Un árabe israelí critica al liderazgo del sector por dejar de lado las cuestiones locales, apoyando a los tiranos.
Amar Jara
05.22.12, / Israel Opinion
Desearía que las elecciones tuvieran lugar este año. Desearía que fuéramos dirigidos a los centros de votación, sin embargo Shaul Mofaz confirmó el viejo chiste sobre abogados, que es también aplicable a los políticos: Si le preguntas a cualquier persona cuánto es uno más uno, ellos dirán “dos”, excepto el abogado y el político. Ellos cerrarían la puerta y la ventana, apagarían las luces del cuarto, se acercarían, mirarían a tus ojos y susurrarían en tu oído: “¿Cuánto quieres que sea?”.
Y ahora, bienvenidos a la tierra. Bienvenidos a la más compleja parte de nuestro planeta, el Estado de Israel y al país de las maravillas en su seno: el Sector Arabe. Este sector, al que yo pertenezco, ha sido difamado por una crisis de identidad, una grave situación económica, un bajo nivel cultural y educativo, y para mi mayor pesar por un liderazgo fallido también.
La crisis de identidad se refleja en la pregunta de la auto-definición. Cuando un árabe viaja a Jordania se conformará con ser “el árabe de 1948” o “el árabe palestino”. Cuando está en Tel-Aviv el se presentará a sí mismo como un “árabe israelí”, y cuando esté en Europa se deshará del título “árabe” y declarará a viva voz: “Soy israelí!” De hecho, esto es extraño e ilógico, pero esa es la realidad.
El estado de la economía y la educación es fácil de describir y los números hablan por sí solos: El desempleo está por las nubes, nuestra contribución al producto nacional está por debajo del 10%, nuestras exportaciones son menores, el número de árabes en las universidades y colegios es mucho menor que nuestra cuota de población y el fracaso en graduar estudiantes de secundaria está rompiendo récords. Graduados de universidades y colegios no buscan empleo en el sector árabe. No tienen nada que buscar en él. En su lugar, ellos envían pilas de CVs en todas las direcciones con la esperanza que alguien les otorgue un lugar en el espacio judío.
Sin embargo, nuestros problemas no se resumen en lo que he descrito arriba, señoras y señores. El sector árabe está sangrando. Los modelos a seguir para la juventud son los mafiosos. Disputas triviales acerca de música a todo volumen, amor prohibido y deudas pequeñas terminan en asesinatos. En nuestro sector, el trabajo de la policía no es tan sofisticado y nadie debe esperar que las élites de la policía y el Shin Bet se involucren. Por estos lares a menudo encontramos el arma y estamos conscientes de la familia criminal detrás del asesinato, pero pareciera que incluso si encuentran una presentación de Power Point señalando la identidad del asesino, la policía no será capaz de resolver el crimen.
Sé que mi liderazgo no es el culpable principal. Hay muchos otros a quienes culpar primero, pero ¿dónde están nuestros líderes en el medio de todo esto? Ellos están preocupados por asuntos completamente diferentes.
Una minoría fuerte y sofisticada es aquella cuyo liderazgo está unido y apunta a promoverlo en todos los aspectos positivos. Sin embargo, esto no sucede por alguna razón. Aquí, la revolución en Siria es más importante, la sangre siria es más preciada que la nuestra y el bloqueo a Gaza es una gran prioridad, una vaca sagrada que no debe discutirse. Aún así me dirijo a mis líderes con la pregunta más racional del mundo: Si tuviera un barco hundiéndose, ¿cuál debería ser la máxima prioridad? ¿Es el curso de navegación, o es el agujero en el fondo del barco que debe ser reparado?
Hace unos pocos meses, el Presidente Peres visitó Nazareth y leyó una historia a los niños de una escuela de la ciudad. A su lado se sentó el alcalde de Nazareth, en el suelo. Los activistas del partido Balad y otras fuerzas políticas en el sector árabe protestaron: “¿Por qué el alcalde hizo eso? ¿Cómo puede él hacer eso con el asesino de niños en Líbano?” (Peres sirvió como primer ministro durante la operación “Uvas de Ira”, donde unos 100 refugiados fueron asesinados en Qana, Líbano).
Aún si asumimos que Shimón Peres es un hombre malo, no debemos ignorar el hecho que el mismo pueblo que protestó se olvidó que su propio liderazgo se aseguró de buscar la oportunidad de fotografiarse con Muammar Gaddafi, el tirano que amenazó a su propio pueblo con una guerra civil y les dio caza como a ratones. Efectivamente, nuestro liderazgo es un desastre.
Cada uno de estos líderes solamente se preocupa en justificarse a sí mismo y manchar a los demás. Si Balad se equivoca, Hadash y el Movimiento Islámico los bombardean con críticas, y si Hadash se equivoca los demás lo atacan. ¿Y de qué se preocupan? De su índice de aceptación. En otras palabras, cualquier cosa que les otorgue publicidad. El sector árabe mira a izquierda y derecha, procurando entender lo más importante que ocurre en el escenario, para emprender su show.
No se debe pensar que el interés general o social los estimula a la acción. La verdad es que sus motivos son intereses personales, salarios, trabajos, y por supuesto atención. Durante los eventos del Marmara circuló el rumor que Ra’ad Salah, el líder del Movimiento Islámico que estaba a bordo del navío, sufrió graves heridas. Esto estimuló a muchos residentes de Umm al-Fahm y del Movimiento Islámico a apoyar la protesta. El Movimiento manejó la información sobre el incidente de manera vaga durante todo el día, solo para atraer algo de atención, aun cuando fue posible refutar los rumores en cuestión de minutos.
Para este liderazgo, el día de la Nakba recordado la semana pasada es todavía una vaca sagrada detrás de la cual esconderse. Los diversos partidos pelearon incluso acerca de cómo explotar ese día a su favor. Eventualmente sólo seis personas declararon una huelga general en el sector árabe en nombre del “Comité de Monitoreo Supremo”. Aún así los primeros en ausentarse fueron los miembros de la Kneset que gritaron y se quejaron durante toda la semana: Mohammad Barakeh, Hanna Swaid, Hanin Zoabi, Dr. Jamal Zahalka y la mayoría de jefes de los consejos locales. El único miembro de la Kneset que llegó fue Masud Ghnaim.
Uno de estos días, la primavera árabe llegará aquí también, y el sector árabe sacrificará las vacas sagradas detrás de las cuales se esconde nuestro liderazgo. Sin embargo la llegada de ese día depende únicamente de nosotros. Debemos deshacernos del liderazgo actual y asegurarnos de traer nuevos líderes que primero y principalmente se preocupen por nosotros, y después de los demás. Si un liderazgo diferente no emergiera para el 2013, yo depositaré mi voto por un partido que se preocupe por sus votantes y no daré mi apoyo a personas que simplemente se sientan en sus curules de la Kneset y se promueven a sí mismos – porque si hay algo que tenemos muy poco en nuestro sector, son líderes.
Amar Jara es graduado en Contabilidad y Comunicación de la Universidad Hebrea
Traducido para porisrael por Joseph Gabriel
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