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Adiós a Horacio Vázquez-Rial: pasión y energía de un doblemente exiliado


Antonio José Chinchetru

06 de septiembre de 2012
periodistadigital.com

Horacio Vázquez-Rial.El escritor y periodista ha fallecido este 6 de septiembre de 2012

Poco antes del mediodía del 6 de septiembre de 2012 leo en Twitter una triste noticia anunciada por Mario Noya: Ha muerto Horacio Vázquez-Rial. De esta manera me entero del fallecimiento del que fuera una excelente persona y un intelectual de gran nivel.

En una de las últimas ocasiones que nos vimos, se definió a sí mismo como doblemente exiliado. Tuvo que abandonar su Argentina natal cuando todavía militaba en las filas de la izquierda, que más tarde dejaría, para irse a vivir a una Barcelona a la que se unió para siempre. Hace pocos años, por diversos motivos –entre los que la presión nacionalista jugó un papel destacado– se mudó a Madrid. Como él mismo explicaba: «en Madrid me encuentro a gusto, pero mi hogar es Barcelona». Ese era su doble exilio. Tuve la suerte de conocerle un tiempo antes de que emprendiera ese segundo destierro, cuando había comenzado otra mudanza, esta intelectual y hasta emocional: la transición desde la izquierda hacia el liberalismo.

Nuestro primer encuentro tuvo lugar en el aeropuerto de Barcelona, cuando ambos formábamos parte de un grupo que se dirigía hacia la que podríamos considerar su tercera patria, esta espiritual: Israel. Durante una semana nos íbamos a sumergir en el estudio del Holocausto en las aulas del Yad Vashem de Jerusalem. Horacio, hombre de múltiples facetas, era el no judío más judío que ha podido existir. Se crió en el barrio hebreo por excelencia de Buenos Aires, ese Once que tan bien se retrata en Abrazo partido, película dirigida por Daniel Burbam y escrita por este mismo y Marcelo Birmajer.

Su amor por el Pueblo de Israel tan sólo era igualado por el que sentía por Argentina y su capital, así como por Barcelona como ciudad y España como país. Tenía otras grandes pasiones: la libertad y los textos de Borges. Sobre este último hablamos, más bien yo callé, junto con Luis Balcarce la última vez que nos visitó en Periodista Digital.

Pero volvamos a aquel encuentro ya lejano en el aeropuerto de Barcelona. Yo acababa de terminar su libro La izquierda reaccionaria, y tras el descubrimiento de un brillante autor, descubría una gran persona. Con los años, iría conociendo mejor a ambos, al escritor y periodista y al buen compañero de charla. Una conversación con él siempre resultaba apasionante, profunda y entretenida. Como no hubiera un compromiso posterior, uno sabía que el encuentro que arrancaba con su característico «¿qué tal, querido?» podría prolongarse durante horas.

Años después, en aquella última visita a Periodista Digital a la que antes nos referíamos, nos contó grandes noticias, muy positivas, para él. Tras una dura etapa en lo personal y lo laboral, todo se enderezaba. Destilaba optimismo a raudales y tenía grandes proyectos. Muy pocas semanas después llegaba el jarro de agua fría, le habían descubierto un cáncer. La enfermedad no hizo, sin embargo, mella en el la energía que transmitía a su alrededor. Pero no era un optimismo ingenuo, era consciente de la realidad. Cuando, antes de su último verano, presentaba junto con Fernando Orgambides y Ketty Garat el libro La noche de los gitanos, de Alfredo García Francés, se le veía con fuerza. Pero él sabía que era apariencia. En un momento dado, mientras ambos charlábamos, me dijo: «Me estoy muriendo». No lo dijo, sin embargo, de forma lastimera. No quería dar pena, tan sólo dejar constancia de la situación.

Así era Horacio Vázquez-Rial: pasión absoluta que se expresaba con la calma con la que, imagino, debe de fluir el Río de la Plata cuando baña su Buenos Aires natal; inteligencia, creatividad, realismo, honestidad y un gran corazón. Para sus muchos amigos su muerte –dudo que a él le gustara que se ocultara esta realidad con eufemismos como ‘su marcha’– supone una gran pérdida. También lo es para sus múltiples lectores, que dejarán de poder sumergirse en nuevos textos periodísticos o literarios con los que disfrutar y aprender.

Como no hay mejor retrato de su persona que sus propias palabras, quiero terminar recomendando la lectura de un íntimo texto que él publico en el periódico con el colaboraba, Libertad Digital, hace algo más de un año, cuando le descubrieron la enfermedad: La muerte, es decir, la vida.

Conozca la Biblioteca digital Horacio Vázquez-Rial.

 

http://www.periodistadigital.com/opinion/cultura/2012/09/06/horacio-vazquez-rial-pasion-y-optimismo-doblemente-exiliado-ketty-garat-holocausto-buenos-aires-izquierda-reaccionaria.shtml

 
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