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Espía, diplomático, terrorista. El iraní con poder mundial


CIDIPAL

11.4.2012

“Genio del mal” que articula de modo destructivo: información, fundamentación, pragmatismo e ideología. Así, según “The Wall Street Journal”, surgió el paralelo iraní al mago del espionaje soviético de John Le Carre. “De las ruinas y el humo que deja tras de sí la lucha geopolítica entre Estados Unidos e Irán, surgió el mayor de los espías, Qassem Suleimani, como fuerza central detrás de los esfuerzos de la República Islámica por ampliar sus áreas de influencia y atemorizar a Occidente”, describe el diario al mencionar el perfil del comandante de Al Quds y el mayor destinatario de información del mundo árabe. Según los norteamericanos, todas las actividades de Al Quds a lo largo del mundo dependen de la aprobación del General Suleimani. A principios de 2008, describe el diario, Suleimani envió –por medio de un político iraquí- un anuncio al General David Petraeus, quien por entonces era el comandante de las Fuerzas norteamericanas en el país. “Usted debe saber que yo, Qassem Suleimani, controlo la política de Irán con respecto a Irak, Líbano, Gaza y Afganistán”.

Israel y Estados Unidos acusan, en público, a la fuerza de Al-Quds de intentar atentar contra diplomáticos a lo largo del mundo. Entre otros, vincularon – hace medio año – a  los norteamericanos a los equipos de Suleimani en la iniciativa de atentar contra el embajador saudita en Estados Unidos. Irán rechazó, de modo absoluto,  las acusaciones pero fuentes oficiales en Estados Unidos lograron vincular a los agentes de inteligencia de Irán con los ataques terroristas últimos en Bangkok y Nueva Delhi.

La fuerza, considerada de la mayor calidad en Irán, fue creada en los años 90 y su primer comandante fue Ahmed Vahidi, quien se desempeña en el presente como Ministro de Defensa del país. Entre los atentados más sangrientos en los que estuvo la fuerza involucrada bajo su mando cabe destacar el ataque contra la comunidad judía en Argentina en 1994, en donde murieron 85 personas. Fue perpetrado en cooperación con un mecanismo de Hezbollah de  atentados en el exterior, encabezado entonces por Imad Mughniyeh, eliminado en 2008, en Damasco.

El diario cita fuentes oficiales en Estados Unidos y el mundo árabe que  sostienen que Suleimani se reunió, hace dos meses, en Damasco con el Presidente de Siria, Bashar Assad, y le garantizó el envío de ayuda militar adicional (como  medida de apoyo en nombre de  los vínculos de amistad profundos entre ambos países). Un mes después, los norteamericanos localizaron cuatro aviones de carga que llevaban armas a Siria. Como contramedida, Estados Unidos anunció el suministro de medios de comunicación a las fuerzas rebeldes. Otro eslabón registrado en la guerra silenciosa entre las partes.

Si bien es difícil determinar, con certeza, cuales son las fuerzas políticas dentro de Irán, la intervención de Suleimani en lo sucedido en Siria lo ubica como uno de los factores más significativos en la definición de su política exterior. Según las mismas fuentes, el General  estuvo detrás de la “política de silencio norteamericana en Irak” y fue quien armo, durante años,  a las fuerzas chiitas en el país. “Es un gran estratega, que piensa que debe morir como un santo por los valores de la revolución islámica en Irán”, dijo al diario el ex asesor de seguridad nacional en Irak, que se reunió, tres veces,  con Suleimani en Teherán.

Suleimani, de 55 años, con barba, viste en ocasiones uniforme militar o chombas es descripto como alguien de carácter calmo, según su entorno más cercano y gente que lo conoce. Los agentes de inteligencia occidentales lo compararon, hace tiempo, con Karla, espía soviético que deslumbra en los libros de John Le Carre. Tal como el personaje ficticio, Suleimani también se ocupa de una actividad principal: “Juega al ajedrez global, destinado a dañar los intereses norteamericanos y ayudar a los enemigos de Occidente”, como lo definen los agentes. Su status como líder de Al-Quds, el brazo internacional secreto de la Guardia Revolucionaria en Irán, le proporcionó recepciones variadas y mucha reputación como hombre de inteligencia, diplomático, estratega político, comandante militar y planificador terrorista. Fue acreedor en el último tiempo  de una gran valoración y menciones en los medios iraníes y en el aniversario en conmemoración de los 33° años de la Revolución Islámica, apareció su retrato en el público junto a las fotos del  líder de Irán, el Ayatola Ali Khamenei. “Veo en él a un genio malo que se ubica detrás de todas las acciones de fuerza y las ramificaciones iraníes  a lo largo del mundo”, dijo al diario, Richard Clarke, quien fuera jefe de la Sección de Lucha contra el Terror en la época de la presidencia de Bill Clinton y George Bush.

Suleimani creció en el seno de una familia pobre iraní, de la provincia sureña de Kerman. Trabajó en su juventud como albañil antes de sumarse a la Guardia Revolucionaria y a la fuerza de Quds. Su infancia en la zona, conocida como base de acción tribal significativa, le sirvió en la continuidad de su rumbo cuando se asimiló a las complejas comunidades sociales de Irak y Afganistán.  En sus primeros años en la organización, Suleimani luchó contra los traficantes de drogas del centro de Asia y contra el gobierno del Talibán en Afganistán. A fines de los años 90, después que se destacara a partir de su lucha en la guerra Irán-Irak, fue elegido comandante. Tras los ataques terroristas contra Estados Unidos (septiembre, 2001), Suleimani se transformó sorpresivamente en aliado y empujó a la cooperación con Occidente, conduciendo hasta ser depuesto el gobierno Talibán en Afganistán. Diplomáticos en Irán y de Estados Unidos mantuvieron  una serie de encuentros, en donde evaluaron caminos para la toma del poder de Hamid Karzai, ciudadano del sur del país que  gobierna Afganistán desde que las fuerzas norteamericanas y extranjeras llevaran a la caída del régimen (que fue considerado como un triunfo más de Suleimani).

El frágil pacto entre Irán y Estados Unidos cayó con rapidez, poco tiempo después de la invasión norteamericana a Irak en 2003. A pesar que los dos países aspiraban a la caída de Saddam Hussein, distintas aspiraciones con respecto al “Día después” llevaron a la tensión y a un estallido inevitable.  Desde el inicio del 2004, los agentes de inteligencia de Irak y Estados Unidos identificaron combatientes iraquíes que atravesaban el límite de Irán,  pasando allí por un entrenamiento a manos de la fuerza de Al Quds y los combatientes de Hezbollah (expertos en cargas explosivas y de combate en el marco de pequeñas unidades). Al final del proceso, esas acciones se convirtieron en la principal fuente de muerte del ejército de Estados Unidos durante su permanencia en el país.

Con el final de la lucha en Irak y la expansión de la “Primavera Árabe” en la región, los conflictos- entre los norteamericanos y Suleimani-  se ampliaron a otros territorios. Estados Unidos acusa, en público,  a la fuerza de Al Quds de sus esfuerzos por provocar el colapso de sus aliados en Yemen, Líbano y Bahrein y,  el último año, las calles de Siria cubiertas de sangre, simbolizan más que nada las derivaciones de la lucha entre las partes. “Suleimani se convirtió en el enemigo público número 1 de los seguidores de los levantamientos populares”, resumió una fuente norteamericana oficial que trabaja en Damasco.

“Qassem es un comandante muy pragmático”, dijo al diario Hossein Mousavian, quien se desempeñó – junto a Suleimani-  en el Tribunal Militar Supremo de Irán. “Está dispuesto a cooperar con Occidente, si sirve a los intereses de Teherán”. Agregó que Suleimani se afana en obtener el reconocimiento, por parte de Estados Unidos, al status de Irán como potencia regional, aunque expertos y otros analistas sostienen, con firmeza, que el General nunca apoyará un renovado vínculo de amistad con los norteamericanos: “EL Gran Demonio”, según su definición.

Mientras transcurre el tiempo va quedando clara la dimensión de influencia de Suleimani sobre el sistema geo-político mundial. Voces destacadas en Estados Unidos llamaron al Congreso a “Aumentar los esfuerzos por detenerlo o matarlo”. En respuesta, cientos de legisladores de Irán firmaron una petición que se opone a la orden de captura de Interpol en su contra. “Todos somos Qassem Suleimani”, dice en  una versión que no deja lugar a dudas sobre el abismo actual entre las partes y sobre la posición del General en Irán.

 
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