CIDIPAL
16 de agosto, 2012
El ex jefe de Inteligencia Militar dice que el discurso sobre Irán debe enfatizar que Israel no es el único preocupado. La diplomacia debe ser agotada antes de atacar y que, en el mejor de los casos, puede retrasar la bomba cinco años.
En las últimas semanas, políticos, representantes militares y expertos ponderaron, cada vez más, si las ramificaciones de una operación militar en Irán superan los riesgos planteados por una República Islámica nuclear.
Un alto experto en seguridad dice que ese tema es más complejo que decidir si atacar (o no)
El Ex Jefe de Inteligencia Militar Amos Yadlin sostiene que antes que Israel pueda considerar atacar las instalaciones nucleares de Irán, debe agotar todas las alternativas; a saber la ruta diplomática para frenar a Irán en el desarrollo de una bomba atómica.
En un ensayo titulado “Un marco conceptual y Modelo de Toma de Decisión para Israel sobre Irán”, Yadlin, quien lidera el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, destaca que sustantivas sanciones deben ser empleadas en un esfuerzo de obligar a Teherán a un “buen acuerdo”. Tal pacto lo forzaría a librarse de la mayoría de su uranio enriquecido, detener las operaciones en la planta de Fordo y permitir profundas inspecciones de sus instalaciones.
“Un buen acuerdo sería medido por su capacidad para frenar el reloj nuclear e, incluso, atrasarlo”, dice Yadlin. “Un buen acuerdo sería mantener a Irán al menos dos años fuera de bombas nucleares”.
´Israel no puede hacerlo solo´
Pero Yadlin declara que, sin una amenaza creíble de acción militar, la diplomacia y otras estrategias para bloquear o retardar la nuclearización iraní, serían ineficaces. Además de las sanciones, coloca a las negociaciones, la acción encubierta y el cambio del régimen como alternativas para un ataque.
Mientras tanto, la comunidad internacional debe estar preparada ante la posibilidad que ningún acuerdo, como tal, se alcance, dice Yadlin: “Es también importante construir la legitimidad máxima para un futuro ataque, si la diplomacia fracasara”.
Yadlin destaca que, si la opción militar es elegida, no sería un incidente aislado, sino que requeriría de una estrategia más amplia y a largo plazo que incorporara a toda la comunidad internacional. “Teóricamente, el mejor resultado de una operación militar sería demorarlo cinco años. Para convertir esos cinco años en diez y, luego, en muchas décadas… es imperativo asegurar que todo el mundo esté preparado para participar en el continuado esfuerzo de frenar a Irán el día y la década posterior al ataque.
“Demostrar el alcance de las pérdidas para Irán, en el mantenimiento de su programa nuclear militar, continuar con las sanciones, bloquear las tecnologías críticas y los materiales, amenazar con ataques reiterados y continuar con la presión diplomática son parte de una campaña necesaria en la siguiente etapa en la que Israel no puede tener éxito por sí solo.
“Esto manifiesta la importancia de ganar legitimidad para un ataque israelí y reconocimiento internacional o, al menos, americano que Israel actué solo luego que todos los otros intentos fracasen”. Y todo esfuerzo de obtener legitimidad tendría que comenzar con un diálogo transparente entre Jerusalén y Washington; un diálogo abierto, profundo entre Israel y EEUU puede, hasta el punto que haya confianza entre ambos líderes, llevar a la posibilidad de cumplir una tercera opción, por ejemplo, ni “la bomba” ni “el bombardeo”, dice Yadlin.
“Si el proyecto nuclear iraní no está bloqueado por un acuerdo o actividad encubierta, y su reloj nuclear no deja de avanzar, la acción militar contra Irán ganaría mayor legitimidad junto con el apoyo americano el día y la década después. Sin legitimidad que permita una campaña internacional durante la siguiente década, Israel enfrenta el riesgo de tener que optar por bombardear y cargar con todo el costo, hasta terminar con la bomba iraní y los peligros que conlleva.
“La represalia de Irán sería tolerable´
Al abordar la represalia iraní a un ataque dentro de su territorio, Yadlin postula que no sería tan peligroso como sugieren algunos representantes de EEUU.
“Las amenazas de Irán previas a un ataque son un medio efectivo de disuasión, pero los iraníes no tienen ni la capacidad ni el interés en prender fuego en todo Medio Oriente”, escribe. “Es casi cierto que habría una respuesta iraní luego de un ataque, pero calculados intereses iraníes sugieren que sería medida y tolerable, en especial a la luz del logro de frenar el programa nuclear de Irán”.
Más aun, Yadlin destaca que, la discusión de la cuestión iraní, debe alejarse de la noción que solamente a Israel le concierne.
“El tema nuclear iraní – enfatiza – es un desafío estratégico, de seguridad y político a toda la comunidad internacional e Israel debe evitar liderar la acusación global contra Irán. “Incumbe a Israel tomar el asiento trasero y no asumir la responsabilidad exclusiva de evitar la nuclearización de Irán”.
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