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| domingo diciembre 22, 2024

En Honor a la memoria de las Víctimas del genocidio Armenio


Andrés Vartabedian es Docente de Historia Armenia en el Colegio Nubarián de la Unión General Armenia de Beneficencia y Docente de Inglés en Educación Secundaria.

P: Andrés, me da un gran gusto volver a comunicarme contigo. Hace unos años, estuviste en casa en Jerusalem, junto con otros jóvenes uruguayos, Leticia Rodríguez como representante de la comunidad afro-descendiente, Matías Dodel como joven judío y tú por supuesto como uruguayo de origen armenio, al participar en un seminario en Yad Vashem. Y ahora te solicité esta entrevista, al conmemorarse un nuevo aniversario del genocidio armenio. Comencemos pues por eso…para ti, como uruguayo de raíces armenias..¿Qué significa la fecha?

R: Ante todo, es un gran placer para mi también volver a estar en contacto contigo.

Respecto a tu pregunta: el 24 de Abril es la fecha que, como símbolo, los armenios en todo el mundo han tomado para conmemorar el Genocidio perpetrado por el Gobierno turco-otomano. En ese día, comienza el arresto y asesinato en Constantinopla (luego se extendería a otras ciudades importantes del Imperio) de cientos de intelectuales y figuras trascendentes en el ámbito armenio, desde la política a lo religioso, pasando por el arte y la propia economía. Lo que, mal o bien, suele denominarse élite, en 1915 desaparece. Se la hace desaparecer. He ahí uno de los momentos cruciales en el proceso genocida. Lamentablemente, como sabemos, esto es una característica común en la estructuración de este tipo de crimen.

P: No importan los matices y detalles..se quiere eliminar a un grupo..y no se hace diferencias..

R: Así es. Abril, increíblemente, es un mes en el que muchos genocidios tienen fechas alusivas: armenios, judíos, tutsis, charrúas, se encuentran de algún modo vinculados con y en este mes.

En lo personal, es un mes muy especial ya que, desde lo profesional, es un tiempo dedicado a trabajar la temática con mis alumnos, a preparar la conmemoración; es un tiempo en el que los eventos se suceden en relación al Genocidio, la Colectividad Armenia del Uruguay se moviliza de diversas maneras y yo no puedo, ni quiero, abstraerme de ello. Lo que me lleva también a estar muy conectado con la memoria de mis abuelos, sobrevivientes de lo atroz; y a los que les agradezco día a día el legado de amor que me dejaron, sin una sola referencia, ni explícita ni implícita, al odio, al rencor o a la violencia.

P : Y eso no es para nada sobreentendido…sino una lección humana muy grande..

R: A nivel colectivo, soy de los que cree que el 24 de Abril presenta tres dimensiones fundamentales: Es y será, sin dudas, una fecha para el recuerdo del millón y medio de muertos y desaparecidos armenios; una dimensión en la que el dolor no se puede soslayar en la evocación de las víctimas y su sufrimiento. También, y lamentablemente sigue siéndolo, es una fecha para el reclamo: el reclamo de justicia y de reconocimiento internacional del crimen, tanto por parte de la República de Turquía –quien ha montado un aparato estatal y paraestatal para negar el Genocidio Armenio, política que se conoce como Negacionismo– , como por parte de la “comunidad internacional” que, como todos sabemos también, de comunidad tiene muy poco, y en la que los costos y beneficios pesan más que la solidaridad y la justicia. Y la tercera dimensión a la que me refería es una dimensión de celebración, aunque parezca extraño.

P: Es cierto…Celebración de que siguieron adelante..

R: Sí, de celebración de la Vida, de la Vida que pudo más que la muerte, de la Vida que se impuso al objetivo de exterminio, de la Vida que logró que hoy en Armenia y en todo el mundo el 24 de Abril se conmemore, en un Estado independiente llamado República de Armenia y en las instituciones y las calles de aquellos países en los que los armenios y sus descendientes se han recompuesto y desarrollado como Diáspora, y que hoy me permiten a mi, una más de las consecuencias de aquellas atrocidades, estar hablando de este tema contigo.

 

P: Qué fuerte y profundo esto Andrés…y es impresionante que te escucho y también siento que fácilmente se puede cambiar cada palabra “armenia” por “judío”..y estamos en la misma…Los judíos tenemos clarísimo el tema de la memoria y su rol clave en nuestra vida..¿Cómo ves tú eso entre los armenios?

R: El rol de la Memoria es un rol clave en la vida de cualquier pueblo que pretenda preservarse como tal. Y quiero dejar claro que, cuando hablo de Memoria estoy teniendo muy presente su diferencia con la Historia (en la que no podemos ahondar aquí), y en la construcción que implica, ya que el ejercicio de la memoria no implica únicamente el recuerdo, sino también el olvido y el silencio, este último oscilando entre la ocultación y lo indecible que, a veces, es incapacidad de comunicar. Por lo que no estoy subestimando la interacción entre conservación y supresión que implica necesariamente la memoria, que es selectiva por naturaleza, tanto a nivel individual como colectivo. El riesgo es cómo y cuánto se la manipula, sobre todo cuando hablamos de memoria colectiva. Pero creo que entrar en ese terreno sería para un largo debate.

P: Y se me hace que combina casi el tema de filosofía de vida de un pueblo y de una cultura…

R: Lo que sí tengo claro, es que nosotros estamos inmersos en ese “movimiento dual de recepción y transmisión que se continúa alternativamente hacia el futuro”, como establece Yosef Yerushalmi, y que somos eslabones fundamentales en la cadena de transmisiones mediante la cual una cultura se apropia de su pasado: los medios de comunicación, los educadores, las instituciones, etc. En ese sentido, mi percepción, y aclaro que es únicamente la percepción de alguien que ha estado estudiando la temática, que ha sido parte de la Colectividad Armenia desde su infancia, con mayor o menor participación según las circunstancias, pero que no puede hablar “en nombre de…”

 

P: Recuerdo que ya tiempo atrás me habías comentado que también la comunidad armenia , como sucede en otras, tiene múltiples instituciones y hay cosas en las que hay no pocas diferencias de matices internos..

R; Mi percepción –decía- es que, si bien esa conciencia del rol fundamental de la memoria se posee casi “instintivamente”, y que sobre todo desde los años ’60 a esta parte se ha trabajado muchísimo al respecto, determinados esfuerzos se personalizan o se institucionalizan tanto, que se pierde la dimensión más colectiva del proceso y la tarea; y es allí donde la conciencia de su trascendencia no resulta ser tan evidente, resultando justamente por ello que algunos aspectos de ese recibir y trasmitir del que hablábamos pierdan fuerza y no sean lo suficientemente efectivos que debieran y que podrían de otro modo. Debieran estar menos segmentados, principalmente al referirnos a temas tan trascendentes como éstos.

 

 

P: Para muchos de nosotros , la memoria es algo vivo en el sentido de que todavía existen quienes pueden contar lo sucedido por ejemplo durante el Holocausto, sobrevivientes que aún se encuentran entre nosotros..¿Cómo es ese tema entre ustedes? ¿Cuán palpable es el recuerdo a través de casos personales? Es muy difícil que haya todavía sobrevivientes con vida ¿Verdad?

R: Indudablemente. A casi 100 años de lo sucedido, los escasísimos sobrevivientes que aún están entre nosotros (no ya en Uruguay, en el mundo) enfrentan algunos de los problemas propios de la edad y es muy difícil que den testimonio de lo que sufrieron y de cómo lograron sobrevivir y recomponer sus vidas. Además, hay que pensar también en la edad que tendrían que haber tenido al momento de los sucesos para poseer un recuerdo vívido que pudiera ser transmitido, lo que lo hace aún más difícil.

Esa es una de las tareas que los armenios deben enfrentar: cómo transmitir los acontecimientos sin los testimonios de quienes los padecieron, que se bien, por mi pasaje por Yad Vashem, que allí ya es un tema que se está abordando de cara al futuro, previendo cómo será esa transmisión a posteriori. Se ha estudiado su papel fundamental para generar la empatía necesaria con el receptor del mensaje que luego permita pasar a los planos más históricos, académicos, de los hechos.

En el caso armenio, si bien existen institutos, centros de investigación, que han recogido cientos de testimonios atendiendo este hecho, los mismos se encuentran fundamentalmente en el hemisferio norte y, por ende, se necesita un trabajo de traducción de los mismos muy importante que, hasta el momento, por estas zonas no se ha encarado.

P: Sin duda tiene un valor especial poder oir el testimonio directo. En el día del holocausto, en la prensa israelí, te cuento que a veces salen esas advertencias claras: “Dentro de…no habrá sobrevivientes”. Y el propio Yad Vashem siempre lanza nuevos proyectos para grabar todo en la memoria colectiva. Andrés..a los judíos se nos dice a veces que recordamos “demasiado”. No sé cómo concebir siquiera esta idea… ¿Tú crees que puede hablarse de recordar “demasiado”?

R: “Recordar demasiado”. ¿Qué será eso?

Si habláramos del “mnemonista”, que posee una memoria tan prodigiosa que no puede olvidar, estaríamos frente a una patología, y eso sería preocupante e, indudablemente, negativo. Vivir sin olvidar es imposible. Aprender a olvidar para el mnemonista, como necesidad frente a esa memoria permanente que lo invade y no lo deja avanzar, es muy difícil. Nietzsche, por otra parte, hablaba de que necesitamos poner un límite al historicismo que parece ganarnos, y saber cuándo es necesario ver las cosas históricamente y cuándo no, y que el sentido histórico y el no histórico son igualmente necesarios y saludables, tanto para los individuos como para los pueblos y civilizaciones.

P: Pero claro está que no es de algo así que estamos hablando..

R: Te diría que en qué medida tenemos necesidad de la Historia y de la Memoria, y de cuánta Historia y cuánta Memoria, son problemas a plantearse. Lo mismo que dónde establecer la frontera, como refiere Yerushalmi. Cuestiones a plantearse, sin certeza de obtener respuestas firmes y/o permanentes.

Si como “Funes el memorioso”, ese maravilloso personaje del cuento homónimo de Borges, no logramos olvidar nada, nuestra vida estará estancada, sin posibilidad de futuro y, por lo tanto, sin sentido. Recordar nunca es demasiado. El único problema de la memoria es la prisión de la memoria absoluta.

P: Lo cual influye en la continuación de la vida…

R: Pero si esto es patológico, la amnesia también lo es. Por lo que, el equilibrio es el ideal de la salud memorística.

Como dice Tzvetan Todorov, debemos distinguir “entre la recuperación del pasado y su utilización subsiguiente […] la exigencia de recuperar el pasado, de recordarlo, no nos dice todavía cuál será el uso que se hará de él”. Por ello, debemos estar atentos al uso y abuso de la memoria, a cómo se da y a qué intereses responde. Como dije antes, la memoria se construye y quién lo hace y cómo lo hace son factores a tener muy presentes. Arrogarse el derecho de controlar la selección de los elementos que deben ser conservados y los que no, es un peligro latente y debemos estar alertas. Los regímenes totalitarios ya lo intentaron.

Si tenemos todo esto presente y logramos el uso de la memoria con el equilibrio indispensable, recordar nunca será demasiado.

P: Mencionamos antes lo de tu curso en Yad Vashem. En más de una oportunidad recuerdo haber escuchado a grandes estudiosos de la Shoa, del Holocausto, con un mensaje claro: la Shoa no fue el único holocausto en la historia de la humanidad, pero sí fue único en sus características, en su enfoque básico..O sea: piden no minimizarlo porque fue algo diferente de todos, y piden al mismo tiempo, ser atento a otros… ¿Recuerdas tu esta enseñanza de tu curso?

R: Se que no puedo entrar en detalle en el tema, pero si me permitís un paréntesis, quisiera establecer que de los dos términos con los que se suele particularizar al Genocidio Judío, luego de haberlos estudiado en el propio Yad Vashem y posteriormente a través de otras lecturas, elijo quedarme con el de Shoá, ya que no considero que “holocausto” sea un concepto que realmente identifique lo sucedido, ya en el caso judío como en cualquier otro genocidio.

P: Tienes mucha razón..

R: Recuerdo que en Yad Vashem hablamos de lo que mencionás y recuerdo también que, justo en ese punto, la percepción con la que volví fue la de que se había transitado por una frontera muy delgada entre el establecimiento de la “Unicidad” de la Shoá y su incorporación a la lamentablemente larga secuencia de genocidios que hemos padecido a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI. No pude establecer con claridad en qué posición podía ubicar el discurso que había recibido.

Considero que el único término con valor jurídico que comprende lo sucedido a judíos, armenios, y otra serie de pueblos durante todo este tiempo es el término “genocidio”. En todos los casos existen particularidades, singularidades, pero del mismo modo características comunes que lo hacen ser ese crimen y no otro, desde la propia intención de exterminio hasta la propia estructuración del crimen, con algunas fases en su ejecución que también pueden ser comparables. Y aquí me detengo.

Comparar no es restar especificidad. Y remito nuevamente a Todorov y su concepto de “memoria ejemplar”. Si se cree que comparar implica “profanar” el suceso, “atenuar su gravedad”, he ahí donde radica el error. “Para que la colectividad pueda sacar provecho de la experiencia individual, debe reconocer lo que ésta puede tener en común con otras.”

P: Es que eso sirve más como lección para futuro, para otros..que enseñar desde una isla aislada…

R: Además, cuando hablamos de comparaciones, hablamos de similitudes sí, pero también de diferencias. La “sacralización” es uno de los peligros que enfrenta el trabajo de la memoria.

La “sacralización” exige aislar un acontecimiento del resto, mantenerlo en un territorio aparte, donde nada puede acercársele. En la esfera de lo público, esto no colabora en lo más mínimo. Allí es donde la sacralización impide extraer del caso particular una lección general, establecer una comunicación entre el pasado y el presente; impide, por lo tanto, que quienes no pertenecen al grupo involucrado capitalicen su experiencia. La “memoria ejemplar” nos libraría de esta amenaza. De este modo, la experiencia individual, podemos inferir, resulta de suma importancia para el colectivo al que el individuo pertenece y, por lo mismo, haciendo extensiva la idea, la experiencia de un colectivo puede resultar muy trascendente para el resto de la humanidad.

P: ¿Qué te dejó aquel viaje, aquel seminario a Yad Vashem?

R: Tengo un recuerdo imborrable tanto de la Conferencia Internacional sobre Holocausto y Educación como del Seminario en la materia del que participé.

A nivel humano, por haber conocido seres maravillosos, comprometidos con los Derechos Humanos desde diversos ángulos y desde distintos enfoques producto de los variados orígenes que teníamos, nuestras variadas formaciones, edades, historias de vida; pero con una misma sensibilidad en relación a estas temáticas. Encontrarse así, en un lugar del mundo que nos permite desarrollar esas inquietudes, es enriquecedor y gratificante siempre. Aunque esporádicos, los contactos se mantienen, el vínculo afectivo permanece y todos los años se recuerda el evento, aunque más no sea por medios virtuales.

A nivel académico, el valor de lo aprendido lo resignifico día a día, tanto en mi vida personal como profesional, volcando los conocimientos que adquirí tanto en mis lugares de trabajo como en mis relaciones interpersonales. El nivel de los docentes, investigadores, de la organización, de las instalaciones puestas a nuestro servicio, es algo que conservo muy vivamente en mi memoria. Y algo que decía en aquel artículo que escribí para el Semanario en el 2008: el Arte y la Tecnología puestos al servicio de la memoria son descubrimientos imborrables frente a los que tanto mi intelecto como mi capacidad emotiva ceden invariablemente al recordarlos.

 

P: Lo recuerdo…Para ti, como joven de hogar armenio ¿Tenía un significado especial estudiar el Holocausto?

R: Tenía un significado especial por varias razones: No creo que alguien vinculado a la Historia pueda soslayar un acontecimiento como el del Genocidio Judío, con toda las implicancias que conlleva, no sólo el hecho en sí mismo, sino también los acontecimientos previos y posteriores, mojones en la historia del siglo XX.

Ser consecuencia viva de una atrocidad de esas mismas características también me vinculan especialmente. Ser descendiente de un genocidio no me genera ningún orgullo, pero sí un compromiso particular para estudiar todos los acontecimientos de esa índole y solidarizarme con quienes los han padecido, tratando de que en algún momento los tan vanamente repetidos “Nunca más”, logren un contenido real.

Del mismo modo, por la serie de amigos de origen judío que he ido cosechando en el transcurso de mi vida y con los que compartimos muchas preocupaciones. Más allá de películas o grandes titulares, estudiar en profundidad lo que habían sufrido sus ascendientes me hacía acercarme aún más a ellos.

Ni que hablar como educador y como persona que intenta especializarse en la materia. Su valor era muy particular. Muchas veces, además, incorporamos conocimientos que no necesariamente estamos capacitados para transmitir adecuadamente. Por lo que el curso, enfocado en la enseñanza de la Shoá, también importaba connotaciones de un interés especial para mí en ese sentido. Muchas veces he adecuado lo aprendido al caso armenio y a la transmisión del Genocidio Armenio con mis alumnos.

P: En Uruguay, se empuja hacia la inclusión del estudio de la Shoa en los programas curriculares, partiendo de la base que lo que se estudia, inspira otro respeto y que cuando se conoce, hay menos probabilidades de que los crímenes se cometan en alguna parte del planeta. ¿Cuál es la situación al respecto del tema genocidio armenio?

R: Comparto totalmente tu reflexión. Sin embargo, salvo por el interés particular que pueda mostrar un docente desde su libertad de cátedra y su elección del caso para abordarlo como ejemplo de genocidio, no hay nada curricular previsto al respecto.

Hace algunos años, determinada editorial importante incluyó una página dedicada al Genocidio Armenio en un libro de texto que se recomendaba, entre otros, para su uso a nivel de Enseñanza Secundaria. Pero fue sólo eso (si bien en su momento pareció un paso trascendente): una carilla perdida en un libro más de los que se editan año tras año para ser utilizados como material de consulta de docentes y estudiantes. No necesariamente las siguientes ediciones de ése u otros libros incluyeron alguna mención sobre el tema.

En ese sentido, creo que estamos lejos de que se incluya formalmente como parte de los programas curriculares.

P: ¿Hay temas comunes en los que te parece que judíos y armenios podrían colaborar?

R: Claro que sí. Sin duda que en la difusión de esta temática, vinculada a los Derechos Humanos, y en la lucha constante que debe existir contra toda forma de discriminación y xenofobia, armenios y judíos debieran jugar un papel preponderante y hacerlo en conjunto sería de un valor simbólico trascendental, además de la mayor fuerza con la que podría llevarse adelante la tarea.

Como colectividades que han padecido lo atroz debieran llevar el estandarte en este sentido. Además, específicamente en Uruguay son, de los diferentes grupos víctimas de genocidio, quienes presentan una mayor proporción numérica en el país; un porcentaje no insignificante de la población uruguaya desciende de armenios y judíos.

Sin embargo, esto trasciende mis deseos y los de otros como yo, y la resolución de esa colaboración tanto a nivel político comunitario como a nivel político internacional no es tan sencilla, por diversos motivos que creo darían para otra nota.

A pesar de ello, debo decir que, a través de lazos personales, algunos pasos se han dado y, por ejemplo, he sido convocado para participar de actividades organizadas por la colectividad judía, como fue el caso de la muestra “Shoá” y, del mismo modo, en la última marcha realizada por la Avenida 18 de Julio el pasado 27 de abril, vinculada a la conmemoración del 97 aniversario del Genocidio Armenio, una representación de la Comunidad Israelita del Uruguay acompañó la misma. Nos hemos comprometido a realizar actividades conjuntas, lo que no me parece un dato menor.

P: : No sé si cuando dedicamos esta nota a las víctimas del genocidio armenio, cabe hablar de “broches de oro”…pero igual me atrevo a usar esa expresión a raíz de lo que me contaste recién .Y tienes mucha razón: no es un dato menor en absoluto. Todo lo contrario. Andrés, muchísimas gracias por tu tiempo y por haberme enseñado aquí muchas cosas claves.

R: Muchas gracias a vos por la nota.

 
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