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| viernes noviembre 22, 2024

La guerra de la propaganda en Oriente Medio


José Luis López Valenciano

 20.11.2012

http://lajusticiacomoequidad.blogspot.com.es/2012/11/la-guerra-de-la-propaganda-en-oriente.html

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Hoy quiero compartir un artículo que publiqué hace ya unos años en Diario de América y que, por los nuevos enfrentamientos entre israelíes y palestinos por el lanzamiento de cohetes desde la franja de Gaza a territorio de Israel, conviene rescatar con algunos cambios, pues el tiempo pasa y hay que actualizar. Por desgracia, todo conflicto genera víctimas con nombres y apellidos. Pero no es pertinente dar credibilidad a todo lo que cuente una de las partes, mientras a la otra no se la escucha y se la demoniza. Basta oír en las noticias que se menciones un número x de palestinos muertos por el ejército israelí, para que la mentalidad colectiva piense que son todos víctimas inocentes que no han hecho nada, cuando la mayoría de las veces son combatientes. Claro que hay pérdidas irreparables entre la población civil, pero no porque el ejército israelí dispare a diestro y siniestro, sino porque a los terroristas de Hamas poco les interesa el bienestar de la población y atacan desde posiciones civiles e incluso patios de mezquitas. En cualquier caso, se piensa poco en el lado israelí, salvo como asesinos sanguinarios; deshumanizándolos y descontextualizando la situación y la historia.

Sorprende, o al menos debería sorprender si no estuviéramos tan acostumbrados ya, leer noticias, bien sazonadas de fotografías, sobre el “malvadísimo” Estado de Israel. Y digo sorprende, porque cualquier análisis del conflicto árabe-israelí con un mínimo de rigor muestra bien a las claras quienes son los verdaderos agresores y la posición de inferioridad numérica en la que se encuentra Israel. Se olvida que Israel es el único país plenamente democrático de la zona y que se encuentra rodeado de países, en su mayoría, hostil.

Sólo dos países árabes han reconocido a Israel: Egipto en 1977, lo que le costó la vida a Anwar Sadat, y Jordania en 1994. Irán no sólo no lo reconoce, sino que además le niega el derecho a la existencia, igual que hace Hamas. La existencia del Estado judío ha estado amenazada desde el día de su creación, no por amenazas imaginarias, sino por ataques tangibles y organizados, siendo no sólo los palestinos, sino coaliciones de los países árabes de la zona, los instigadores de los mismos. Sólo una buena organización y el hecho de saber que, si pierden una sola guerra, no tendrán lugar a donde ir, ha dotado a los israelíes de la energía necesaria para sobrevivir.

La «Primavera Árabe», que desde el mundo occidental ha sido aplaudida quizás con demasiado entusiasmo, en la equivocada idea de que todos aquellos que derrocaban a los autócratas y dictadores de turno, eran personas imbuidas de un deseo de democracia, libertad e igualdad, ha generado una situación de incertidumbre y desequilibrio del statu quo preexistente difícil de cuantificar: Libia es un verdadero polvorín; en Túnez, los islamistas, que no lideraron las protestas que llevaron a la caída de Ben Ali y se mantuvieron a la espera, sacan un enorme rédito en las elecciones y hacen que se disparen todas las alarmas sobre el progreso o la involución del país; Egipto, vecino de Israel y hasta hoy país clave para la paz en la región, está gobernado por el Partido de la Libertad y la Justicia, marca electoral de los Hermanos Musulmanes, de carácter marcadamente fundamentalista y hostil a la mera existencia del Estado de Israel.

En buena parte de Occidente se encuentra instalada una mentalidad incomprensiblemente pro-palestina, que lleva prácticamente a la “santificación” de personajes como Yasser Arafat, qué si bien acabó reconociendo al estado de Israel, no hay que olvidar que, al crear la OLP, su principal objetivo era la de expulsar a los judíos hasta el mar; y para lograrlo no dudó en utilizar todos los medios a su alcance, es decir, terrorismo puro y duro.

Los medios tienen una gran parte de culpa en la imagen diabólica que ha sido generada. La información poco fiable, cuando no la mera manipulación informativa, han producido a los terroristas unos réditos en concepto de simpatías internacionales difíciles de superar. Es más, no se considera necesario verificar una noticia o la fiabilidad de las fuentes si se trata de una noticia que coloca a Israel como atacante. Rectificarla públicamente si se demuestra que es producto de un montaje, es algo que sólo acontece raramente y sin publicidad.

Ejemplos hay muchos y sangrantes.

Las autoridades palestinas acusaron al ejército israelí de haber cometido una masacre, con casi 500 muertos y 1500 heridos, durante la batalla de Yenin en 2002. Recuentos oficiales posteriores redujeron la cifra palestina a 23 soldados israelíes fallecidos y apenas 50 muertos palestinos, la mayoría combatientes.

Cuando Robert Fisk acusó a Israel de haber empleado bombas de uranio en la última guerra del Líbano, expertos de la ONU y de la Organización Internacional de la Energía Atómica demostraron lo contrario. Aún así, no se retractó de sus palabras.

Una imagen que ha quedado grabada en la retina colectiva es la del niño Mohamed Al-Dura, supuestamente atrapado con su padre en un fuego cruzado en Gaza entre el ejército israelí y milicias palestinas. Hay serias razones para dudar de la autenticidad del video. France 2 se negó durante años a mostrar los 27 minutos de metraje de la película, y cuando lo hizo por la presión de los medios, los periodistas que lo visionaron hablaron de la existencia de cortes y vacíos. Por otro lado, nunca se ve el momento de la muerte del muchacho ni su agonía. En todo caso, lo que se vio era como seguía vivo y coleando. Por si fuera poco, el corresponsal de France 2 que firmaba la noticia y culpaba rápidamente al ejército israelí de esa muerte, ni siquiera estuvo presente cuando se realizó la filmación. Todo un ejemplo de integridad y veracidad periodística, ¿No es así?

Otro ejemplo que alcanzó gran repercusión internacional fue la supuesta masacre de una familia Palestina en una playa de Gaza en junio de 2006. Se acusó a la marina israelí de haber bombardeado a los civiles. Más tarde fue comprobado que la explosión fue previa a dicho ataque y fue debida a una mina enterrada en la playa por los propios palestinos. Ni que decir tiene, que la versión que todavía circula más entre la gente es la inicial y muchos escuchan con incredulidad la realidad.

Un extremo que raramente se menciona es el uso como escudos humanos que grupos como Hezbolá o Hamas hacen de la población civil. Atacar desde colegios, mezquitas o zonas urbanas pobladas es una estrategia habitual y, francamente, una canallada. Luego acusan a los israelíes de ser unos animales sedientos de sangre que no dudan en asesinar a civiles, cuando en realidad, los primeros en poner en peligro a su población, son los terroristas. También es habitual “embellecer” lugares donde se han producido ataques israelíes con la colocación de objetos que añaden patetismo a la escena (como una muñeca o un osito de peluche, nuevos e intactos en las ruinas de un edificio destruido).

Es triste que los propios periodistas y fotógrafos que trabajan en Oriente Medio ya asumen que hay algo de teatralidad e incluso manipulación. Son llevados y “escoltados” por los terroristas a donde les interesa y les muestra sólo aquello que desean que vean. No hay una verdadera libertad de información. Aquel periodista que dé informaciones que se aparten de la línea pro-palestina, tendrá serias dificultades para realizar su trabajo. Y la mayoría ceden. En otros casos, directamente preparan las escenas en verdaderos «decorados». No por nada fue acuñado el término Pallywood.

Incluso cuando hablamos de informaciones relativamente objetivas, se nota un aire claramente pro.palestino. Véase por ejemplo el artículo sobre la Cúpula de Hierro (el nuevo sistema antimisiles israelí), que incluye la frase: «El nuevo sistema defensivo acentúa la asimetría de la contienda bélica». Da la sensación de que Israel debería disculparse y avergonzarse de haber implementado un sistema de defensa que disminuye notablemente la cantidad de misiles que llegan a su territorio. ¿No debería plantearse el articulista que el problema está, simple y llanamente, en que les lancen misiles?

Queda, pues, una guerra más por ganar: la guerra mediática. Se requerirá coraje, valor y una voluntad firme de decir la verdad, superando los prejuicios y los estereotipos y haciendo bueno el aforismo de Orwell: “La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oir”.

Publicado por lajusticiacomoequidad 

Difusión: www.porisrael.org

 
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