El 5 de septiembre de 1972, un comando de Septiembre Negro tomó como rehenes a 11 atletas israelíes en Munich; de ellos, la única que continuó con el deporte fue Esther Roth, hoy de 60 años.
Jana Beris
Ayer, hace exactamente 40 años, terroristas palestinos de Septiembre Negro irrumpieron en la Villa Olímpica en Munich y secuestraron a 11 miembros de la delegación israelí.
El episodio se saldó con la muerte de los deportistas; dos de ellos al momento del secuestro y 9 en el fallido operativo de rescate. Cinco de los ocho terroristas murieron; tres fueron puestos en libertad tras sólo unos pocos meses de prisión en Alemania.
Hubo cuatro deportistas que lograron escapar al momento del secuestro; de ellos, la única que continuó con el deporte fue Esther Roth Shajmurov, hoy de 60 años, cuya vida ha sido una combinación de momentos difíciles, pero también de numerosos reconocimientos por su empeño y dedicación.
Esther es la única atleta israelí en la historia que llegó a una final olímpica. Fue electa cinco veces como «Deportista del año» por sus logros en competencias internacionales, ya antes de clasificarse para la final en Munich, una final en la que nunca llegó a participar, debido al atentado. En las olimpiadas de Montreal, en 1976, cuatro años después de la matanza de Munich, llegó sexta en el mundo en 100 metros con obstáculos.
Recibió una distinción especial de J. Antonio Samaranch, de parte del Comité Olímpico Internacional, por su aporte y dedicación al deporte. Lo mismo del Comité Olímpico israelí y de un sinfín de organizaciones. En Israel, recibió el máximo galardón del país, «Premio Israel».
Sigue desempeñándose hasta ahora como profesora de Educación Física, lo cual, sostiene, había sido su sueño original. Este es un resumen de la conversación:
La vida de Esther Roth ha sido una combinación de momentos difíciles, pero también de numerosos reconocimientos por su empeño y dedicación.
Se cumplen 40 años del atentado palestino en las Olimpiadas de Munich contra la delegación israelí en la que usted participaba. ¿Qué le inspira esta fecha?
Pienso que en las Olimpiadas de Munich se cometió un crimen terrible. Asesinaron la idea olímpica en un momento en el que se intenta transmitir un mensaje de unidad mundial… y he aquí que un grupo, que en este caso era palestino, hace añicos ese sueño irrumpiendo con asesinatos a la villa olímpica… ¿Cómo se podía concebir algo así? Pensaron que es sólo un problema de Israel. Hoy creo que se comprende, en parte al menos, que el terrorismo es un problema mundial.
¿Cómo lo ve a nivel personal? Es que, recordemos, usted también podría haber muerto allí
Para mí eso fue un golpe muy duro, en todo sentido. Ante todo, me destrozaron mi ingenuidad, mi visión del mundo. Desde el punto de vista del deporte, me cortaron mi carrera en mi mejor momento. Yo estaba en la cima de mi potencial, con velocidades sin precedentes en mi carrera. En Munich, en cada corrida yo mejoraba mis tiempos… Desde entonces hasta hoy, nadie rompió en Israel mis récords olímpicos.
Pero además, mi entrenador, Amitzur Shapira, fue asesinado. El golpe fue por varios lados… Yo estaba destrozada. No quería ni ver las pistas. No podía ni acercarme a estadios en los que Amitzur me había entrenado.
Esther, usted se había clasificado para la final de 100 metros, pero finalmente no corrió, ¿verdad?
Así es. Se interrumpió la Olimpiada por un día, hubo un día de recuerdo… una ceremonia… Ante 80 mil espectadores en el estadio, nuestro jefe de delegación dijo que el terrorismo no amedrentaría a Israel, que seguiríamos participando en Olimpiadas… y yo lloraba. En ese estadio tendría que haber corrido. Y no corrí. Fue una decisión del gobierno de Israel. Yo fui la única de los que quedamos que continué luego como atleta.
Publicado en El Universal, México.
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