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| lunes diciembre 23, 2024

Movilizando Judíos


Heroísmo, liderazgo y camaradería durante la «mini guerra» de Israel.

Rav Ari Kahn

Aishlatino.com

A medida que nuestra «mini guerra» acaba, me gustaría recapitular algunas de las cosas que han ocurrido en los últimos ocho días. Esto no es un reporte de lo que pasó en la guerra, sino algunas cosas que tuvimos el privilegio de atestiguar o de ser parte de ellas.

Heroísmo

Los soldados – jóvenes y mayores, casados y solteros, ocupados y desempleados – recibieron el mismo molesto mensaje telefónico automático. Nuestro teléfono comenzó a sonar para entregar un mensaje apenas coherente a las 4 de la mañana del viernes; nuestro segundo hijo, Hilel, que completó su servicio obligatorio en el ejército hace 14 meses, estaba siendo llamado. No era una sorpresa: Hilel es Handasá Kravit –ingeniero de combate. Buscan minas, construyen puentes y generalmente son los primeros en ir – para allanar el terreno y hacer que sea seguro que todos los demás los sigan – a pie o en tanques. Para nosotros el mensaje era claro – estábamos en guerra, o algo muy parecido a eso, y se estaban preparando – en caso de que se tomara la decisión de entrar a Gaza.

Después de un flujo incesante de llamadas automatizadas por dos horas, en intervalos de 15 minutos, las llamadas pararon – hasta que comenzaron de nuevo, esta vez para nuestro hijo mayor, Matitiahu. Su unidad es de paracaidistas, y aunque se había casado 11 meses antes, el ejército tenía nuestro número en la lista para contactarlo. Lo llamaron – lo levantaron a él y a su esposa, y le hicieron saber de su «cita» con el ejército… y de su inmediatez.

La tarea de proteger al pueblo judío no es abstracta, es personal – es el trabajo más importante del mundo.

Unos 30.000 soldados recibieron las mismas llamadas esa mañana, en los días siguientes se duplicó. El porcentaje de los que se reportaron superó a las tablas, significando más de 100%. ¿Cómo es posible? Incluso quienes no fueron llamados hicieron el viaje al sur para «ser voluntarios». Esa es la actitud de los soldados de reserva: El bienestar y la seguridad del Estado de Israel toma precedencia por sobre la comodidad personal. Para ellos, la tarea de proteger al pueblo judío no es abstracta, es personal – es el trabajo más importante del mundo. Esos hombres y mujeres ponen sus vidas en suspenso, besaron a sus parejas, hijos y padres diciendo adiós y arriesgaron sus vidas por un bien mayor, son todos héroes. Hoy, la palabra héroe se usa con demasiada liviandad, pero en este caso es la verdad.

 

Liderazgo

La mañana en la que mis hijos fueron a sus unidades respectivas yo envié un email alertando a amigos y familia ya que, quienquiera que no esté en el frente, igualmente puede ser parte de los esfuerzos de guerra sumando sus plegarias por el bien de los soldados y los civiles del sur de Israel. Un buen amigo me llamó inmediatamente. Era de noche en la Costa Occidental de los Estados Unidos; estaba preocupado, quería saber lo que estaba pasando, y preguntó: «¿Cómo puedo ayudar?».

La conversación telefónica continuó con un email: …»¿Qué necesitan los soldados? ¿Podemos conseguirles provisiones?». A pesar de que la conexión telefónica era esporádica, pude preguntarle a mis dos hijos: «¿Necesitan algo?». Como siempre, los dos dijeron que no – tenían todo lo que necesitaban. Yo dije: «Por favor, vayan a los comandantes y hágannos saber si hay algo que necesitan».

Sorprendentemente, los oficiales señalaron de inmediato algunas necesidades muy específicas. Primero se acercó a nosotros el oficial de los paracaidistas: «Necesitamos ropa interior térmica, y – sabemos que esto será imposible – necesitamos un container para nuestras provisiones». Mi esposa se puso en acción. Salió «de compras», buscando tiendas, importadores y fabricantes. Parecía haber escasez de prendas térmicas – aparentemente había una guerra en el sur y un montón de soldados necesitaron provisiones.

Encontramos un depósito que tenía 100 juegos de ropa térmica, y le pedimos que la reservara para nosotros. Pero para completar nuestra compra, todavía teníamos un problema: Para que el donante trasfiriera los fondos a Israel, teníamos que encontrar una organización que pudiera emitir un recibo de impuestos y luego hacer la compra con fondos israelíes.

Mi primera idea fue mi querido amigo, el Rav Avi Berman, director de la OU – Orthodox Union en Israel. Lo llamé, pero no sólo no estaba disponible, estaba viajando de regreso en avión desde el exterior a Israel. Si no conseguíamos el dinero pronto, los trajes térmicos no estarían disponibles.

De alguna manera convencí a David Katz, jefe de finanzas de la OU, de que gastar miles de shekels que no tenía era una buena idea, de que yo garantizaba que el dinero les sería devuelto y de que su jefe no se enojaría con él, sino que le agradecería. David tenía algunas dudas (bien fundamentadas), por lo que le dije que: «David, lo peor que puede pasar es que te despidan. Si eso pasa, te ayudaré a encontrar un nuevo trabajo».

Lo que yo no dije, el también lo escuchó: Estamos en guerra, y tenemos una oportunidad para mantener a nuestros soldados calientes. Tenemos una obligación moral de cuidar a quienes nos cuidan, y estar más calientes puede ayudarlos a dormir un poco, puede ayudarlos a concentrarse en su complicada misión, y de alguna manera puede ayudar a salvar vidas.

David compró las cosas.

Naomi, mi esposa, fue al depósito en Beit Shemesh y recogió las cajas, a pesar de no estar segura cómo realizar el paso siguiente. ¿Cómo hacer que la ropa llegara desde Jerusalem hasta el sur, a la unidad de paracaidistas? La etapa siguiente se resolvió a sí misma rápidamente: un oficial de logística en Jerusalem iba a viajar a la base esa tarde. La transferencia se realizó, y seis horas después de que el comandante hizo el pedido, ya tenían lo que necesitaban.

Eso me hizo pensar en las muchas conversaciones que mi amigo, el donante del dinero, y yo habíamos tenido en el pasado sobre liderazgo: lo que es, cómo enseñarlo. En ese día en particular, él no estaba intentando liderar, sólo actuar como un individuo. Sin embargo, en ese momento no se dio cuenta de cuánta gente seguiría su liderazgo. Esto era liderazgo de verdad: realizó una acción clara y decisiva – y otros siguieron. A veces es así de simple.

Con la compra de los trajes térmicos gastamos la mayoría del dinero que había sido donado, y luego sonó el teléfono. El oficial de la unidad de ingenieros de combate, la de nuestro otro hijo, nos estaba llamado. Nos preguntó, dudando, casi escéptico, si era cierto que habíamos ofrecido ayuda. Respondimos: «¡Absolutamente!» Nos dijo lo que necesitaban – su «lista de deseos». Explicó que nadie les había hecho tal oferta en esta unidad, y que estaba en estado de shock.

Ahora, yo debería hablar algunas palabras sobre los ingenieros en combate. Estos chicos son la unidad de los «obreros», los «sin lujos», sin el aura que acompaña a las otras unidades del ejército israelí, como los paracaidistas, la fuerza aérea y otras. Estos son chicos rudos, no esperan nada. Hacen su trabajo, que está entre los más peligrosos de todos, y dejan que las otras unidades se lleven la gloria.

Nuestro hijo Hilel es quizás un ejemplo típico: cuando su dedo fue destruido durante su servicio en el ejército en el norte, convenció a los doctores de que lo trasladaran para recibir una «segunda opinión», luego subió a un autobús para venir a Jerusalem, en un viaje de cuatro horas, mientras sangraba profusamente. Nunca se le ocurrió, ni a él ni a sus compañeros, que podía haber una ambulancia a su servicio. Después de someterse a cirugía para unir y reconstruir 7 u 8 pedazos de lo que quedaba de los huesos de su dedo, se cansó de estar en casa y simplemente volvió a su unidad para completar su servicio. No pasa nada, no es nada especial. Chicos rudos, nada de lujos.

Necesitaban linternas ajustables para la cabeza y otras herramientas básicas. Dijimos: «No te preocupes», aunque sabíamos que no nos quedaba suficiente dinero. Envié un email describiendo la situación y posteé en Facebook: Podemos ayudar a estos soldados, si la gente me hace saber que el dinero está en camino, haremos las compras…

Camaradería

La gente respondió. Buena gente. Buenos judíos. Sabían que estos chicos eran parte de ellos mismos, eran sus hermanos, sus propios hijos. Sabían que estaban protegiendo a su propio pueblo y a su propia tierra. Mi amigo – el que con su liderazgo había comenzado todo – aumentó su donación inmediatamente. Y el dinero comenzó a entrar. No sólo de gente rica: Cuando un estudiante que tiene un presupuesto limitado envía $36, sabe que tendrá que saltearse uno o dos almuerzos esa semana – ¿Pero qué alternativa tiene? Esta es su gente, su familia, y esto es lo que hacemos por la familia.

Cuando una pareja joven envía $100 o $250 – necesitarán explicarles a sus hijos que realmente compraron el regalo más valioso para Januca este año – incluso si es en el sur de Israel, justo afuera de Gaza.

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Más amigos especiales se sumaron y se recibieron algunos regalos sustanciales; de nuevo – una asombrosa lluvia de liderazgo, responsabilidad y amor.

¡En unas pocas horas se juntaron $26.000! No podía evitar ver el profundo significado de esta suma: El número 26 es el valor numérico del nombre de Dios que indica jésed, bondad, y recé para que el mérito del jésed de cada persona que contribuyó ayudara a proteger a nuestros chicos, y a nuestro pueblo.

Después de averiguar precios, hicimos las compras y, de nuevo – pocas horas después del pedido – los artículos fueron entregados directamente a la unidad en el sur. Nuestro hijo Hilel llamó esa noche. Dijo: «Nunca vieron algo así». Todos estos chicos rudos acaban de recibir sus paquetes de asistencia y el oficial les dijo que los judíos de todo el mundo se interesan por su bienestar y que los están cuidando. A algunos hasta se les hizo un nudo en la garganta. Sí, sé que los chicos rudos no lloran.

El odiado enemigo, el hecho de haber dormido en el piso utilizando la misma ropa por una semana, el no tener refugio de la lluvia de misiles que caía sobre el área, nada podía hacer que estos chicos lloraran; pero el amor de otros judíos – buenos judíos, sus hermanos y hermanas, eso sí pudo.

Hay un mandamiento positivo de apoyar a quienes están luchando durante la guerra, de fortalecerlos; todos los que participaron en este proyecto hicieron actos de jésed – que trascienden todo monto monetario. Mostraron interés, mostraron entendimiento, mostraron amor. Y ese amor se sintió lejos, por quienes fueron a luchar porque nos aman.

Hoy, mientras entraba en efecto el “cese al fuego”, finalmente pudimos comprar el container en el que la unidad de paracaidistas almacenará todas sus cosas – hasta la próxima vez que sean necesitadas. Esperamos que sólo sea para un entrenamiento. Esperamos el día en el que ya no habrá guerras ni derramamiento de sangre, pero hasta que ese día llegue estaremos listos – apoyando a nuestros soldados con amor.

Quiero agradecerles a todos los héroes, y a todos los líderes, y a todos los involucrados. Realmente somos una familia.

¡Am Israel Jai!

PD: Le dijimos a las unidades de nuestros dos hijos que si necesitan algo más deberían hacérnoslo saber. Nuestro apoyo no se limita a los tiempos de crisis, y no olvidaremos su tremendo heroísmo y su presteza para el sacrificio, incluso si este cese al fuego se mantiene. Puedes enviarme un email a Adk1010@gmail.com

 
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