Ephraim Asculai y Emily Landau
The Times of Israel
24 de agosto, 2012
Defendiendo el renovado camino bilateral, el diplomático estadounidense Nicholas Burns muestra una preocupante ingenuidad y una comprensión deficiente del “punto muerto” nuclear con Teherán.
En una editorial del 16 de agosto en ”The Boston Globe” titulada “La Diplomacia es la mejor herramienta para Irán”, Nicholas Burns, veterano diplomático estadounidense, y director del Aspen Strategy Group, planteó mover el tema nuclear iraní al ámbito EEUU-Iraní y ubicar todas las cuestiones sobre la mesa en una renovada negociación bilateral. ¿Su razón de ser? Un entendimiento que desarrolló como consecuencia de la última reunión, en Aspen: “EEUU debería hacer todo lo posible para evitar la guerra y buscar otro modo de frenar la conducción de Irán hacia el armamento nuclear”. A fin de lograrlo, Burns hace tres sugerencias:
– Que el ganador de las próximas elecciones presidenciales cree un canal directo entre Washington y Teherán y comience una negociación, uno a uno, extendida con todos los temas sobre la mesa;
– Que EEUU coloque propuestas, a largo plazo, sobre la mesa si la diplomacia y las negociaciones tienen éxito;
– Y que EEUU tome, desde Israel, las riendas de esta crisis para dar a América más independencia y, al mismo tiempo, proteger los intereses centrales de Israel.
Es difícil creer que cualquiera-no menos Israel- podría estar en desacuerdo con la conclusión que la diplomacia es la estrategia preferida para tratar con Irán.
Burns da la impresión que, la diplomacia, es una nueva idea que nunca fue intentada. No solo se intentó, durante casi una década, una ronda de iniciativas diplomáticas pero, todos esos esfuerzos, fracasaron.
En verdad, Obama ingresó en su cargo con su mano extendida a todos los adversarios de EEUU, y fue abofeteado por parte de Irán. Hoy, la comunidad internacional está al final de un muy largo proceso en el que no solo se intentó, una y otra vez, la diplomacia en diferentes formatos, y con diversos Estados asumiendo el liderazgo- sino que es, en verdad, la única estrategia que, hasta ahora, se procuró.
Por tanto, el problema es no si esa diplomacia no se intentó sino que no fue bien hecha.
Lejos de ser una opción fácil, las negociaciones son la opción política más difícil de tener éxito. Esa fue la lección de la diplomacia, la década pasada, con Irán y Corea del Norte. En cualquier formato que las negociaciones se llevasen a cabo, las restricciones a la negociación exitosa, son escasas. Primero y principal está el simple hecho que Irán no está interesado en un acuerdo negociado porque significaría abandonar su objetivo, de larga data, de adquirir capacidad militar nuclear (meta cercana de alcanzar), y por el que pagó un alto precio. Esto significa que, para que Irán negocie con seriedad, su cálculo costo-beneficio tendrá que ser, de raíz, alterado.
La presión masiva (sanciones y mensajes creíbles respecto a la posibilidad de fuerza militar) es esencial en el intento de hacer que Irán esté más interesado en llegar a un acuerdo. La estrategia y táctica de Irán para tratar con la comunidad internacional proviene de su objetivo básico. Mirando el tema de ese modo, todas las acciones y reacciones iraníes hacia el mundo pueden ser explicadas con facilidad e, incluso, pre- dichas. Además eso aclara el comportamiento de Irán en la mesa de negociaciones, donde no cambió de opinión ni una pulgada, y exige que, sus derechos de enriquecer uranio, sean reconocidos y, las sanciones, aliviadas. A cambio, promete poco y el fracaso de la reciente ronda de conversaciones es consistente con ese patrón.
Con respecto a la perspectiva de negociaciones directas ( EEUU – Irán), si la editorial se hubiera escrito tres años atrás, la sugerencia hubiese sido más oportuna. Se estuvo en el registro que defendía el avance bilateral nuclear de las negociaciones de Obama a fines de 2009, con el propósito de escapar de las restricciones del formato multilateral del P5+1. Cuando se negocia con Irán, un actor único y determinado, no es aconsejable tener, del otro lado, a un grupo de seis Estados que no están en la misma página con respecto a la naturaleza de la amenaza ni a su solución. Eso debilita, significativamente, su mano en el ajuste de las negociaciones, algo que Irán mismo fue bien consciente e intentó, de modo descarado, de entronizar jugando el juego de divide y reinarás.,
Hace tres años, la situación con respecto a los avances nucleares de Irán, era diferente. Irán tenía solo un pequeño depósito de uranio enriquecido al 3.5 % y no había comenzado a enriquecer al 20 % (lo que lo lleva, de cerca, al objetivo militar de alrededor del 90 %); la disimulada instalación de enriquecimiento de uranio de Fordo, cerca de Qom, estaba a punto de ser descubierta y, EEUU, estaba recién ingresando al círculo de negociaciones con Irán habiendo, antes, dejado el campo de EU-3 (Francia, Alemania y Reino Unido). Y, a pesar que Irán ya incumplió sus acuerdos con EU-3 para suspender en enriquecimiento de uranio, y desafiaba las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tal cuando avanzaba camino a obtener capacidad militar con poco (o ningún) estorbo, había tiempo para una negociación seria con EEUU e, incluso, para poner una cantidad de temas regionales adicionales sobre la mes
En los años siguientes la situación se deterioró. Irán acumuló suficiente uranio enriquecido, que si fuera enriquecido a un grado militar le permitiría producir cuatro-cinco armas nucleares, y se encontró trabajando en el desarrollo de un mecanismo explosivo para un dispositivo nuclear. Está enriqueciendo al 20 % y mudó alguna de esta actividad a la instalación de Fordo. Irán jugó, con habilidad, para ganar tiempo y lo logró. Resistió todos los intentos de negociaciones serias. Ignoró las sanciones y otras presiones que tuvo que soportar y amenazó, una y otra vez, la continuada existencia de Israel en Medio Oriente.
De manera que, hoy, cuando Burns sugiere esta idea y, en especial, cuando defiende el colocar todos los temas relacionados a treinta años de tensiones bilaterales sobre la mesa, que complicará, de modo considerable, las cosas es (y más que nada, con pesar) demasiado tarde.
Irán está demasiado avanzado, y no hay tiempo.
¿Está Burns, en verdad, sugiriendo que, EEUU, espere hasta que cada formato imaginable de negociación sea agotado (y, ¿ cómo se definiría eso?) antes que moverse a estrategias más severas? Si así fuera, cómo cuadra eso con el actual enfoque de EEUU en el que impondrá medidas más severas si tiene indicación que Irán avanzó hacia la producción de armas. ¿Vendría en lugar de ese enfoque? ¿O se sumaría a los otros? Israel podría contentarse con una iniciativa estadounidense mayor, siempre que esté totalmente convencido que, EEUU, actuará para evitar que, Irán, adquiera armas nucleares y que una política de contención no sea un plan alternativo aceptable.
Tal como está planteada la propuesta de Burns es extraña y llega cuando el juego está avanzado. No sabemos lo que siguió al encuentro de Aspen, pero el entendimiento resultante está , de manera acuciante, faltando.
El Dr. Ephraim Asculai es asociado senior de investigación del Institute for National Strategic Studies en la Universidad de Tel Aviv. La Dra. Emily Landau es Director del programa de control de Armas en INSS, y autor de “Decade of Diplomacy: Negotiations with Iran and North Korea and the Future of Nuclear Nonproliferation”.
ATT. CIDIPAL
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