holanda (Aeropuerto de Amsterdam). «Dentro de poco habrá una red en Australia, lo que demuestra que esto sólo funciona en pequeños países», ironizaba Agassi en una reciente conferencia.
Pero no todo es idílico. Ni mucho menos. Better Place sabe que hay mucho camino por recorrer. Muchos temores, preguntas y recelos aparecen en su camino, por muy verde que sea. Se enfrenta a una todopoderosa industria que ha impuesto costumbres de consumo y vida. Y crítica dependencia.
Agassi asume que los beneficios tardarán en llegar. Según informes de la compañía difundidos ayer, desde el 2009 han perdido 1.5 mil millones de shékels (300 millones de euros). La meta programada al principio parece difícil de cumplir: la venta de 115.000 coches en Israel y Dinamarca entre el 2011 y el 2017.
Para mucho, un vehículo sin gasolina es aún ciencia ficción. «Hace poco, se produjo un corte de electricidad y yo estaba en una cafetería a la que llegué con mi coche eléctrico. Un hombre que estaba allí me preguntó en tono burlesco: ¿Qué harás ahora sin electricidad?», recuerda Agassi.
Lo que hizo fue responderle y quizá ganarse un nuevo cliente: «La batería en el coche me alcanza para 150 km así que teno más que suficiente para llegar a casa. Además, en esta distancia hay unas 35 estaciones de recarga. ¿Qué harás tú si hay corte de gasolina?».
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