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| lunes diciembre 23, 2024

Un éxito español sobre dos ruedas en Oriente Medio


Sal Emergui

Aitor Azpiazu | Sal Emergui

Su centro parece camuflado entre Tel Aviv y Herzliya pero su producto es el más solicitado en su campo. Mejor dicho, el único en Israel. «Tampoco en Europa hay muchos lugares como éste», presumen en Ozone Eleven. La idea de Aitor Azpiazu se ha convertido en rentable realidad al concentrar todas las necesidades de un ciclista y triatleta en una moderna instalación de Alto Rendimiento.

«Cuando vine a trabajar a Israel, seguí entrenándome pero debía ir de un lugar a otro para poder realizar todas las actividades relacionadas con la bici. Entonces pensé que se necesitaba algo que no existía, un centro que aglutinase absolutamente todo. Era un concepto nuevo, no sólo en Israel, por lo que lo creamos desde la nada«, nos dice este vasco nacido hace 40 años en Bilbao.

Tras una carrera militar en España y trabajar desde el 2007 en la Embajada en Tel Aviv, Azpiazu tomó la decisión de su vida. «Decidí quedarme en Israel y no ir a otro destino o volver a España. Descubrí mi sitio, un lugar que me gusta. Con Keren, mi mujer que conocí aquí y que también es ciclista, montamos esta empresa. Fue una decisión arriesgada porque aunque las culturas son más parecidas de lo que la gente piensa, es un país, idioma y mundo diferentes», recuerda.

Al margen de miles de clientes esporádicos, su idea atrae hoy a 400 fieles abonados que pertenecen en su gran mayoría a la clase media-alta. Los directivos de las principales empresas y bancos así como famosos artistas y productores de Israel se dan cita en el espacio creado por Azpiazu en Glilot.

Entre aparatos de última generación y ruedas tradicionales, le pedimos que detalle un poco más. «La idea es satisfacer todas las necesidades que tiene un ciclista o triatleta profesional o amateur empezando por personalizar la bicicleta, análisis corporal, Fit, plan de entrenamientos basado en los objetivos de cada uno, seguimiento individual, masajes, uso de la tecnología, etc», contesta.

Pero una cosa es quedarse a vivir en el extranjero y otra muy diferente convertirse en un emprendedor. ¿Cómo se plasma en el terreno una idea para que tenga éxito? Le preguntamos en la cafetería que pertenece a su centro y diseñado de acuerdo al espíritu Ozone Eleven. «Lo que hay que hacer primero es crear un concepto y venderlo. Después ejecutarlo y crecer manteniéndote siempre a un nivel que puedes controlar. Todo requiere su tiempo. Al principio no puedes ir a por todo sino paso a paso», explica antes de reconocer: «Fue un boom muy rápido y como todo boom lo difícil es mantenerse. Es lo que hemos conseguido. Crear la necesidad a la gente».

Más allá de la pasión por el ciclismo que recorre sus venas y piernas, Azpiazu es a fin de cuentas un empresario más que debe luchar contra los números. Si no ofrece una buena oferta, sus clientes le dejarán. Y sin clientes, no hay beneficios por muy romántica que sea la idea. «En Israel tienes que presentar una buena oferta porque sino el cliente se te va sin ningún problema. Nosotros en España quizá tengamos más fidelidad al producto».

Revela intentos frustrados de emular su proyecto. «Aunque la idea es importante, todo depende de las personas. Creo que lo que tenemos aquí es de lo mejorcito. Desde mi punto de vista, la profesionalidad y el servicio son dos pilares básicos para sobrevivir y tener éxito«.

En sus pocos pero intensos años como ciudadano y empresario en Israel, puede comparar y explicar el éxito de los emprendedores en este país. «El israelí es muy emprendedor, preparado y valiente. No tiene miedo al fracaso y por eso lo intenta mucho. Los españoles somos más inmovilistas y conservadores. Tenemos mucho más miedo a arriesgar. Tradicionalmente cuando un español crea algo fuera es noticia mientras que aquí es lo habitual».

Su manual de instrucción es bilingüe y parece basarse en la mezcla de dos ingredientes: la fidelidad española hacia un producto y la valentía emprendedora israelí.

 
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