Neil Macfarquhar
18.7.2012
CIDIPAL
Beirut, Líbano- El asesinato, este miércoles, del asesor clave de seguridad del Presidente Bashar al-Assad en un descarado ataque con bomba, cerca de la propia residencia de Assad, puso en duda la capacidad de un gobierno que depende de un grupo cerrado de leales que funciona como si combatiera a una oposición que se fortalece. El ataque tuvo que ver con un potente golpe al gobierno, tanto por el sitio en que se realizó como para los individuos que resultaron blanco: los mismos ministros de gabinete y jefes de inteligencia que coordinaron la reacción de mano dura del gobierno hacia el levantamiento. El ministro de Defensa y cuñado del presidente resultaron asesinados y otros fueron seriamente heridos.
El ataque al círculo más cercano de liderazgo- ya que el combate estalló en sectores de la ciudad durante el cuarto día- sugirió que los disturbios alcanzaron un momento decisivo en el conflicto general sirio. La batalla por la capital, el centro del poder de la familia Assad, parece haber comenzado. A pesar de ello, no hubo indicios que estuviera herido. Assad permaneció fuera de la vista del público; de manera inusual pero no sin precedentes en un país hermético donde el gobierno, durante largo tiempo, intento presentar una imagen de tranquilo control.
En Washington, el Secretario de Defensa Leon E. Panetta dijo que Siria “está prolongando el control”, y advirtió de poner a buen recaudo su gran reserva de armas químicas. “Es obvio que lo que está pasando en Siria es una escalada real”, dijo en una conferencia de prensa conjunta con el ministro de Defensa británico, Philip Hammond.
El impacto de los acontecimientos del día resonó en múltiples niveles, atravesando la ventaja psicológica – que la fuerza superior militar de Assad- ha provisto al preservar la lealtad de sus fuerzas y atemorizar a mucha gente del pueblo a quedarse en sus casas. Con la oposición energizada y el gobierno desmoralizado, los analistas se preguntaban si otras unidades militares y lugartenientes estarían más inclinados a cambiar de bando y si el gobierno tomaría represalias con una escalada de violencia.
La idea que una oposición, pobremente organizada y ligeramente armada, pueda llegar al lugar del poder tan de cerca hizo surgir interrogantes acerca de la viabilidad de una –alguna vez- incuestionable policía estatal.
Durante décadas, la familia Assad, confió en las fuerzas de seguridad superpuestas y en la policía secreta para preservar su cerrojo en el poder. En el mejor de los casos, para Assad, el sistema falló. Y, para peor, los desertores o tránsfugas ayudaron a perpetrar un operativo interno.
El gobierno dijo que el ataque fue labor de un suicida con bomba, mientras que un oficial de la Ejercito Libre de Siria dijo que fue un explosivo, detonado remotamente.
La víctima más significativa fue Asef Shawkat- esposo de la hermana mayor del presidente, Bushra- quien fuera vice jefe del staff militar luego de años de ser un alto oficial de inteligencia. Los otros muertos fueron el General Dawoud A. Rajha, ministro de Defensa y el más destacado cristiano en el gobierno; y el Mayor General Hassan Turkmani, ex ministro de Defensa que presta servicio como alto asesor militar del Vicepresidente Farouk al-Sharaa.
“¿Quiénes los reemplazarán?, preguntó Elias Hanna, oficial militar libanés retirado y analista militar entendido en temas de Siria. “son irremplazables en esta etapa; es difícil encontrar, ahora, personas leales cuando la duda está sembrada en todas partes. Quien pueda llegar a Asef Shawkat, puede llegar hasta Assad”.“Todos, incluso aquellos cercanos al círculo íntimo, estarán bajo sospecha”, dijo
La TV estatal dijo que el ministro del Interior, Teniente General Mohamed al-Sha´ar, fue herido de gravedad pero estaba en condición estable. Hisham Ikhtiar, jefe de seguridad general, fue reportado en condición critica junto con algunos oficiales junior por algunas organizaciones de activistas. Pero, los medios de noticias oficiales no lo confirmaron.
El bombardeo tuvo lugar en un edificio pequeño e insulso en un barrio que es de la elite del país. Albergaba un centro de investigación, dirigido por la agencia de Seguridad Nacional, uno de las numerosas agencias de inteligencia que funcionan de manera superpuesta. “Fue en el corazón del nexo de control del gobierno”, dijo un analista con larga experiencia en Damasco, hablando de manera anónima porque viaja allí con frecuencia “Si el régimen tenía un centro, era ese”.
Pero el gobierno montó un show de normalidad. Con rapidez, designó un nuevo ministro de Defensa, el General Fahd Jassem al-Freij, jefe del staff militar que fue responsable de intentar acallar el levantamiento en el norte de la provincia de Idlib. Apareció unos breves instantes en televisión prometiendo que, los militares, no serían disuadidos por el ataque “cortando toda mano que dañe la seguridad de la nación y de sus ciudadanos”.
Los militares hicieron oir una declaración diciendo en parte “Ese acto terrorista solo incrementará nuestra insistencia para purgar a este país de matones criminales terroristas y proteger la dignidad y soberanía de Siria”.
Los activistas informaron un choque más duro con soldados de gobierno disparando, indiscriminadamente, en varios barrios en combate o desde helicópteros, en especial en la parte sur de Damasco, donde las primeras luchas surgieron el domingo. Decenas de personas resultaron muertas, y aumentaron los desertores, dijeron los activistas.
“El régimen reaccionó de manera histérica al ataque”, dijo Rami al Sayyed, activista en Damasco. “Las fuerzas de seguridad y los matones se infiltraron en varios barrios, cometiendo toda clase de crímenes. Hoy cortamos la cabeza de la serpiente, pero aun tenemos la cola”.
Como cualquier acontecimiento en Damasco, los detalles – referentes al ataque- fueron turbios. Hubo versiones de la competencia de cómo ocurrió y reclamos de responsabilidad de la competencia. La Free Syrian Army, con base en Turquía, dijo que ayudó a perpetrarlo. Además, una brigada de un grupo, con inclinación en apariencia religiosa, llamada Islamic Battalions se adjudico la responsabilidad.
El Teniente Malik al-Kurdi, segundo comando de las tropas Free Syrian Army en Turquía, dijo que no era un bombardeo suicida sino que “las bombas, colocadas alrededor del edificio de Seguridad Nacional” fueron activadas por control remoto.
Dado que el levantamiento comenzó en marzo de 2011 (el estimado de victimas se calcula en 17.000 personas), Siria fue dirigida por un círculo más apretado de oficiales del ejercito y seguridad, cercanos al presidente. El General Rajha fue una de las figuras de la minoría más usadas por el régimen de Assad para ponerle cara al pluralismo en los servicios militares y de seguridad, dominados por el sector alawita del presidente.
“El régimen sirio comenzó a colapsar”, dijo el activista que lidera el Observatorio Sirio, quien se mueve bajo el seudónimo de Rami Abdul-Rahman por razones de seguridad personal. El ataque intensificó la percepción global que, después de meses de choques, Siria quedó envuelta en una guerra civil.
En el otro extremo de la escala, Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, transmitió por televisión y en vivo, un emotivo discurso diciendo que la Siria de Assad y Shawkat era la columna vertebral de la confrontación árabe con Israel.
El ataque llegó cuando las maniobras diplomáticas, para buscar un cese al fuego, permanecían en un punto muerto, por las diferencias entre los adversarios internacionales sirios y los auspiciantes, en especial Rusia. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está programado para votar una resolución –impulsada por Occidente- que podría amenazar el gobierno de Assad con sanciones económicas si no implementa el plan de paz, negociado – desde hace mas de tres meses- por el enviado especial Kofi Annan.
La resolución, que Rusia amenazó con el veto, podría extender la misión de 300 monitores desarmados de Naciones Unidas, cuya labor fue suspendida por la violencia.
Miembros del Consejo de Seguridad acordaron retrasar el voto, programado originalmente para el miércoles hasta el jueves por solicitud de Annan, permitiendo más tiempo a los diplomáticos para resolver sus diferencias sobre los términos de la resolución.
Pero, en Moscú, el vice Ministro de RREE Gennady Gatilov, ofreció el primer comentario oficial de Rusia sobre el bombardeo de Damasco. Dijo, a través de su cuenta en Twitter, que el ataque había puesto el consenso- entre los miembros del Consejo de Seguridad- más fuera del alcance que nunca.
“Una lógica peligrosa: en tanto las discusiones sobre calmar la crisis siria están siendo realizadas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los militantes intensifican los ataques terroristas, frustrando todos los intentos”, escribió.
En Siria, el ministro de Información, Omran al-Zoubi, apareció en un talk show para rechazar los reclamos, por parte de aquellos que lo llaman el principio del fin.
“La moral de nuestro pueblo es muy alta y nuestras fuerzas armadas están en su mejor nivel”, sostuvo.
Pero residentes en Damasco fueron, como nunca, sacudidos. Los residentes contactados telefónicamente dijeron que, después que estallaron las noticias alrededor de mediodía, la gente corría a comprar alimentos y regresaban, con rapidez, a sus casas. Las calles de la ciudad estaban desiertas, sin siquiera taxis circulando luego de la oscuridad. “Todos los comercios estaban cerrados”, dijo un activista en Damasco consultado via Skype. “Algunas personas están atemorizadas y otras contentas; uno puede escuchar gente disparando sus pistolas en muchos lugares”. Un video mostró a miembros de la oposición distribuyendo dulces para celebrar la muerte del Shawkat.
El informe fue contribución de Dalal Mawad y Hwaida Saad desde Beirut, Rick Gladstonde desde Nueva York, Ellen Barry desde Moscú, Isabel Kershner desde Jerusalén, Elisabeth Bumiller y Eric Schmitt desde Washington y un empleado del The New York Times desde Damasco, Siria.
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