Mark Hibbs, Ariel Levite y George Perkovich
The New York Times
12 de abril, 2012
Luego de una pausa de más de un año, las negociaciones en torno al programa nuclear de Irán se reanudaran, el viernes, en Turquía entre Irán y Francia, Alemania, Gran Bretaña, Rusia, China y EEUU. A pesar que los participantes supervisan varias rondas de discusiones, todos son conscientes que el tiempo, para alcanzar un acuerdo de manera pacífica, podría estar agotándose.
De manera que, es importante preguntar cómo serán capaces de decir si las conversaciones avanzan, a pesar que se iniciaron en 2004 y, hasta ahora, no produjeron un progreso real.
Los recientes acontecimientos sugieren algunos motivos de cauto optimismo. Las sanciones están dañando a Irán e, incluso, algunas más severas se espera entren en efecto el 1º de julio. El Presidente Obama y otros representantes americanos advirtieron, de modo reiterado, a Irán que la ventana para la diplomacia se estaba cerrando. La paciencia de Israel – para un resultado significativo diplomático- se está acabando. Se supone que, los líderes iraníes reconocen que la probabilidad de una acción militar sea mayor que nunca si las negociaciones colapsaran o comenzaran a extenderse, sin rumbo fijo.
Además, hay algunos indicadores que la actitud de Irán podría ser más flexible. Irán insiste en que su programa nuclear tiene la intención de uso pacífico, y que no comprometerá su derecho a enriquecer uranio. Continúa rechazando las exigencias de la Agencia Internacional de Energía Atómica de mayor cooperación, mientras que amenaza, con represalias, por las sanciones impuestas. Pero, sus líderes, deben estar creando el espacio para el compromiso. Irán buscó una nueva ronda de negociación. Lo hizo en el pasado bajo severa presión y solo para alejarse del real compromiso; pero esta vez el líder supremo, Ayatollah Ali Khamenei, reitero, en dos oportunidades, su fatwa de prohibir la adquisición de armas nucleares. Y algunos de sus recientes movimientos sugieren que está manejando la construcción de una base de apoyo político interno para un posible acuerdo sobre el programa nuclear.
Quedan, por delante, duras y prolongadas negociaciones. Irán nunca debería entregar algunos elementos clave del hardware o del material vinculado a la capacidad de fabricación de bombas y su conocimiento básico, en este dominio, no puede ser revelado.
En otro nivel, cualquier acuerdo con EEUU debería, en última instancia, correr contra preservar el régimen clerical para el cual fue una actitud central la oposición a América. EEUU sería renuente a permitir que Irán deje las negociaciones con un acuerdo que permita, como opción viable, su nuclearización; lo cual reforzara internamente al régimen, reafirmara su influencia regional y ambiciones en detrimento de los aliados de América. Ambas partes desconfían y sus estilos de negociación son diametralmente diferentes. En última instancia, los americanos dudan que los iraníes puedan “hacer” cualquier acuerdo, y el liderazgo de Irán tiene similares interrogantes sobre la capacidad el Presidente Obama de hacerlo en un año electoral.
Considerando esas complejidades, no será fácil evaluar el progreso de las próximas conversaciones.
Pero, podemos sugerir puntos, de referencia:
Precios del petróleo: El mercado es excepcionalmente sensible a la posibilidad de una escalada militar en el golfo Pérsico. Los comerciantes – que establecen los precios- tienden a ser sofisticados, con fuentes de información entre los políticos. Los precios globales del petróleo (este año alrededor de unos $ 100 el barril) se cree que reflejan un riesgo de recargo $ 20 a $ 25. Cualquier disminución en el sobreprecio, después de la nueva ronda de negociación, reflejara optimismo sobre el curso diplomático y debilitara más la economía de Irán, poniendo más presión sobre Irán para negociar, mientras ayuda a las afligidas economías occidentales y da oportunidades de re-elección al Presidente Obama.
Acceso a los verificadores: Una concesión urgente, requerida a Irán, es que otorgue a la Agencia Internacional de Energía Atómica un acceso mayor a sus planes nucleares, instalaciones, registros y personal. En su ausencia, la mayoría de las otras medidas poco servirían haciendo casi improbable que las sanciones queden obsoletas (un objetivo que se encuentra en la cabecera de la lista de exigencias de Irán). Dado que se necesitara tiempo para probar la sinceridad de Irán sobre las revelaciones, y su cooperación con la Agencia de Energía Atómica, luego de años de demora y engaño, la voluntad de Irán de emprender esos pasos sería tanto un pre-requisito como una señal de progreso en las negociaciones.
Los temas de negociaciones: Si el foco de las conversaciones permanece atascado en el intento de hacer resucitar un convenio anterior, sobre el acuerdo de Irán de embarcar sus reservas existentes de uranio enriquecido fuera del país, el proceso diplomático se encamina en la dirección incorrecta. Ese trato podría no alcanzar para lo que Irán y sus contrapartes necesitan para dar por finalizada la crisis. Cualquier cosa menor que los primeros gestos iraníes de suspender mayores niveles de enriquecimiento y conducirlo fuera de su instalación comercial en Natanz podría traer, como consecuencia, que las negociaciones fracasasen. De manera que un rechazo de la otra parte suspendería la implementación de nuevas sanciones si Irán extendiera esos gestos.
Diálogo EEUU – Irán: En rondas anteriores, Irán se resistió a dirigir discusiones directas paralelas con EEUU sobre las márgenes del dialogo con las seis partes. Sin embargo, la a conversación uno a uno es esencial para el éxito. La voluntad iraní de relajar su posición y la americana de sostener el diálogo bilateral en un año electoral, pueden indicar una perspectiva para resolver la crisis nuclear.
Frecuencia y duración de encuentros: Las improductivas rondas de negociaciones anteriores fueron truncadas y seguidas por largas pausas. Tales pautas podrían ser inconsistentes en la urgencia de esta ronda. Frecuentes y prolongadas rondas de negociaciones (a pesar que algunas podrían no ser publicitadas o emplear canales traseros) indicarían que fueron dirigidas hacia el fracaso.
Un plazo hasta el verano: preparando todas las cuestiones asociadas con el programa nuclear de Irán, dejando otros temas que incluyen Afganistán, Irak, el apoyo al terrorismo y los derechos humanos, podría llevar un largo tiempo. Pero, hacia fines de junio y en ausencia de un progreso visible, nuevos castigos entrarán en vigor, haciendo incluso más doloroso para Irán negociar bajo presión. Israel, tal vez, concluya que, la única opción disponible, sea la militar. La diplomacia, en otras palabras, tiene once semanas para arrojar resultados. No obstante, no es poco realista pensar que, la mayoría de los criterios descriptos, pudieran cumplirse en la primera ronda de renovada diplomacia si Irán y sus contrapartes están determinados a moverse de la crisis a la resolución del problema.
Mucho más trabajo podría quedar por hacerse pero el ímpetu hacia la guerra y el apuro económico podrían, por lo menos, ser suspendidos.
Mark Hibbs y Ariel Levite son asociados senior del Carnegie Endowment for International Peace´s Nuclear Policy Program, que dirige George Perkovich.
CIDIPAL
Difusión: www.porisrael.org
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