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| martes noviembre 19, 2024

¿Será China el segundo socio de Israel?


Barry Rubin

Aurora-israel.co.il

Existe un gran interés por Israel y los judíos en China, lo descubrí durante un viaje patrocinado por SIGNAL, la Red Global Chino-Israelí y Liderazgo Académico.

La razón más obvia es que los chinos perciben que Israel un importante funcionario lo denominó “la pequeña superpotencia” – en particular y el pueblo judío en general, han tenido historias de éxito. Hace diez o veinte años esto hubiera algo sido menos excepcional en el mundo. Pero ahora, es triste decirlo, sobresale más porque Estados Unidos y Europa – quizá sólo temporalmente – no están funcionando demasiado bien.

Por supuesto, a nivel estratégico, Israel y China tienen algunos intereses diferentes, pero no son menos importantes de lo que pueda parecer. China quiere comerciar con todo el mundo, incluyendo con Irán, y está protegiendo a Siria en el marco internacional.

Sin embargo, China ha reducido significativamente sus importaciones de energía de Irán para mostrar su apoyo a los esfuerzos internacionales contra el programa nuclear iraní, y ha enviado señales claras a la República Islámica. Es evidente que los intereses chinos no se benefician con que Teherán posea un arsenal nuclear y sea una fuerza desestabilizadora en la región. En cuanto a Siria, la posición de Israel sobre si el régimen actual debe ser derrocado no ha sido muy clara. Los chinos argumentan que un gobierno islamista radical peor que el actual, en Damasco, podría muy bien llegar al poder. Eso no está claro, pero la preocupación es razonable, sobre todo porque la política de EE.UU. está apoyando a los islamistas en Siria.

Israel y China tienen también muchos intereses paralelos, entre ellos el deseo de estabilidad en el Oriente Medio y la esperanza de que el islamismo revolucionario no se propague. Además, la política de China con respecto al trato con todos los países tiene otra cara, ya que no permitirá que sus relaciones con Israel se vean afectadas por las posibles exigencias árabes o iraníes. De hecho, si China decide convertirse en el principal cliente de gas natural y petróleo que Israel exporte; la relación entre Jerusalén y Pekín puede ser el eslabón más importante del Estado hebreo, sólo superada por la de los Estados Unidos.

Otro factor que no debe subestimarse, es la falta de prejuicios de China contra los judíos e Israel, que se han convertido en un enorme obstáculo en las relaciones de Jerusalén frente a Occidente.

Lo más importante, es el énfasis de China en el desarrollo económico y social, la prioridad de aumentar los niveles de vida y alcanzar el éxito nacional – en lugar de los tan típicamente lamentable objetivos de ampliar el territorio, o vengarse de los agravios sufridos del pasado. Además, prefiere las soluciones pragmáticas en vez de imponer la rigidez ideológica a los problemas.

Hay una enorme cooperación, mucho más de lo que muchos creen, en proyectos conjuntos. Mientras que la alta tecnología es el área más evidente de esta actividad, también hay muchas otras. Las cuestiones energéticas son igualmente primordiales. China comparte con Israel un gran interés en la búsqueda de fuentes alternativas de energía, no tanto por consideraciones medioambientales, sino a raíz de apreciaciones financieras y de seguridad.

Algunas ideas impresionantes y programas piloto que se están llevando a cabo parecen ser más imaginativas y con mayores probabilidades de éxito que lo que he visto en el debate estadounidense.

Varios programas de estudios judaicos y de Israel se han abierto en diferentes universidades; los estudiantes están estudiando hebreo y otros temas relevantes; las librerías chinas contienen varios volúmenes acerca de los logros judíos e israelíes sin exhibir antisemitismo -a diferencia de algunos otros países asiáticos -. Obviamente, el número de personas interesadas en estas cosas es proporcionalmente pequeño en el país más poblado del mundo. Sin embargo, este sector ha alcanzado un tamaño suficientemente importante como para sostenerse a sí mismo e influir en la sociedad en general.

A nivel humorístico, cuando un colega chino me dijo ya sea con o sin exactitud – que la cultura de su pueblo implica ser siempre optimista y creer en un futuro mejor, yo le respondí que la característica de Israel y los judíos es ser pesimista y luego bromear al respecto.

Seriamente, sin embargo, hay un número importante de puntos en común – ciertamente visto como tales por los chinos que piensan en eso. Entre los temas que figuran en esta lista están la experiencia mutua de una larga historia civilizatoria, una amplia dispersión, el énfasis en la importancia de la educación, la disposición a trabajar duro, la focalización en la familia, y el sufrimiento de la persecución. Si los israelíes y los judíos contemporáneos han perdido algunos de estos valores, tal vez podrían aprender algo de China para renovarlos.

Por supuesto, podemos tener objeciones a la política actual de China, pero también es importante no aferrarse a nociones obsoletas. Desde luego, no pretendo ser un experto en China – aunque alguna vez pensé seriamente en seguir esa carrera-; pero mis visitas al país se remontan a 1974, cuando la palabra totalitaria podía ser aplicada con precisión.

Pero China ya no es más el país de la Revolución Cultural y del período de la gran represión. Se ha vuelto hacia el capitalismo y ha abierto un margen mucho más amplio de libertad. El verdadero poder de la iniciativa personal ha sido liberado y los resultados son impresionantes. Dudo que algún país haya hecho progresos en el desarrollo social y económico tan rápidos en la historia.

Pero he aquí un punto igualmente importante. Si bien estos cambios son teóricamente reversibles, yo al igual que un montón de gente en China – no creo que esto vaya a suceder. Ha sido puesto en marcha un camino, en el que parece que las libertades continuarán expandiéndose, durante las próximas décadas. Del mismo modo, parece que hay un verdadero aprecio como ha sucedido en Occidente, pero ciertamente no en el Medio Oriente de que las viejas estrategias de guerra para apoderarse de territorio y la construcción de un imperio en el extranjero han quedado obsoletas.

Un amigo egipcio visitó China, hace unos años, y preguntó a un colega, “China ha sido víctima de una gran opresión y del imperialismo. ¿Cómo lidian con eso? “.

“Lo hemos superado”, fue la respuesta. El egipcio estaba sorprendido; pero como árabe liberal se dio cuenta de que su propia sociedad estaría mucho mejor si se evitara la política de la venganza, el odio amargo, y la afirmación de la superioridad sobre la base del complejo de inferioridad. Por supuesto, el mundo árabe parlante, por desgracia, se ha estado moviendo en la dirección opuesta, con resultados previsiblemente espantosos. En contraste, Israel y China se concentran en la construcción nacional positiva, elevando los niveles de vida, y buscando la paz.

Entonces, lo importante para Israel es trabajar con este proceso de sucesos en China, más que subestimar lo que no está pasando o centrarse sólo en un aspecto negativo que se está volviendo más pequeño con el tiempo. Dado la lamentable decadencia y hostilidad de Europa que no debería sobreestimarse, sino que debería ser seriamente evaluada mirar hacia el este parece ser la estrategia global sensata para Israel en las próximas décadas.

Barry Rubin es director del Centro Global Research in International Affairs (GLORIA) y editor de la revista Middle East Review of International Affairs (MERIA). Sus últimos libros: Israel: An Introduction, ha sido publicado recientemente por Yale University Press. El sitio web de GLORIA es: http://www.gloria-center.org  y el de su blog -Rubin Reports- es: www.rubinreports.blogspot.com

 
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