Egon Friedler
La Republica.
13.7.2012
“El escenario es siempre el mismo: una mujer en la plaza Tahrir, en El Cairo, al final de la tarde. Es un día de manifestación. Ella es egipcia, o no, lleva velo o no. Algunas veces es una militante, otras es periodista. Ella se abre camino entre la compacta multitud escoltada por compañeros. Pero repentinamente, la situación cambia de manera brusca. En pocos segundos, el baño de masas se transforma en una violación colectiva. Decenas de manos se abalanzan sobre su cuerpo. La mujer se da cuenta que está rodeada por decenas de hombres que la separan a la fuerza de sus compañeros”
En estos términos describe Claire Talon, corresponsal de “Le Monde” en la capital egipcia, una situación que se ha repetido muchas veces: la violación de mujeres en las manifestaciones masivas que tuvieron lugar en el marco de la polémica “Primavera árabe”. Son varios los casos de periodistas occidentales mujeres que denunciaron haber sido víctimas de violaciones semejantes, entre ellas Lara Logan, de la cadena norteamericana CBS, Carolina Sinz, de France 3 y Natasha Smith, una joven estudiante de periodismo británico. Pero según la periodista del diario francés: “Esto es poco comparado con las víctimas anónimas que, según las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, no se atrevieron a revelar su identidad y a prestar testimonio. Un grupo de mujeres que el 8 de junio intentó manifestar contra el acoso sexual fue violentamente agredido”
En un artículo titulado “Porqué nos odian” publicado en la revista “Foreign Policy” en su número de mayo-junio 2012 la periodista egipcio-norteamericana Mona Eltahawy, otra de las víctimas de Tahrir, analiza en profundidad el lugar de la mujer en el mundo árabe, y su conclusión es tajante: “No nos odian por nuestras libertades, como lo sugiere un gastado clisé norteamericano después del 9/11. No tenemos libertades porque nos odian”
Para Eltahawy “Hay todo un sistema político y económico que trata a la mitad de la humanidad como a animales, que debe ser destruido junto con las más obvias dictaduras del Medio Oriente. Nuestra revolución ni siquiera habrá empezado, mientras la rabia a los opresores en nuestros palacios presidenciales no esté dirigida igualmente contra los opresores en nuestras calles y en nuestros hogares”.
Entre otras denuncias la articulista señala que el 90% de las mujeres casadas en Egipto fueron víctimas de de la mutilación genital femenina (MGF) , que el código criminal egipcio estipula que si un marido golpea a su mujer con “buenas intenciones” no es pasible de castigo, que aún después de todos los cambios producidos en el mundo árabe, las mujeres siguen debiendo ocultarse detrás de velos, deben conseguir el permiso de un hombre para viajar y no pueden casarse sin la bendición de un guardián masculino.
Eltahawy señala que no hay un solo país árabe entre los 100 primeros países en el Informe sobre Diferencias de Género del Foro Económico Mundial por lo cual toda la región se encuentra en el extremo inferior del planeta. Sostiene que es fácil comprender porque el país peor clasificado es el Yemen, donde el 55% de las mujeres son analfabetas, el 79% no participa en la fuerza laboral y solo hay una mujer en un parlamento con 301 escaños. Con ello, destaca la articulista, las mujeres yemenitas pueden manejar. En cambio, en Arabia Saudita, donde también está instaurado el matrimonio para niñas y las mujeres son tratadas como menores cualquiera sea su edad y su nivel de educación y no pueden desplazarse por su cuenta en sus propios vehículos.
Significativamente Eltahawy dedica el final de su artículo a la Hermandad Musulmana quien considera que ni mujeres ni cristianos deben llegar a la presidencia en Egipto. Y recalca que la mujer que dirige el “Comité Femenino” del partido político de la Hermandad dijo recientemente que las mujeres no debían participar en marchas o protestas porque era más “digno” que sus esposos o hermanos lo hagan por ellas.
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