Redacción Infomedio
Martes 17 de Abril de 2012
En Egipto los Derechos Humanos están torcidos. La igualdad es ciega, sorda y muda. La justica camina con paso militar al ritmo subrepticio del tambor que baten las fuerzas armadas del país. La esperanza de los egipcios de un país libre y democrático comienza a transmutar en desaliento y temor.
La caída de Mubarak, lejos de abrir espacio a una realidad más democrática, ha empeorado. La Junta Militar sigue firme. No abandonará un poder del que disfruta desde hace más de medio siglo. Siguen impunes a pesar de la represión y las acciones de violencia pública que han ejercido con extrema dureza en las últimas manifestaciones en Tahrir. Decenas de personas murieron a golpes. Y los militares siguen allí inamovibles. Libres de juicio y condenas.
Sumado a estos actos, los militares egipcios coleccionan una serie de episodios dignos de la peor de las dictaduras teocráticas. Entre ellas la vejación de mujeres y el arresto de los representantes y observadores de varias ONG internacionales en Egipto. Las minorías religiosas también sufren persecuciones tanto de los grupos políticos como de los militares dominantes. No sólo son víctimas de ataques y destrucción de sus iglesias. Recientemente el sectarismo ha ingresado al área de la salud. Se ha prohibido las transfusiones y trasplantes entre cristianos y musulmanes a petición de los sindicatos islamistas de médicos.
Por otro lado –por si eran pocos en la olla de corrupción y atrocidades- se cocinan a fuego lento los planes de Los Hermanos Musulmanes. Ellos ocultan su política de islamización fundamentalista bajo un manto de moderación, popularidad y promesas caritativas. Puras mentiras. Se han aliado con los militares que hace poco tiempo castigaban a los manifestantes egipcios en las plazas. Ellos presionan a la población con evidente éxito.
Sin embargo poco a poco demuestran que sus promesas de un partido moderado caen en el vacío. El objetivo real de este grupo político es un gobierno islámico y fundamentalista. Los cristianos coptos que viven en el país están en la mira del liderazgo musulmán. Ellos están ahora mismo sufriendo encarcelaciones, juicios injustos y condenas desproporcionadas a sus actos (como el joven de 17 años enviado este año a la cárcel por colgar dibujos de Mahoma en su Facebook). ¿Es posible una democracia cuando el gobierno basa su política en un ideal fundamentalista religioso? ¿Cuándo no hay lugar para mujeres en ejercicio de sus derechos? ¿Cuándo no hay libertad religiosa? ¿Cuándo se condenan las opciones sexuales de los individuos? ¿Cuándo no hay derecho a protesta? Si para muestra basta un botón, hoy en Oriente Medio tenemos un extenso muestreo de los horrores que acontecen en nombre de la fe. Irán sin ir más lejos. ¿Cuánto falta para que veamos cotidianamente homosexuales colgados en las plazas, mujeres apedreadas y cristianos asesinados en Egipto? Los primeros indicios de estas acciones están dados ahora mismo .En este cuadro oscuro, en esta pintura negra para el futuro de Egipto, no podemos olvidar a los salafistas. Ellos son abiertamente ultra ortodoxos en los principios religiosos del islam y que además obtuvieron un importante número de votos en las elecciones. Los salafistas suelen hablar abiertamente de la necesidad de cambiar las leyes, de forma de limitar la participación de las mujeres en las elecciones democráticas, restringir la venta de alcohol, contar con planes de estudio especiales para niños y niñas en las escuelas públicas, y censurar el contenido de las artes y el entretenimiento. Por lo tanto las tendencias del nuevo gobierno egipcio, sean salafistas, sean militares, sean los Hermanos Musulmanes, no son muy halagüeñas.
Egipto se debate realmente entre opciones que van desde islamistas- ultra-radicales a radicales- y los militares. Los moderados se sientan al otro lado de un atlas político muy polarizado. ¿Y las mujeres? Ellas quedan fuera del nuevo mapa gubernamental. Pero este es el menor de los males. Las mujeres en Egipto son víctimas de violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos y víctimas de violencia militar. Son secuestradas, violadas e incluso se les somete a “pruebas de virginidad”.
Los vientos de cambio no soplan hacia puertos de bienestar para el pueblo egipcio que deshoja margaritas primaverales mientras pregunta: “¿me mata o no me mata? ¿Me somete o no me somete? ¿Me persigue o no me persigue?” El calendario señala los días del 23 y 24 de mayo como la fecha marcada para las próximas elecciones en Egipto y con ellas las respuestas a estas preguntas.
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